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Crisis energética y efectos de la globalización: Cómo la situación de China afecta a España (II)

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El sector de la energía fue uno de los primeros en iniciar un proceso de globalización de su cadena de valor. Desde el inicio de la Revolución Industrial en el siglo XIX, la necesidad de combustibles fósiles obligó a los países sin recursos a tener que importarlos y a otros, ricos en esas materias primas, a exportarlos obteniendo grandes beneficios a medida que el proceso de industrialización progresaba en los países más avanzados.

Aunque estos recursos no siempre están en manos de naciones con regímenes políticos considerados “estables” y/o “confiables” desde un punto de vista democrático-occidental, este esquema se ha mantenido durante más de un siglo y, es más, se ha ido extendiendo hacia muchas de las cadenas de suministro de bienes enfocándose principalmente, en su caso, en el menor coste de mano de obra (países “ricos en mano de obra barata”-otro combustible-).

Todo esto ha provocado, de hecho, un progresivo reordenamiento geopolítico mundial a lo largo de los siglos XX y XXI con la incorporación como actores principales de algunas naciones ricas en determinados combustibles fósiles (Arabia Saudí, Catar, Noruega, etc.) o en mano de obra barata (principalmente China) que hasta entonces tenían un papel secundario en la escena internacional.

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Ahora bien, precisamente la pandemia ha puesto de manifiesto inconsistencias que ya se adivinaban y que podrían implicar un problema más serio de lo que inicialmente parecen. Es muy relevante que entre 2019 y 20201 la producción mundial de gas se redujo en más de 120bcm [millardo de metros cúbicos por sus siglas en inglés] mientras que la reducción del consumo fue de solo unos 80bcm. Eso provocó una reducción de los volúmenes de gas almacenado en todo el mundo.

En estos meses de 2021, confluyen el incremento de la actividad económica respecto al año pasado más la necesidad imperiosa de recuperar las reservas de gas de cara a la temporada invernal en el hemisferio norte. En cuanto a China, se estima que, en el primer semestre de 2021, el consumo de gas natural creció un 15,5%. Este crecimiento solo se sostiene recurriendo a importaciones masivas. Además, si China quiere alcanzar su pico de emisiones antes de 2030 y la neutralidad en carbono en 2060, no le queda más remedio que utilizar el gas como energía de transición para sustituir el carbón: su presión sobre la demanda mundial de gas será permanente durante al menos los próximos 15 ó 20 años.

Una de las explicaciones más extendidas a la situación actual con precios de la energía muy caros junto con desabastecimientos en productos claves como microchips, contenedores, cartón o papel es la que se refiere a desajustes entre la oferta y la demanda por el rearranque de las economías a nivel mundial tras el parón provocado por la pandemia de COVID-19. De hecho, desde una perspectiva puramente descriptiva y respecto al impacto de los mecanismos de fijación de precios estamos de acuerdo.

Ahora bien, ¿por qué la producción de gas bajó durante el primer año de pandemia 120bcm mientras el consumo solo disminuyó 80bcm? ¿por qué Rusia está especulando con la cantidad de suministro de gas al norte-centro Europa mientras acaba de confirmar un incremento del 9% del suministro a China? ¿por qué Argelia, principal suministrador de España, ha decidido cerrar uno de los gasoductos a España “garantizando” únicamente el suministro a través de barcos de GNL (gas natural licuado)? ¿es pura especulación económica o hay intereses geopolíticos detrás?

En realidad, el sector de la energía actúa como un indicador adelantado de otras cadenas de suministro porque, de hecho, muchas de ellas dependen de su coste para poder producir de forma competitiva. En el caso de Europa, los principales mercados eléctricos tienen un funcionamiento marginalista en donde la energía más cara (el gas en muchos casos) marca el precio del resto de tecnologías. Actualmente las reservas están a un 72% en lugar del 92% como estuvo en el promedio de los cinco años anteriores por estas fechas.

Sin embargo, en Asia, Japón y Corea del Sur han asegurado su inventario de GNL para la temporada de invierno forzando todo lo posible los contratos a largo plazo que tienen vigentes. En el caso de China, al menos un 54% de la energía se sigue produciendo con carbón, pero la transición del carbón al gas ha hecho que China supere a Japón como primer importador de GNL este año. A esto también hay que considerar que el consumo intensivo del gas se extiende a los sistemas de calefacción de las provincias del norte del país como Tianjin, Hebei y Shandong. Por lo tanto, según sea el invierno en Asia y en Europa, así se comportará el precio del gas a partir de primavera. Si el invierno no es muy frio el precio bajará a partir del verano en Asia y Europa porque no se habrán agotado las reservas, pero en el caso de que el invierno sea muy frio la situación va a ser mucho más complicada en Europa.

Como decíamos, la decisión de Rusia de no exceder los compromisos adquiridos con Europa mientras aumenta un 9% el suministro de gas a China junto con la acción de Argelia de sustituir un 20% del suministro a España por el gasoducto que pasaba por Marruecos por barcos de GNL (con el riesgo de perderlos en una eventual guerra de precios), sea o no una acción coordinada, es indudable que debilita a la Unión Europea (UE).

Todavía no tenemos información suficiente para valorar si, en esta crisis energética en particular, se trata principalmente de especulación o de algo más serio, pero es seguro que la estrategia de descarbonización que la UE está impulsando tiene como objeto no solo el medioambiente sino también alcanzar una independencia energética necesaria para no sufrir situaciones como la actual. Ahora, el foco también sigue puesto en China como principal nación beneficiada por la deslocalización de las cadenas de suministro de bienes mientras usa los combustibles más contaminantes y no respeta los derechos humanos de la mano de obra local.

Su consumo intensivo de energía es debido, en gran medida, a la deslocalización de las fábricas a nivel mundial lo que paradójicamente está dificultando el acceso a esos recursos energéticos a esas naciones que deslocalizaron sus fábricas. Sobre la globalización y sus paradojas hablaremos en el próximo artículo.

Referencias:

[1] Nemesio Fernandez Cuesta, https://blogs.elconfidencial.com/espana/por-si-acaso/2021-10-13/crisis-gas-invierno-descontento_3305314/

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