El presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz recibe al dictador comunista chino Xi Jinping en Bruselas en 2014. Foto European Parliament.

La UE no debe apresurar el acuerdo de inversión con China

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Antes de fin de año, los países europeos miembros de la Unión Europea (UE) deben decidir un acuerdo de inversión con China

Un documento provisional fue rápidamente introducido en una reunión de embajadores en Bruselas el viernes, 18 de diciembre. Se programó una discusión de líderes de alto nivel para los próximos días.

A pesar de siete años de duras negociaciones, el texto es solo un paso modesto en la promoción de la reciprocidad, la neutralidad competitiva y la igualdad de condiciones.

Concluirlo ahora es una victoria simbólica para China y dificulta que Europa se involucre en asuntos críticos en el futuro.

Las concesiones de China son una pequeña mejora en términos de acceso al mercado. Pero el borrador del acuerdo no logra promover de manera integral la igualdad de apertura económica y unas normas claras y vinculantes.

El hecho de que Angela Merkel y Emmanuel Macron respalden este acuerdo también es consecuencia de algunas concesiones chinas de última hora.

Francia recibió algunos gestos para su industria de casas de retiro. Alemania está especialmente interesada en asegurar sus intereses en el sector de baterías y vehículos eléctricos chinos.

Si tales “triunfos” se materializan, ocurrirán en el contexto de una China que está reforzando sus políticas industriales de autosuficiencia y su expansión interna y mercantilista en el extranjero.

China todavía no se compromete a abrir los mercados públicos, por ejemplo. A pesar de que las adquisiciones del gobierno chino ascienden a cientos de miles de millones cada año, las empresas europeas no serán tratadas por igual en las licitaciones públicas.

China se negó a firmar el Acuerdo sobre Contratación Pública de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Europa tampoco logró que Pekín aceptara un sistema de tribunales de inversiones para manejar las disputas de los inversores y es poco probable que las cláusulas de igualdad de condiciones capten cuestiones como los subsidios indirectos generalizados.

Uno de los principales problemas es que los compromisos para mejorar los derechos laborales siguen siendo vagos. No incluyen compromisos críticos con respecto al trabajo forzado, el derecho de asociación y todavía siguen abiertos a futuras negociaciones.

Tan pronto como se apruebe el acuerdo, será más difícil para la UE presionar a China sobre este asunto, especialmente ahora que el trabajo forzado parece que se convirtió en parte de su política de reeducación en Xinjiang.

Desde el momento en que se firme el acuerdo, Europa perderá influencia no solo en cuestiones críticas para su competitividad futura, sino también en cuestiones de valores fundamentales, que van desde los derechos humanos hasta el futuro de las centrales eléctricas de carbón.

Este ha sido un año en el que China rescindió su tratado internacional sobre Hong Kong. Ha sido un año durante el cual China se enfrentó en la frontera con India, se involucró en la coerción militar contra Taiwán y la coerción económica contra Australia.

Desde la perspectiva de Pekín, hacer que la UE firme un tratado de inversión después de esta secuencia de eventos y en la frase de la transición de poder en los EE. UU., equivale a un fuerte respaldo a su trayectoria política, sino a un estímulo para comportarse de manera más asertiva.

Promesas vagas

Dado que China no cumplió muchas de sus promesas a Europa en el pasado, ¿por qué un texto vago la comprometería con más seguridad?

Por el contrario, como sucedió a menudo, después de haber logrado un éxito en la diplomacia pública sobre Europa, China centrará aún más su atención en su único cliente difícil: Estados Unidos, con el beneficio adicional de dividir a los aliados durante una transición de suma importancia en Washington.

Si hacemos nuestro acuerdo por separado, por mucho que Donald Trump concluyó su acuerdo comercial de fase uno hace un año, socavará aún más la asociación transatlántica.

¿Por qué la vía rápida, la prisa de la UE de eludir un debate público, por qué hacer el juego a China? ¿Qué mensaje envía Europa, tan orgullosa de su integración cada vez más profunda, tan habladora de su autonomía estratégica abierta, tan insistente en su respeto por los valores, al resto del mundo? Los Estados miembros deberían pensarlo dos veces.

Este acuerdo es más que concesiones pragmáticas en el ámbito de la inversión. Afecta a otros importantes intereses y valores fundamentales europeos. Se trata de la credibilidad y de no cometer el mismo error de hacer acuerdos parciales y descoordinados del que los europeos acusaron al presidente Donald Trump.

Este tratado es un hito. Debe negociarse adecuadamente para que se convierta en un hito hacia un orden económico más equilibrado.

Artículo publicado originalmente en Eurobserver.

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