El portaaviones estadounidense Theodore Roosevelt Carrier Strike Group en un despliegue para entrenamiento programado en Indo -Pacífico. (Foto Wikimedia /Autor: la Marina de EE. UU)

El PCCh provoca con maniobras de guerra a Taiwán y Estados Unidos

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El régimen del Partido Comunista Chino envió un gran número de aviones militares a la parte suroeste de la zona de identificación de la defensa aérea de Taiwán, cerca de las estratégicas islas Pratas, que protegen el acceso sur al estrecho de Taiwán el fin de semana en un nuevo acto de provocación a Taipei y Estados Unidos, su más potente aliado.

demostración del poder aéreo del sábado fue importante, incluyendo bombarderos con capacidad nuclear y cazas veloces utilizados en operaciones ofensivas. Aunque los aviones chinos permanecieron en el espacio aéreo internacional, Pekín pareció transmitir mensajes hostiles a la isla democrática. El vuelo del domingo fue la vigésima incursión aérea china en menos de un mes.

Los ejercicios aéreos también enviaron una advertencia al presidente de EE. UU., Joe Biden. Su equipo no tardó en contratacar. El Departamento de Estado emitió un comunicado pidiendo a China que “cese su presión militar, diplomática y económica contra Taiwán y, en cambio, entable un diálogo significativo” con Taiwán. Y agregó que “el compromiso de EE. UU. con Taiwán es sólido como una roca”.

Quizás lo más significativo es que la declaración mencionó las sólidas pero a menudo ignoradas “Seis garantías” de la era Reagan. John Tkacik, un oficial retirado del servicio exterior que sirvió tanto en Pekín como en Taipei, dijo que el compromiso de Biden con las “Seis garantías” es diplomático porque “Estados Unidos no aceptó los reclamos chinos de soberanía sobre Taiwán”.

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Washington también respondió de una manera poderosamente simbólica. El grupo de ataque del portaaviones Theodore Roosevelt de la Armada de EE. UU. entró en el Mar del Sur de China para promover la “libertad de los mares”. China reclama casi todo el cuerpo de agua como su propio “suelo nacional azul”, aunque casi todos los demás países lo consideran parte del patrimonio mundial.

China, que nunca ejerció funciones soberanas sobre Taiwán, reclama la isla como una de sus provincias. Se cree que tomar el control de la República de China, que es el nombre formal de Taiwán, es el objetivo más alto de la política exterior de Pekín, que ahora parece que se está preparando para usar la fuerza. Las enmiendas a la ley de defensa nacional china, que ya entraron en vigor para este nuevo año, quitan poderes al Consejo de Estado, que administra el gobierno central civil, y se los entregan a la Comisión Militar Central del Partido Comunista. Entre los poderes transferidos se incluye la autoridad para movilizar a toda la población de China.

Xi Jinping, el agresivo gobernante chino, dijo este mes a su ejército que esté listo para la guerra “en cualquier momento”. Sus generales y almirantes no necesitaban que se lo dijeran. Han hecho de su “diplomacia militar” la política de China, que se convirtió rápidamente en un estado militar. Así que Washington debería estar preparado para defender a Taiwán si los ejercicios aéreos indican que China está a punto de provocar una crisis. Los líderes chinos a menudo prueban a los nuevos presidentes estadounidenses con algunos de sus ejercicios militares en sus aguas periféricas.

En la primavera de 2001, un avión chino se acercó peligrosamente a un avión de reconocimiento de la Marina estadounidense desarmado, provocando una colisión mortal sobre el Mar del Sur de China. A partir del invierno de 2009, buques chinos acosaron a dos buques de reconocimiento de la Armada estadounidense desarmados en el Mar del Sur de China y el Mar Amarillo. Uno de esos incidentes fue tan grave que constituyó un ataque a Estados Unidos, es decir, un acto de guerra. En ambas series de incidentes, la reacción de Washington fue insuficiente, lo que permitió a Pekín continuar con su actitud belicosa.

Los líderes chinos no pusieron a prueba a Donald Trump durante su mandato, tal vez por temor a su imprevisibilidad. Xi parece que va a por Biden, ya que está claro que los líderes chinos creen, o al menos pensaban, que podrían intimidar al nuevo presidente estadounidense. ¿Cómo lo sabemos? Los comentarios burlones de Di Dongsheng, profesor de la Universidad Renmin, se registraron y circularon públicamente por toda China. Di afirmó básicamente que China podría determinar los resultados en Washington si Trump perdía las elecciones.

Los líderes japoneses estaban preocupados por la partida de Trump. Yasuhide Nakayama, el ministro de defensa japonés, le aconsejó a Biden el mes pasado que Taiwán debería ser una “línea roja” para Estados Unidos. Los funcionarios japoneses saben un par de cosas sobre lo que pueden hacer los regímenes militaristas, y ahora ven con el régimen chino tendencias peligrosas que recuerdan al Japón imperial de los años 30, cuando los oficiales uniformados se hicieron con el control del gobierno en Tokio.

Pero la política taiwanesa de Biden se perfila como resuelta. En un movimiento que sorprendió a los observadores, su equipo de transición invitó al representante taiwanés de mayor rango en Washington, Bikhim Hsiao, a la toma de posesión la semana pasada. Su presencia puso fin a cuatro décadas de rechazo a Taiwán en la ceremonia. Continuó el acercamiento de la última administración a Taipei.

Con el compromiso de Washington con Taiwán, parece que el régimen chino ya no ejerce un veto sobre la política estadounidense hacia la isla. Pekín, con sus demostraciones de poderío aéreo, dio a conocer su descontento. De momento, casi todos los observadores piensan que Xi sólo está resoplando por Taiwán. Sin embargo, los regímenes que dicen querer una guerra casi siempre la encuentran.

Fuente: The Hill

Autor: Gordon G. Chang.

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