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La implantación del marco comunista a través de la fuerza y la coerción

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La caída del comunismo en China: Lecciones del colapso de la URSS

Parte 1:  Introducción
Parte 2. El Marco Comunista
Parte 3. La implantación del marco comunista a través de la fuerza y la coerción

Como decíamos, sobre las bases del Manifiesto, se fomenta la revolución bolchevique de 1917 (Revolución de Octubre) estableciéndose un estado socialista en todos los territorios del Imperio Ruso. En 1919, el revolucionario marxista Vladimir Lenin funda la Internacional Comunista, como instrumento para fomentar el comunismo en otros países, incluida China. En 1922 se anexan las repúblicas más lejanas conformando la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), cuyo primer líder fue el propio Lenin.

La constitución soviética adoptada en los años 30 y modificada en los 70 establecía que las regiones y nacionalidades estarían representadas en una suerte de parlamento conocido por Soviet Supremo pero en la práctica, todas las decisiones incluyendo la elección del líder de la URSS, estaban en manos del Partido Comunista (PCUS) y, más en concreto, en un pequeño grupo de dirigentes, el Politburó. En China [1], el partido comunista de la Unión Soviética (PCUS) no solo ayudó a incorporar al Partido Comunista Chino (PCCh) como una rama de la Internacional Comunista, sino que también guió su crecimiento y le dio apoyo militar durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, durante la guerra civil que derivó en el ascenso al poder del PCCh y la creación de la República Popular China en octubre de 1949. Al igual que la Unión Soviética, el PCCh promovió las obras de Marx, Engels y Lenin, junto con las de Mao Zedong.

Cuando Lenin fallece en 1924 y Iósif Stalin toma las riendas del Partido y del Gobierno, se suceden una secuencia de actos represores a gran escala que tienen grandes paralelismos en tiempo y forma con los ejercidos en la etapa de Mao. Tan parecidos, de hecho, que parece obra de la misma persona. Cuatro años después de que Stalin iniciara la colectivización económica del campo mediante expropiaciones masivas, una tremenda sequía de varios años agudiza el efecto de la reducción de producción de cereales dando lugar a una brutal hambruna en toda la Unión Soviética de la que se estiman 6-8 millones de muertos con especial impacto en Ucrania, en lo que se llamó “Holodomor” (“matar de hambre” en ucraniano).

En China, el “Gran Salto Adelante” de Mao, que conjugaba la colectivización y el trabajo en masa con objetivos de producción industrial irreales, coincidió de nuevo con varias sequías ocasionando la mayor hambruna de la historia reciente de China, con un estimado de 45 millones de personas fallecidas por inanición. Tanto en el caso soviético como en el chino, ocurrieron a los 8-9 años de que Mao y Stalin alcanzaran el poder y entre 35 y 37 años de la fundación de los Partidos Comunistas en sus respectivos países. En similar intervalo, a los 14 años de la llegada al poder de Stalin y a los 17 de la llegada al poder de Mao, la “Gran Purga” y la “Revolución Cultural” respectivamente se volvían hacia el interior del Partido y a opositores al régimen iniciando una brutal purga interna que en el caso de la URSS implicó 1,3 millones de encarcelados y 700 mil fusilados y en el caso de la República Popular China se estiman 7 y, según algunas fuentes, hasta 20 millones de muertes no naturales.

En el caso soviético, de los seis miembros del Politburó de Lenin, cuatro fueron ejecutados y de los 1966 delegados del XVII Congreso del Partido Comunista celebrado en 1934, 1108 fueron arrestados y casi todos murieron ejecutados o en prisión. El caso chino, a partir del agosto rojo de Beijing, tuvieron lugar varias masacres como la de Guangxi (con episodios de canibalismo masivo), el incidente de Mongolia Interior, la masacre de Guangdong, el caso de Zhao Jianmin, la masacre de Daoxian o el incidente de Shadian. En ellas, millones de personas sufrieron humillación pública, encarcelamiento arbitrario, tortura, trabajos forzados, hostigamiento sostenido, confiscación de bienes e, incluso, ejecuciones. Además, la represión se extendió no solo a los individuos sino a categorías enteras de población, por etnia, clase social o religión.

En la URSS los traslados de población para completar la limpieza étnica de los territorios los llevaron a zonas remotas de baja densidad demográfica. Al menos nueve grupos étnicos-lingüísticos distintos, incluyendo alemanes, griegos, polacos, tártaros de Crimea, balkarios, chechenos y calmucos, fueron deportados a zonas remotas no pobladas de Siberia y Kazajistán. Estos traslados tuvieron como consecuencia millones de muertos debido a las duras condiciones. También el antisemitismo de estado en los últimos años de Stalin, tras la Segunda Guerra Mundial, motivó la “Noche de los Poetas Asesinados” (1952) con trece de los más destacados escritores, poetas, artistas músicos y actores yidis ejecutados en secreto en un sótano de una prisión en Moscú o el “Complot de los Médicos” en donde se acusó a once médicos (siete judíos) de intentar asesinar a importantes miembros del PCUS.

En el caso chino, el traslado forzoso desde las ciudades a las regiones rurales durante el movimiento “Envío al campo” en plena Revolución Cultural se conjugó con la destrucción de reliquias y artefactos históricos, y saqueos de sitios culturales y religiosos. En China[4] hay 56 etnias, de las cuales la etnia Han es mayoritaria representando el 93,9% de la población total (año 2000) y, por tanto, las otras 55 etnias cubren el 6,1% de la población. Esta desproporción debería implicar pocas dificultades para su integración salvo por tres cuestiones: 1) tienen tradiciones culturales y religiosas muy distintas de la cultura sínica; 2) estas minorías de idiosincrasia fuerte entraron en conflicto cultural con el proyecto de nación del PCCh; y 3) viven en territorios muy extensos que no eran parte del corazón histórico de China. Durante este periodo, la ocupación por la fuerza del Tíbet fue la más mediática pero la represión se extendió a otras etnias (p.ej. uigures en Xinjiang) y a todas las religiones y prácticas espirituales.

Como decíamos, resulta sorprendente los parecidos entre los dos periodos soviético y chino comunista, que tuvieron incluso una duración similar (29 años Stalin y 27 años Mao). Todas las acciones de este periodo sirvieron para fijar el marco comunista a toda la población, a modo de prisión mental, y, como fuerza de oposición violenta, si en algún momento no había un enemigo claro se creaba uno ex profeso, incluyendo a los propios miembros del PCUS y el PCCh, para mantener a toda la población dentro del marco. Sin confrontación, sobre todo en la etapa de fijación, el marco se debilita. También dentro la ingeniería de almas necesaria para la creación de este marco/prisión se utilizaron el arte y cultura con la idea de esculpir al nuevo hombre soviético y el control de los medios a través de la propaganda dirigida para mantener alineados a los ciudadanos con los mensajes del Partido.

También, durante este periodo, quedan claramente reflejadas varias de las inconsistencias de la ideología comunista que habíamos adelantado en el artículo anterior. El Partido toma el poder “en nombre del proletariado” para proteger sus intereses, pero ¿quién decide qué es lo que necesita el proletariado? ¿tiene el proletariado voz propia para hacerse oír? y también ¿quién decide lo que quiere el Partido?

En realidad, es altamente improbable que un Partido vele y garantice la transición hacia su completa desaparición, hacia esa sociedad sin estado ni clases de la que hablaban Marx y Engels en el Manifiesto, manteniendo durante ese proceso transitorio un poder absoluto sobre la población, medios de producción, medios de comunicación, justicia, etc, teniendo en cuenta, además, la declarada y explícita negación de valores tradicionales como la verdad o la justicia que tan claramente manifestó Marx en múltiples ocasiones. Sin valores morales férreos relacionados como la justicia o el respeto por las libertades individuales no existe incentivo alguno para que un Partido con poder absoluto lo abandone.

Como veremos en la siguiente entrega, la aparente identificación entre Stalin o Mao y la voluntad del Partido solo era instrumental y el Partido seguirá ejerciendo el poder para garantizar su subsistencia independientemente del líder en concreto que esté en cada momento y de cualquier otra consideración, derivando inevitablemente, con el paso del tiempo y la estricta aplicación de esos principios, en el colapso del régimen soviético.

Referencias:
[1] https://es.minghui.org/html/articles/2020/11/21/118154.html
[2] Robert Service. Stalin: A Biography. 2004. ISBN 978-0-330-41913-0 Mr. David Holloway (1996). Stalin and the BombYale University Press. p. 18. ISBN 978-0300066647;
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. Abbott Gleason (2009). Wiley-Blackwell. p.373. ISBN 978–1–4051–3560–3;
Geoffrey A. Hosking (2001). “Russia and the Russians: a history“. Harvard University Press. p.469. ISBN 978–0–674–00473–6
Getty, Rittersporn, Zemskov (1993). Victims of the Soviet Penal System in the Pre-War Years: A First Approach on the Basis of Archival Evidence (en inglés). Vol. 98, No. 4. The American Historical Review. pp. 1017-1049.
[3] Akbar, Arifa (17 de septiembre de 2010). «Mao’s Great Leap Forward killed 45 million in four years». The Independent (en inglés).
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«La Revolución Cultural China». Arte Historia.jcyl.es.
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[4] Eugenio Anguiano-China, sus minorías étnicas y las resistencias uigur y tibetana

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