marco comunista

Conclusiones: ¿Está cerca el colapso del PCCh?

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La caída del comunismo en China: Lecciones del colapso de la URSS

Parte 1:  Introducción
Parte 2. El Marco Comunista
Parte 3. La implantación del marco comunista a través de la fuerza y la coerción
Parte 4. Evolución post Stalin y colapso de la URSS
Parte 5: PCCh 1989-1992. Hibridación ideológica y estrategia de ataque
Parte 6. PCCh 1993 – 2021: Evolución y situación actual

Parte 7. Conclusiones: ¿Está el colapso del PCCh cerca?

Durante este viaje, desde el Manifiesto Comunista de 1848 hasta hoy, nos hemos apoyado ocasionalmente en conceptos basados en la teoría del “framing” en su doble acepción de “marco” (social) y “esquema” (mental) [1]. Nuestra impresión es que, con frecuencia, la aplicación de esta teoría para cuestiones políticas es demasiado táctica, corto-placista, al darle al lenguaje, el instrumento transmisor, una importancia excesiva con respecto a lo que el lenguaje transporta (ideas, dinámicas sociales). El concepto de “marco” es tan simple como difícil porque engloba la complejidad del contexto social del momento, los canales de difusión de las ideas y las distintas interacciones sociales necesarias para que determinadas ideas se “fijen” en las mentes individuales y colectivas. De hecho, en múltiples fuentes se habla de la “fuerza de las ideas” y, en la misma línea, afirmamos que 1) los marcos una vez creados operan con autonomía y, en ocasiones, con una lógica independiente de la de su/s creador/es y 2) que todo lo que está vivo (marcos e ideas incluidas) se resiste a morir.

La primera conclusión, tras esta serie de artículos, es que la esencia y el comportamiento del marco comunista no actúa estrictamente como se definió en el Manifiesto ni en la ortodoxia “marxista-leninista” por la inconsistencia entre la fuerza de oposición “a todo lo existente” que viene a implantar la “dictadura del proletariado” y esa futura sociedad sin clases y sin estado. Al final, como en todos los movimientos revolucionarios, es la fuerza del cambio la que se impone a la utopía y más si, como es el caso, esa fuerza es contraria a todas las verdades universales incluida la justicia o la libertad individual. Por ejemplo, en el caso de la Revolución Francesa era la eliminación del derecho divino otorgado al rey para gobernar, la igualdad de todos los hombres, la verdadera fuerza de cambio (ayudada por un contexto de desigualdades y crisis económica). Y, como decíamos, el hecho de que, una vez creado, el marco se resiste a desaparecer hizo que, cuando se vio en peligro a través de coaliciones de países extranjeros y opositores para reestablecer la monarquía en Francia, provocara las dinámicas que acabaron derivando en lo que se denominó “el reinado del Terror” (junio 1793 – julio 1794).

Como explicábamos en el artículo introductorio, de la mano del Comité de Salvación Pública liderado por Robespierre se produjeron durante ese año decenas de miles de ejecuciones incluidas las del rey Luis XVI y su esposa, la reina Maria Antonieta. Una vez formado el marco, este siempre elige a la persona adecuada porque la selección se da a través de una corriente de cambio irresistible para algunos y horrible para otros. Es la posición que toma la persona ante el marco la que le hace o no idónea. De hecho, solo aquellas personas que son capaces de operar fuera del marco pueden controlarlo. El resto, la mayoría que operan desde dentro, son controlados inevitablemente por él. Robespierre sintió, desde el marco de la Revolución, los riesgos para su viabilidad de los potenciales ataques de potencias extranjeras y oposición interna y los puso por delante de otros valores personales, como su oposición a la pena de muerte, llegando a decir:” El terror, sin virtud, es desastroso. La virtud, sin terror, es impotente”. Trabajó para la supervivencia del marco, perdió tras un tiempo en el poder el control del proceso revolucionario y murió cuando ya no podía servirle más. Los valores “Libertad, Igualdad y Fraternidad” sin duda sobrevivieron porque lo que significó la Revolución, incluida la eliminación de la figura del rey mediante su decapitación, quedó fijado en el imaginario colectivo pero el movimiento que inició la primera república francesa acabó desmantelado en escasos 10 años de la muerte de Robespierre con la llegada de Napoleón Bonaparte. Llegó a un extremo y no pudo sostenerse.

Volviendo al marco comunista, Marx y Engels definieron al comunismo como un “espectro” y, en realidad, es el Partido Comunista la encarnación de ese “espectro” por lo que, consecuentemente, el marco comunista opera y se enfoca en su supervivencia. Ningún ser vivo, grupo o idea acepta desaparecer sin más, y menos, a partir de un poder absoluto que, como en este caso, enfoca prioritariamente sus acciones al control social y medios de producción para garantizar su permanencia en el poder. Esto implica inevitablemente una asignación ineficiente de los recursos al dedicarse una parte prioritaria al control y represión en lugar de al emprendimiento y a la innovación. Los millones de cámaras de vigilancia y sistemas de reconocimiento facial, el “gran muro” para controlar internet, el sistema control social en base a puntos, los campos de trabajo y reeducación de la población o el despliegue del Ejército en todas las poblaciones son muestras de ello. Volviendo al ejemplo de las guerras del opio [2], China, a pesar de tener un ejército de 800.000 hombres y un PIB muy superior al de Reino Unido tuvo que afrontar durante el siglo XIX un promedio de 25 levantamientos y disturbios al año lo que le impidió movilizarse adecuadamente ante la amenaza extranjera. Aunque los recursos de China eran enormes de forma agregada, la mayoría eran utilizados para subsistir mientras que Reino Unido, a pesar de que producía la mitad que China, tenía 13 veces menos población lo que le permitía una mayor riqueza disponible para otros propósitos. Una de las principales conclusiones que se sacan de aquí y del libro de Michael Beckley [2] (que referenciamos en el anterior artículo) es que “la represión es muy cara” y, como decíamos, distorsiona una asignación óptima de recursos. Indirectamente, pero en la misma línea, tenemos el gasto del gobierno, por ejemplo, que en los EE.UU. es de 3,4% de su PIB nacional, el de Japón es de 2,8%, y en China es el 25,6% mientras que según el FMI (abril 2021) el PIB per cápita de EE. UU. es 68.309 USD, el de Japón 44.585 USD y el de China de 18.931 USD. Además, tenemos la prueba histórica que todas las naciones comunistas se caracterizan por unas pobres condiciones de vida de la población y una gran brecha social entre las élites comunistas y el resto.

Otra de las características esenciales del marco comunista es la oposición violenta, la confrontación continua. Como decíamos en pasados artículos, dentro del marco, como todo elemento finito, está lo que le define, lo que le caracteriza, junto con lo que acabará con él. Por eso, volvemos a acudir a la sabiduría de Sun Tzu, que tan conveniente ha sido en la implementación de las estrategias del PCCh, para terminar de caracterizarlo: “he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y repentinas, pero nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que mantuviese la campaña por mucho tiempo. Nunca es beneficioso para una nación dejar que una operación militar se prolongue por mucho tiempo”. Y más adelante sigue: “Así pues, lo importante en una operación militar es la victoria y no la persistencia. La persistencia no es beneficiosa. Un ejército es como el fuego; si no lo apagas, se consumirá por sí mismo”. En consecuencia, una confrontación permanente implica un colapso seguro.

De hecho, el recorrido por la evolución del comunismo en Rusia primero y en la Unión Soviética después nos ha dado una estimación de cuánto podría durar el marco comunista en un escenario de aplicación estricta. En realidad, no solo Chernóbil, sino que la propia aparición de una figura como Gorbachov es consecuencia del agotamiento y pérdida de poder del marco. Cuando el marco está fuerte traslada sus convicciones lo suficiente para que la movilización sirva a su causa o actúa como elemento restrictivo de opciones no alineadas con él. La cuestión es que el marco es algo definido, no puede ser otra cosa, y su aplicación sistemática solo lleva hasta un final concreto. En concreto, la aplicación del principio de prioridad del Partido y su permanencia en el poder y el de la confrontación continua contra todos los valores tradicionales han demostrado una supervivencia de 74 años en el caso soviético. Como decíamos, el que los miembros del Politburó eligieran a un reformador implica que el marco comunista ya no podía sostener más su poder de restricción e inadvertidamente se apoyó a una persona que inició un proceso de desmantelamiento sin, quizás, ser él mismo consciente del todo. El grado de corrupción y degradación del sistema era tan grande que no pudo impedir catástrofes como Chernóbil o el ascenso y las reformas de Gorbachov.

Por lo anterior, sorprende a nivel internacional el caso de China puesto que ni su acercamiento a la economía de mercado ni, tal y como algunos analistas han afirmado, su alejamiento de Marx para acercarse a Confucio (“sociedad armoniosa”) o su crecimiento económico, político y militar encajan con el modelo comunista tradicional. Es más, aprovechándose de la actual debilidad de Occidente, el PCCh está promocionando el modelo de desarrollo chino como una alternativa exitosa para otros países fomentando la visión de que en China no se está aplicando un comunismo puro y que es un experimento social único en el mundo y fuera de toda comparativa. Pues bien, tal y como hemos tratado de demostrar en esta serie de artículos, todas estas impresiones son producto de un engaño perfectamente calculado. Esta hibridación ideológica que representa el “socialismo con características chinas” es simplemente una “cortina de humo”, una mentira para poder robar recursos del enemigo (Occidente) e ir haciéndose más fuerte sin ser advertido. No existe en realidad el mercado interno chino, no hay empresas chinas privadas, no hay libre competencia ni propiedad intelectual ni tecnológica. El PCCh lleva jugando con las “cartas marcadas” desde mucho antes de entrar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y ha contribuido a mantener esta farsa un sistema de sobornos y coacciones perfectamente coordinado desde el Gobierno. Este ataque desde una multiplicidad de frentes ha resultado prácticamente invisible para Occidente por su codicia, alcanzando de hecho la “no forma” de la que hablaba Sun Tzu, hasta el lanzamiento de los planes expansionistas por Xi Jinping.

Hemos tratado de demostrar en esta serie de artículos que el PCCh en ningún momento ha abandonado lo esencial del marco comunista, que ha mantenido una aplicación estricta del marco de la misma manera que lo hizo la URSS. Hay coincidencias en eventos durante el desarrollo del comunismo en ambos países que no podemos explicar racionalmente pero que podríamos entenderlas como señales de cambio de etapa.

En el momento de la implantación de la economía comunista en ambos países, a los 8-9 años de la llegada al poder de Stalin y Mao, se vivieron unas sequías terribles que junto con desastrosas decisiones gubernamentales provocaron millones de muertes. A continuación, a los 14 años de la llegada de Stalin al poder y 17 años en el caso de Mao se purgaron a miles, millones de miembros del propio Partido. Posteriormente, durante el periodo de relajación imprescindible para la definitiva fijación del marco comunista, un acontecimiento de debilidad a los 11 años de la muerte de Stalin y Mao (crisis misiles de Cuba y Tiananmen) volvió a provocar un nuevo ajuste. Todos estos eventos surgen más o menos en intervalos similares. De la misma manera, la pandemia del COVID-19 ocurre a los 70 años del PCCh en el poder, mientras que Chernóbil ocurre a los 69 años de la Revolución de Octubre. Como decíamos, el comunismo gobernó en Rusia/URSS durante 74 años, otro partido de corte autocrático y de inicios comunistas, como el PRI en México, gobernó durante 70 y, por ejemplo, en Cuba lleva 62 años con claras muestras de desgaste. Actualmente el PCCh lleva 72 años en el poder.

Sin duda, no tenemos información ni perspectiva histórica suficiente para afirmar que el COVID-19 es el Chernóbil del PCCh o cuánto tiempo en concreto le queda en el poder pero, teniendo en cuenta que estamos convencidos de la aplicación estricta del marco comunista, sí creemos que el final del PCCh está cerca. De hecho, aunque la propaganda y el hermetismo del régimen impiden, al igual que ocurrió con la Unión Soviética, tener una imagen veraz de la situación real podemos mostrar algunas pruebas, adicionales a las explicadas en el artículo anterior, de degradación del sistema:

  • La impresionante trayectoria de las principales empresas chinas, además del hecho de que tengan garantizadas las ventas en su gigante mercado doméstico, tiene una parte de engaño en particular en lo relativo a su competitividad respecto a las empresas extranjeras. Huawei [3], por ejemplo, malvende estaciones base de red y equipos de red 5G a empresas occidentales a un 40% de su precio real. Cuando Huawei firma un contrato con un cliente internacional, el Banco de Desarrollo de China, de propiedad estatal, ofrece un préstamo al comprador y transfiere el dinero a Huawei inmediatamente. Si el cliente no puede devolver el préstamo, Huawei no sufre la pérdida sino el Banco de Desarrollo de China, que luego acaba repercutiendo esa deuda al pueblo chino. Huawei registró un beneficio neto de 47.500 millones de yuanes (7.200 millones de dólares) en 2016 pero el Banco de Desarrollo de China tuvo una pérdida de 82.800 millones de yuanes (12.600 millones de dólares). El banco perdió 257.300 millones de yuanes (39.200 millones de dólares) entre 2013 y 2017, mientras Huawei siguió mejorando sus resultados. Este tipo de respaldo por parte de un banco estatal es una ventaja que las empresas occidentales no tienen, pero distorsiona una foto real de las verdaderas capacidades y fortalezas de sus empresas.
  • El envejecimiento [3] de la población, con el efecto de disminución de los ahorros, genera una presión importante sobre el sistema bancario porque los chinos ahorran mucho para compensar la escasa provisión de la seguridad social del estado. Durante tres décadas, los ahorros de la gente corriente financiaron el espectacular endeudamiento de las empresas estatales, pero ¿qué pasará cuando se necesite retirar los ahorros para financiar cientos de millones de jubilaciones? Por supuesto, como nadie sabe cuánto pidieron realmente prestado las empresas estatales (todo el mundo miente) no se sabe la gravedad del impacto pero es seguro que será muy relevante.
  • China Merchants Bank [3] informó en 2019 que el 2% de las personas en China controla el 80% de la riqueza, y la Universidad de Beijing informó que en China, el coeficiente de Gini era de 0,73 en 2014 (se considera que un país tiene grandes diferencias en los ingresos si el número es superior a 0,4 y una diferencia severa de ingresos si es superior a 0,5). Según Forbes en abril de 2021, Beijing se convirtió en la ciudad con mayor número de multimillonarios, 100 en total. El beneficio de la apertura de la economía de China fue en parte arrebatado por los 500 principales funcionarios y sus familias. Transfirieron cantidades de dinero fuera de China, incluso a Hong Kong, EE. UU. y Suiza. En 2020 se informó que 100 chinos han depositado más de 7,8 billones de yuanes (1,2 billones de dólares estadounidenses) solo en el banco suizo UBS.
  • Según el informe [3] de riqueza de Hurun, entre los representantes de la asamblea popular nacional (NPC) y la conferencia consultiva política del pueblo chino (CPPCC), los 83 individuos más ricos tienen un valor medio de activos de 335 millones de dólares. En cambio, el Centre for Responsive Politics muestra que los congresistas más ricos de Estados Unidos tienen un valor medio de activos de solo 5,64 millones de dólares. Mientras que 600 millones de ciudadanos chinos tienen ingresos mensuales de menos de 1.000 yuanes (unos 154 dólares), los legisladores más ricos de China tienen 60 veces más activos que sus homólogos en Estados Unidos. En Estados Unidos, el ingreso promedio per cápita es 11 veces mayor que en China, mientras que el precio de la vivienda en China es 5 veces mayor que en Estados Unidos.
  • Respecto al % de cónyuges e hijos de altos funcionarios que residen fuera de China [3]. Según las estadísticas del gobierno de los EE. UU., para los funcionarios del PCCh con rango ministerial o superior, incluidos los jubilados, el 74,5% de sus hijos tienen tarjeta verde o ciudadanía estadounidense y el 91% de sus nietos la tienen.
  • Las crecientes prohibiciones del gobierno para la salida de capitales fuera de China demuestran la creciente desconfianza de las élites y los ataques del régimen a figuras fabricadas por ellos, como Jack Ma (fundador de Alibaba), junto con las periódicas purgas en el Partido por Xi, son muestras de un agotamiento del modelo.
  • La propia pandemia del COVID-19, sus devastadores efectos a nivel mundial, el desconocimiento sobre sus orígenes y el hermetismo en la gestión por el régimen chino es otra muestra de la degradación del sistema. El PCCh se ha aprovechado de la corrupción moral de la sociedad occidental para extenderse como una enfermedad por el resto del mundo y, sorprendentemente, el simbolismo de la pandemia lo ejemplifica a la perfección

Tradicionalmente, desde la sociedad occidental, se ha asumido que el carácter dócil de la población china hace muy difícil que se dé una revolución dentro del país pero se olvidan que otra característica muy importante del pueblo chino es su carácter pragmático y si la población, hastiada de la corrupción institucional, de la desigualdad y de la restricción de libertades, comprueba que el PCCh no puede proveerles de unos mínimos no dudará en deshacerse de ellos. Basta con que los mercados internacionales dejen de confiar en la economía china o que las empresas extranjeras dejen de deslocalizar su fabricación o que se dejen de comprar productos chinos o que los disturbios de la población se incrementen hasta que asuste a suficientes miembros del PCCh, basta con que una sola cosa de estas pase, para que todo caiga como un castillo de naipes. El “dragón rojo” es en realidad, como dicen, un “tigre de papel” [2] y su final está cerca. Lo mejor que podrían hacer el resto de naciones es cortar cuanto antes toda relación comercial y diplomática con el PCCh para que su caída les afecte lo menos posible. El esperar que se aplique el principio del “too big to fail” y que haya alguna forma de rescate encubierto es arriesgado y asume una posición de fuerza del resto de la comunidad internacional que no es absoluto segura. En cualquier caso, a partir de su colapso nada volverá a ser igual.

“Cuando la gente no tiene miedo a la muerte,
De nada sirve amenazarla con ella.
Cuando la gente vive con miedo a morir,
Y violar la ley equivale a morir,
¿Quién va a atreverse a violar la ley?
Siempre hay un verdugo.
Si quieres ocupar su puesto,
Es como pretender ser carpintero y cortar madera.
Si quieres cortar madera como un carpintero,
es seguro que te cortarás la mano”.

Tao Te King LXXIV, Lao Tsé

Referencias:
[1] Nadia Sabrina Koziner-CONICET-Universidad de Buenos Aires-Universidad Nacional de Quilmes-“Antecedentes y fundamentos de la teoría del framing en comunicación”-marzo-abril 2013.
[2] https://www.theatlantic.com/ideas/archive/2021/05/china-paper-dragon/618778/
[3] https://es.minghui.org/html/articles/2021/4/3/119442.html; https://es.minghui.org/html/articles/2021/4/19/119583.html
[4] Sun Tzu- “El Arte de la Guerra”

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