La evolución post Stalin y colapso de la URSS

Tiempo de lectura: 8 minutos

Te puede interesar

La caída del comunismo en China: Lecciones del colapso de la URSS

Parte 1:  Introducción
Parte 2. El Marco Comunista
Parte 3. La implantación del marco comunista a través de la fuerza y la coerción

Parte 4. Evolución post Stalin y colapso de la URSS

Tras la muerte de Stalin [1] se crea un liderazgo compartido dentro del PCUS en el que destaca Nikita Jrushchov. Jrushchov critica la etapa anterior, ordena la liberación de los presos políticos en los Gulag, y relaja los controles de tipo represivo sobre la sociedad, en un proceso que se dio a llamar “desestanilización”. Este acto de revisionismo choca con la posición de Mao (en pleno proceso opuesto) y se produce una ruptura en las relaciones chino-soviéticas. Por supuesto, el marco no cambia en lo esencial como demuestran la represión de las sublevaciones anticomunistas en Hungría y Polonia en 1956 o la censura a novelas como Doctor Zhivago, al no encajar en los cánones de “realismo socialista”, que incluso obligó a Boris Pasternak a rechazar el Premio Nobel de Literatura en 1958.

Tras los resultados de la crisis de misiles de Cuba con EEUU (1962), Jrushchov cae en desgracia y es obligado a dimitir en 1964. Le sucede, dentro del liderazgo colectivo, Leonid Brézhnev como Secretario General y hombre fuerte del Partido. Este periodo se caracteriza tanto por el inmovilismo (застой) y el estancamiento político y económico como por la invasión de Checoslovaquia en 1968 para detener las reformas de la primavera de Praga y la intervención en la guerra de Afganistan en 1979 para apoyar al gobierno comunista local.

Tras Brézhnev, le suceden dos líderes, Yuri Andrópov con 68 años y Konstantín Chernenko 72, que mueren en menos de dos años. Con el fin de evitar un nuevo líder efímero y dejar de lado el estancamiento de la economía soviética, se elige en 1985 a Mijaíl Gorbachov como Secretario General del PCUS, el más joven de su historia (54 años) y el primero con estudios universitarios.

Poco después de llegar al poder Gorbachov inicia una serie de programas reformistas; uskoréniye, glásnost y perestroika, y meses después acontece el célebre accidente de Chernóbil (26 de abril de 1986) que tuvo una importancia simbólica en los acontecimientos que vinieron a continuación. La opacidad y crueldad en su gestión y la decadencia que se adivinaba en el programa nuclear soviético ensombreció los planes reformistas desde su inicio.

Uskoréniye (aceleración), el primer plan puesto en marcha, pretendía acelerar el desarrollo social y económico de la Unión Soviética. En un discurso en mayo de 1985 en Leningrado, Gorbachov se convirtió de nuevo en el primer líder en su historia en reconocer la ralentización del desarrollo económico y del nivel de vida soviético. Glásnost (transparencia) se enfocaba en liberalizar el sistema político incluyendo una mayor libertad de prensa mientras que perestroika se concentraba en reformar el sistema económico.

El cambio consistió en abrirse a una economía de oferta y demanda con liberación de precios y autonomía a las empresas privadas para que tomaran las medidas que creyeran convenientes con sus empleados. Tan importante como lo que implicaban estas reformas fueron la forma y el contexto en la que se pusieron en marcha. Además del desastre de Chernóbil, en 1988 se ponía fin a nueve años de intervención en la guerra de Afganistan retirando al ejército soviético del conflicto. A finales de ese año, ocurrió el peor desastre natural en la historia de la URSS, un terremoto en Armenia que dejó 25.000 muertos, 140.000 discapacitados y 514.000 personas sin hogar.

En 1989, se explicita la retirada del apoyo militar a los antiguos Estados satélites de la Unión Soviética en lo que se denominó “Doctrina Sinatra” [3]. El nombre viene de la canción “My Way” popularizada por Frank Sinatra y fue acuñada por Gennadi Guerásimov, portavoz oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS, el 25 de octubre de 1989 durante una entrevista con una cadena de televisión estadounidense. Básicamente, se trataba de permitir a estas naciones definir a su propio modo las soluciones a sus problemas internos. Todo lo anterior, generó un movimiento en cadena que derivó en lo que se llamó las “Revoluciones de 1989” con el derrocamiento de los regímenes comunistas en los países aliados del Pacto de Varsovia. Polonia (agosto), Hungría (octubre) y la caída del Muro de Berlín (noviembre) que, junto con la desaparición de la RDA y a través de la difusión de las imágenes por TV, impulsó las revoluciones en Checoslovaquia (noviembre-diciembre), Bulgaria (noviembre-diciembre) y Rumania (diciembre).

La pérdida de esta protección del cinturón exterior fue el inicio del fin de la Unión Soviética porque dio alas a las revueltas contra el dominio soviético en diferentes países. En septiembre de 1991, la URSS reconoció la independencia de Estonia, Letonia y Lituania. Las proclamaciones de independencia de otras repúblicas se fueron sucediendo y, junto al colapso económico, Gorbachov perdía autoridad. El 8 de diciembre de 1991, Gorbachov anunció la disolución de la Unión Soviética aunque esta dejó formalmente de existir el 25 de diciembre.

En su momento, a muchos analistas les sorprendió este rápido colapso y se especuló sobre la influencia de la situación económica previa como causa raíz, esto es, que precisamente ese estancamiento económico hubiera forzado al PCUS a un brusco cambio de políticas que finalmente hubiera derivado involuntariamente en la caída del régimen. El economista español Juan Ramón Rallo [3] analiza extensamente la evolución de la economía soviética en un par de artículos para El Confidencial con motivo del centenario de la Revolución rusa (“¿Fue la Revolución rusa un éxito económico?”) y, aunque muestra los defectos inherentes a una economía de planificación central y deja de manifiesto que el estancamiento post-estalinista era algo inevitable, en ningún momento vincula el colapso del régimen al estancamiento económico. De hecho, economías como la cubana o la de Corea del Norte muestran cómo pueden mantenerse sistemas económicos del todo ineficientes durante mucho tiempo sin que haya un cambio de régimen.

De entre todas las teorías al respecto, nos alineamos con la que mantiene Mark Harrison, profesor de economía de la Universidad de Warwick (Reino Unido), que explica en varios papers [4] cómo el colapso económico ocurrió simplemente porque el dictador, el PCUS, dejo de dar órdenes a un sistema que lo necesitaba como elemento esencial para operar. Es decir, que el desastre sobreviene por una decisión unilateral del dictador y no forzado por causas externas. De hecho, Harrison muestra varias encuestas de la época (una vez aprobada la libertad de prensa) en las que el grado de aceptación al sistema soviético superaba el 50%. No había una exigencia por parte de la población que justificara el nivel de reformas que finalmente el gobierno de Gorbachov llevó a cabo. Y, sencillamente, en cuanto el dictador abdicó de su posición, el sistema entero se derrumbó.

Como decíamos en otros artículos, dentro del propio marco están tanto sus principales características como lo que determinará su final. En realidad, la aplicación estricta del comunismo había corrompido y degradado a todo el sistema soviético y solo el control total de todos los medios junto con la propaganda había conseguido que no fuera evidente para el resto del mundo. De hecho, Chernóbil tuvo un efecto metafórico sobre el estado real del sistema. Según el propio Gorbachov declaró en una entrevista a El País en 2006 [5]:

El accidente nuclear en Chernóbil fue tal vez-incluso más que la perestroika iniciada por mi gobierno- la verdadera causa del colapso de la Unión Soviética ” y más tarde afirma que: “El Politburó no tuvo de manera inmediata información apropiada y completa que reflejara la situación posterior a la explosión (…) De hecho, nadie sabía la verdad, y por esta razón fueron en vano todos nuestros intentos por recibir información completa sobre la dimensión del desastre ”.

William Taubman en su biografía sobre el líder soviético [6] concluye que: “la energía atómica había sido, con seguridad, la prioridad fundamental del régimen, especialmente para el ejército, pero también para usos civiles. Su eficacia en materia nuclear era la prueba, cuando todo lo demás andaba mal, de que el sistema aún funcionaba (…) Que incluso el ámbito intocable de lo nuclear estuviera podrido vino a indicar que todo el sistema lo estaba, puesto que las grietas que Chernóbil y los acontecimientos posteriores revelaron eran característicos de todo el sistema: una incompetencia flagrante, encubrimientos a todos los niveles y un secretismo de la cúpula ”.

Al final, un sistema orientado principalmente a la supervivencia y el mantenimiento en el poder del Partido acaba degradando el resto de las estructuras porque las condiciona hasta el punto de hacerlas ineficientes. Es un sistema que prioriza el control sobre las soluciones y el esquema de premios y castigos que fomenta, al no estar relacionado con valores tradicionales como la libertad individual, la mejora de la vida de la gente, la justicia o la eficiencia acaba derivando en incompetencia, mentira y desigualdad generalizada. Todo lo contrario de la utopía de Marx & Engels.

Realmente, lo que implicó el proceso de apertura política (glásnost) con la Doctrina Sinatra y la restructuración económica (perestroika) fue un brusco cambio de marco que empezó, como advierte Lakoff, con las propias palabras y lo que evocaban para acabar finalmente en un cambio social. Las nuevas palabras (uskoréniye, glásnost, perestroika, Sinatra) y el nuevo marco que inspiraban entraba en colisión con el marco comunista que llevaba ejerciendo de prisión durante 70 años y que Lenin y Stalin habían fijado tras décadas de terror. De hecho, sigue sorprendiendo que lo que tanto tiempo y esfuerzo costó implantar desapareció bruscamente como una ilusión.

En realidad, todo sistema comunista se fundamenta en el control social y en el de las empresas y medios de comunicación y, en cuanto se transmitió a las naciones del Pacto de Varsovia su independencia y libertad de acción, el marco comunista fue negado lo que provocó la cascada de Revoluciones. En la URSS la libertad de prensa o el brusco cambio de una economía de planificación central a una con libertad de precios, junto con el impacto de las Revoluciones del 89, colisionó con el marco anterior haciendo imposible mantener el PCUS y muchas de las antiguas estructuras de gobierno soviéticas. Tal y como el propio Juan Rallo explica en su segundo artículo “una vez la URSS abrió un poquito la mano en la esfera política (Glásnot) y en la esfera económica (Perestroika), el sistema autocrático se vino abajo”.

De hecho, al interrogante de cómo el PCUS permitió a Gorbachov toda esa agenda reformista, nuestra respuesta es sencillamente por el agotamiento del sistema. Al estar tan degradado, y a pesar de que es de dominio público las importantísimas discrepancias internas en el Partido durante todo el proceso de reformas, no hubo forma de pararlo. Gorbachov, sin quizás ser consciente, dejó de operar dentro del marco comunista en el momento que le empezó a importar el bienestar de su población, la libertad de prensa o la eficiencia y el rendimiento de las inversiones.

¿Podría repetirse algo similar en el caso del PCCh?

Referencias:
[1] Robert G. Kaiser, “Cómo viven los rusos”, EMECÉ, Buenos Aires, 1978, páginas 231-232 [Russia: The people and the power (“Rusia: La gente [el pueblo] y el poder”), Atheneum Publishers, 1976] Nenarokov, Albert P., Russia in the twentieth century: the view of a Soviet historian (“Rusia durante el siglo XX: La mirada de un historiador soviético”), William Morrow Co, Nueva York, 1968.Leonard Schapiro, The Communist Party of the Soviet Union (“El Partido Comunista de la Unión Soviética”), Vintage Books, Nueva York, 1971. ISBN 0-394-70745-1
Gaidar, Yegor. “The Soviet Collapse: Grain and Oil”. On the Issues: AEI online. American Enterprise Institute. Archived from the original on 2009-07-22. Retrieved 2009-07-09. (Edited version of a speech given November **, **** at the American Enterprise Institute.)
Gorbachev, M. S., Memoirs, 1996. London: Bantam Books.
English, R. D. Russia and the Idea of the West: Gorbachev, Intellectuals and the End of the Cold War, 2000. Columbia University Press.
Matlock, J. F. Jr., Reagan and Gorbachev: How the Cold War Ended, 2004.
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_Sinatra; https://es.wikipedia.org/wiki/Revoluciones_de_1989
[3] Juan Ramón Rallo. https://juanramonrallo.com/fue-la-revolucion-rusa-un-exito-economico-i/; https://blogs.elconfidencial.com/economia/laissez-faire/2017-11-17/revolucion-rusa-exito-economico-modelo-stalinista_1479072/
[4] Mark Harrison. Department of Economics. University of Warwick. “Coercion, compliance, and the collapse of the Soviet command economy” March 2001. “Are Command Economies Unstable? Why did the Soviet Economy Collapse?”. February 2003.
[5] https://elpais.com/diario/2006/04/21/opinion/1145570413_850215.html
[6] William Taubman, 2018. “Gorbachov. Vida y Época”

Parte 5: PCCh 1989-1992. Hibridación ideológica y estrategia de ataque

Artículo previo
La UE refuerza lazos con Taiwán ignorando las protestas del régimen chino
Siguiente artículo
Las escuelas privadas en China están desapareciendo

Artículos Relacionados

No results found.

Otros Artículos