La caída del comunismo en China: Lecciones del colapso de la URSS | El Marco Comunista

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La caída del comunismo en China: Lecciones del colapso de la URSS

Parte 1:  Introducción

Parte 2. El Marco Comunista

Sin duda, por su importancia, debemos empezar por el Manifiesto Comunista escrito por Karl Marx & Friedrich Engels en 1848; cimiento y motor de todo lo que vino después. Los ejemplos a continuación son una muestra de su contenido.

– [Inicio del Manifiesto] “Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.

– “Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de luchas de clases”.

– “El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder”.

– El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas.

– ¿Nos reprocháis acaso que aspiremos a abolir la explotación de los hijos por sus padres? Sí, es cierto, a eso aspiramos.

– En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones por otras.

– Además, se seguirá arguyendo, existen verdades eternas, como la libertad, la justicia, etc., comunes a todas las sociedades y a todas las etapas de progreso de la sociedad. Pues bien, el comunismo -continúa el argumento- viene a destruir estas verdades eternas, la moral, la religión, y no a sustituirlas por otras nuevas; viene a interrumpir violentamente todo el desarrollo histórico anterior.

– [Fin del Manifiesto] “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!“.

Según Lakoff: “puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje. Pensar de modo diferente requiere hablar de modo diferente[1]. El Manifiesto, y el marco que define, incluye “espectro”, “lucha de clases”, “conquista del Poder”, “abolición” del concepto tradicional de familia, “desaparición” del concepto de nación (como elemento opresor), “destruir verdades eternas, la moral y la religión” y, en definitiva, “derrocar con violencia todo el orden social existente”. Se define en oposición a lo tradicional y establecido y el hecho de que no niegue las verdades eternas, ni pretenda sustituirlas por otras, sino que simplemente venga a destruirlas como un “espectro”, define un marco de actuación que para un creyente sería demoniaco y, para cualquier otra persona, bélico y basado en fuerzas como el odio o la violencia. No solo la moral y la religión sino conceptos como “libertad” y “justicia” quedan fuera del marco. Es una fuerza de oposición pura.

También es muy significativo cómo, esa concreción que el Manifiesto Comunista muestra con respecto a la lucha de clases y la toma del Poder se vuelve indefinida cuando se trata de concretar los objetivos una vez alcanzado el éxito; qué ocurre, según Marx y Engels, una vez eliminadas esas diferencias de clases y con toda la producción “en manos de la sociedad”.

Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político. El Poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con este hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase. Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”.

Los conceptos “el Estado perderá todo carácter político” o “asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos” son excesivamente abstractas y por lo tanto de difícil implementación. Por supuesto, somos conscientes de su carga filosófica y conceptual pero es evidente que el marco aquí se vuelve difuso y utópico, en contraste con su planteamiento central que es la confrontación violenta al orden establecido.

Adicional al Manifiesto, la serie de libros de Marx “El Capital” aborda con más detalle las críticas a la economía del capital y a lo que se define como robo del trabajo humano a través de la propiedad privada y el libre usufructo de esas ganancias. Ahora, como vemos, del modelo revolucionario de “¡proletarios de todos los países, uníos!” a la sociedad utópica con un estado sin carácter político hay un salto que requiere de una concreción que Marx no aporta y que resultaba imprescindible para dotarle de viabilidad y longevidad.

De ello se encargó Vladimir Lenin, cuyo planteamiento acabó derivando en lo que se denominó “marxismo-leninismo”, ideología que se implantó en la Unión Soviética, China, Cuba, Laos y Vietnam. Básicamente, el marxismo-leninismo sostiene la necesidad de un partido de vanguardia, un partido comunista, que afirma representar la dictadura del proletariado y que toma el poder en su nombre. Ese estado controla la economía y los medios de producción, reprime a la burguesía, la contrarrevolución y la oposición y promueve el colectivismo en la sociedad allanando el camino para esa eventual sociedad comunista, sin clases y sin estado.

Lo realmente fascinante, como veremos en los siguientes artículos, es que la evolución del marco a partir del momento de su implantación parece funcionar con voluntad propia, operando independientemente y en ocasiones en contra de los deseos y decisiones de las personas que contribuyen a su creación. Asumiendo que esa sociedad utópica descrita por Marx, esa “asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos”, sin clases ni estado fuera realmente su objetivo primordial, la historia posterior nos demuestra que en ningún lugar del mundo se ha conseguido porque el marco comunista ha evolucionado perpetuando la fase inicial de control del Partido.

Es más, como veremos en los siguientes artículos, el marco ha identificado al Partido Comunista y su supervivencia como el objetivo esencial y prioritario, de manera que cualquier otra acción de cualquier tipo está supeditada a este fin. Lenin, en línea con Marx, abogaba por la extensión de la Revolución al resto del mundo como un elemento incluso de protección, y de ahí la creación de la Internacional Comunista, pero Stalin, que fue finalmente el encargado de la primera fase de la implantación del marco, decidió circunscribir su línea de actuación a la Unión Soviética y al Pacto de Varsovia. Posteriormente, el modelo Stalin volvió a ser nuevamente negado en lo que se llamó “desestalinización”. En cualquier caso, todos estos ajustes y modificaciones no cambiaron lo esencial del marco: su naturaleza iconoclasta contraria a los valores tradicionales y la representación del Partido como autoridad suprema.

Por último, y sobre ello profundizaremos en las conclusiones de esta serie, en la propia naturaleza del marco está su inicio, lo que le define, pero también su fin. Cuando algo es definido, concreto, en sí mismo contiene las limitaciones que le llevarán a su desaparición. Ahora bien, antes de llegar a este punto, la mejor forma para familiarizarnos con él y sus particularidades es profundizar en como Stalin y Mao lo implantaron brutalmente en la población de una forma tan parecida y con consecuencias tan similares que pareciera haber sido hecho por la misma persona.

Referencias:
[1] “Don’t think of an elephant!”-George Lakoff- 2004.
[2] Manifiesto Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm
[3] Hanson, S. E. (2001). «Marxism/Leninism». International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences. pp. 9298-9302. ISBN 9780080430768. doi:10.1016/B0-08-043076-7/01174-8.
Bottomore, T. B. (1991). A Dictionary of Marxist Thought. Wiley-Blackwell. p. 54.a b c Cooke, Chris, ed. (1998). Dictionary of Historical Terms (2nd ed.). pp. 221–222

Parte 3. La implantación del marco comunista a través de la fuerza y la coerción

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