China y el poder militar a través de la inteligencia artificial

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  • El mayor peligro sería la complacencia o la relajación de las restricciones comerciales sobre la tecnología de doble uso. También lo sería cualquier retroceso en las investigaciones de contraespionaje sobre el soborno de profesores universitarios estadounidenses por parte de China o las nuevas infiltraciones de ciudadanos chinos vinculados al Ejercito Popular de Liberación (EPL) en centros de investigación de EE. UU. Ambos son ejemplos de la voluntad de Pekín de jugar a largo plazo en lo que respecta al robo de propiedad intelectual que tiene potenciales aplicaciones militares.
  • Curiosamente, hay otra empresa china que se menciona a menudo en los debates sobre el impulso de China en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) de reconocimiento facial. La empresa conocida como Megvii produce una aplicación de software llamada Face++ que ha conseguido muchas patentes en el uso de la IA para tecnologías de vigilancia. Una de las partes interesadas Bohai Harvest RST, la empresa de inversiones creada por Hunter Biden y sus socios comerciales.
  • Hemos visto que China es uno de los muchos practicantes de la estrategia “Princeling”, que enriquece a los asociados o miembros de la familia de los políticos poderosos con el fin de engrasar los tratos que, si se consideran por sus propios méritos, probablemente no serían permitidos por los guardianes de la seguridad nacional cuya misión es proteger la valiosa tecnología militar de llegar a manos de los adversarios de Estados Unidos.
  • El uso militar de la inteligencia artificial bien puede determinar el resultado de la próxima guerra, y es demasiado estratégico para la seguridad nacional estadounidense como para apartar la vista por un momento de los peligros del Partido Comunista Chino (PCCh).

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La expansión militar de China amenaza a sus vecinos y a la estabilidad regional en Extremo Oriente. La agresiva expansión militar de Pekín convirtió a su armada en la mayor del mundo, y estuvo mostrando su fuerza marítima en el Mar del Sur de China y en la región del Indo-Pacífico. También aumentó su capacidad en materia de misiles balísticos.

Además, la experiencia de China en la guerra cibernética está bien establecida y es temida. Permitió a la República Popular China (RPC) hackear ordenadores y robar propiedad intelectual, así como otros delitos cibernéticos.

Pero el punto de unión entre las crecientes capacidades cibernéticas de China y su agresivo desarrollo militar está en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) a las armas y sistemas militares.

Dirigida por el Ejército Popular de Liberación (EPL), la estrategia de China en materia de expansión militar se mueve en muchos frentes, y el trabajo de IA es parte integral de todos sus objetivos militares. El EPL se comprometió a priorizar la innovación sobre la expansión en sus esfuerzos de modernización al menos desde 2014.

El EPL cree que puede adelantarse a Estados Unidos en el curso de esta transformación. Sin embargo, China tiene muchos problemas para desarrollar y desplegar sistemas basados en la IA que Estados Unidos no tiene. Carecen del tipo de talento técnico que tiene Estados Unidos, así como de la habilidad para gestionar las enormes cantidades de datos de las que dependen dichos sistemas, tanto para el desarrollo como para las operaciones. No es de extrañar que su organización sea también un obstáculo para la innovación en el ámbito de la IA militar.

Incluso con estos retos, China demostró que puede competir con Estados Unidos en este campo y no tiene reparos en robar o extorsionar lo que no puede construir ella misma. El desarrollo de sistemas de armas inteligentes es simplemente el área más reciente en la que se disputará el equilibrio de poder entre Estados Unidos y China en los próximos 5-10 años. Estados Unidos debe asegurarse de que su propia innovación se mantiene muy por delante, y lejos del alcance de las manos de los agarres del PCCh.

China tiene determinación, enfoque y fondos para avanzar rápidamente en muchas áreas. Sin embargo, siempre se tiende a exagerar la amenaza que supone China y los progresos que hará, debido a su tamaño, sus recursos y la conocida propensión de los dirigentes comunistas del país a mentir sobre casi todo. En el campo de la IA, que está en constante avance, hay razones para ser cautelosamente optimistas. Por el momento.

Según las patentes obtenidas por China en el ámbito de la inteligencia artificial, hasta ahora ha dedicado muchos más esfuerzos a la tecnología destinada a vigilar y oprimir a sus propios ciudadanos. Esto incluye una amplia investigación en software de reconocimiento facial, que China utiliza para rastrear a su propio pueblo, especialmente a la minoría uigur a la que obligó a ir a campos de concentración. China también tiene ventaja en las patentes de procesamiento de datos en idioma chino y de reconocimiento de voz.

En comparación, Estados Unidos tiene una ventaja decisiva en la aplicación de la inteligencia artificial a los problemas empresariales y al desarrollo de vehículos autónomos. Mientras que los “coches sin conductor” acaparan la mayor parte de la atención en la prensa generalista, la promesa de aviones militares autónomos y de vehículos y armas navales no tripulados será el próximo salto cualitativo de las capacidades militares estadounidenses. El ejército estadounidense ya tiene experiencia con los drones de vigilancia por control remoto y los aviones de ataque.

Sin embargo, la complacencia o la relajación de las restricciones comerciales sobre la tecnología de doble uso sería el mayor peligro. También lo sería cualquier retroceso en las investigaciones de contraespionaje sobre el soborno de profesores universitarios estadounidenses por parte de China o las nuevas infiltraciones de ciudadanos chinos vinculados al EPL en centros de investigación de EE. UU. Ambos son ejemplos de la voluntad de Pekín de jugar a largo plazo en lo que respecta al robo de propiedad intelectual que tiene potenciales aplicaciones militares.

En los libros Secret Empires y Profiles in Corruption, rastreé la participación de Hunter Biden, hijo del presidente, Joe Biden, en la venta de una empresa de Michigan llamada Henniges Automotive a una empresa china vinculada al ejército conocida como Aviation Industry Corporation (AVIC por sus siglas en inglés). La identidad del comprador se disimuló a través de empresas ficticias mientras que la venta de Henniges, cuya tecnología tiene doble uso (para aplicación civil y militar) se aprobó por el Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS por sus siglas en inglés) durante la administración Obama. También documenté cómo la empresa de inversiones de Hunter Biden se interesó por China General Nuclear Power Corp, una empresa que en 2016 se le acusó de espionaje contra Estados Unidos.

Curiosamente, hay otra empresa china que se menciona a menudo en los debates sobre el impulso de China en el desarrollo de la IA de reconocimiento facial. La empresa conocida como Megvii produce una aplicación de software llamada Face++ que consiguió muchas patentes en el uso de la IA para tecnologías de vigilancia. Es una de las partes interesadas de esta empresa, Bohai Harvest (RST por sus siglas en inglés), la empresa de inversiones creada por Hunter Biden y sus socios comerciales.

Es importante tener en cuenta este tipo de transacciones de falsa bandera ahora que Joe Biden es el presidente. Hemos visto que China es uno de los muchos practicantes de la estrategia “Princeling”, que enriquece a los asociados o miembros de la familia de los políticos poderosos con el fin de engrasar los tratos que, si se consideran por sus propios méritos, probablemente no serían permitidos por los guardianes de la seguridad nacional cuya misión es proteger la valiosa tecnología militar de llegar a manos de los adversarios de Estados Unidos.

La experiencia enseña que es imperativo hacer brillar la luz en los rincones oscuros donde este tipo de amiguismo se encuentra y prospera. Los chinos, al igual que los rusos y otros, se han vuelto demasiado expertos en explotar las sombras para obtener lo que no podrían conseguir de otro modo.

Empresas tecnológicas chinas como Huawei fueron sancionadas duramente por la administración Trump, que incluyó a la empresa en la “Lista de Entidades” del Departamento de Comercio, impidiendo que sus productos se vendan en EE. UU. Hay buenas señales de que la administración Biden entiende la amenaza a las redes de comunicaciones estadounidenses. Cuando se le preguntó recientemente si Biden mantendría a Huawei en la Lista de Entidades de EE. UU., la Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que la tecnología sigue estando en el centro mismo de la competencia entre EE. UU. y China:

“China ha estado dispuesta a hacer lo que sea necesario para obtener una ventaja tecnológica: robar propiedad intelectual, realizar espionaje industrial y forzar la transferencia de tecnología”.

“Nuestro punto de vista -el del presidente- es que tenemos que desempeñar una mejor defensa, que debe incluir responsabilizar a China de sus prácticas injustas e ilegales y asegurarse de que las tecnologías estadounidenses no están facilitando la acumulación militar de China”.

La cuestión, por supuesto, no es lo que dicen sino lo que harán.

El uso militar de la inteligencia artificial bien puede determinar el resultado de la próxima guerra, y es demasiado estratégico para la seguridad nacional estadounidense como para apartar la vista por un momento de los peligros del Partido Comunista Chino.

Este artículo fue publicado originalmente en Gatestone el 13 de marzo de 2021

Autor: Peter Schweizer

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