“Xi Jinping no parará hasta que lo detengan”: Una conversación con Gordon G. Chang

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  • Vemos las nuevas exigencias de Xi en su posición intransigente de cara a la reunión del jueves en Anchorage. El principal diplomático chino, Yang Jiechi, y su subordinado, el ministro de Asuntos Exteriores Wang Yi, parece que van a Alaska no para entablar un debate significativo, sino para sermonear al secretario de Estado, Antony Blinken, y al consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y dictar los términos de la relación en adelante.
  • La desagradable llamada telefónica del 5 de febrero de Yang con Blinken es una advertencia de la nueva actitud sin compromiso de Xi Jinping.
  • Si la enfermedad, de hecho, se escapó de ese laboratorio, como sugieren las nuevas pruebas, el coronavirus es casi seguro un arma biológica.
  • Los dirigentes chinos se fijaron el objetivo de dominar la tecnología y emplearon todas las herramientas a su disposición. No se detendrán ante nada para poseer la tecnología del futuro porque entienden que el dominio de la tecnología les dará también el dominio económico y geopolítico.
  • China puede innovar y robar. Y lo que es más importante, puede concentrar su atención en los objetivos.
  • Las grandes empresas tecnológicas no son ciertamente leales a Estados Unidos. Son, como muchas empresas, leales a los beneficios. En otras palabras, son leales a sí mismas.
  • Los gigantes tecnológicos, como Microsoft, que ayudaron a China a desarrollar sistemas de reconocimiento facial para controlar a las minorías raciales, aparentemente no tienen reparos en ayudar al Partido Comunista Chino (PCCh) a cometer crímenes contra la humanidad. Depende de Washington impedir que los gigantes tecnológicos enriquezcan y fortalezcan a un régimen chino hostil.
  • La forma de liberar Hong Kong, en última instancia, es acabar con el PCCh. Una vez que el territorio sea libre, su pueblo podrá decidir si desea obtener un estatus soberano.
  • Si Xi Jinping cree que puede apoderarse de Hong Kong sin coste alguno, se envalentonará para ir a por otras zonas. Debemos establecer la disuasión.
  • Las ambiciones territoriales de Pekín crecieron a lo largo de este siglo. Xi Jinping no se detendrá hasta que lo detengan.

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Canlorbe: Bienvenido, Sr. Chang. ¿Cómo valora la situación del nuevo gigante comunista, la China de Xi Jinping?

Chang: Xi Jinping tiene ahora, en el presidente Biden, al líder estadounidense que siempre quiso. Biden, con sus órdenes ejecutivas y otras acciones, hizo hasta ahora muchos regalos a China sin pedir nada a cambio. Entre estas concesiones unilaterales se encuentran el levantamiento de la prohibición de los equipos eléctricos chinos, el aplazamiento de las normas contra las inversiones en empresas chinas vinculadas al ejército, la reincorporación a la Organización Mundial de la Salud, dominada por Pekín, y el aplazamiento de las prohibiciones de las aplicaciones chinas.

Al recibir tantos regalos de Biden, Xi parece más arrogante y exige aún más.

Vemos las nuevas exigencias de Xi en su posición intransigente de cara a la reunión del jueves en Anchorage. El principal diplomático chino, Yang Jiechi, y su subordinado, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, pareciera que fueron a Alaska no tanto para entablar un debate significativo, sino para sermonear al secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y al consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y dictar los términos de la relación en adelante. Pekín llevó la “arrogancia” a un nivel completamente nuevo.

La desagradable llamada telefónica del 5 de febrero de Yang con Blinken es una advertencia de la nueva actitud de no compromiso de Xi Jinping.

La diplomacia de China en la era comunista siempre estuvo estrechamente ligada a su dinámica política interna. La hostilidad que se manifiesta hoy en día es un claro reflejo de la actitud de Xi Jinping de ser el dueño del mundo.

Canlorbe: ¿Cómo se explica la asociación de Irán con China y Rusia?

Chang: Irán es un enemigo de Estados Unidos, por lo que no es de extrañar que se haya unido a otros enemigos de Estados Unidos, como China y Rusia. Existe, como algunos mencionaron, un nuevo ‘Eje del Mal’.

Los analistas dicen que estos regímenes no pueden formar una asociación duradera. Eso puede ser cierto, pero no es esa la cuestión. La cuestión es que, en este momento, están trabajando duro y eficazmente como grupo. Están frustrando a Estados Unidos y a la comunidad internacional.

Pekín, Moscú y Teherán trabajan bien juntos porque comparten objetivos e identifican al mismo enemigo: Estados Unidos. Esto, a medida que van encontrando nuevas formas de cooperar, es suficiente para hacerlos sumamente peligrosos.

El nuevo acuerdo de 25 años entre Pekín y Teherán es una indicación de que los malos actores pueden tener ahora buenas relaciones entre ellos.

Canlorbe: ¿Cree usted que la pandemia de COVID-19 sirve como arma biológica de Pekín para debilitar a Estados Unidos, al tiempo que estrecha los vínculos chinos con Irán y Rusia?

Chang: Todavía no conocemos el origen de COVID-19, pero es probable que proceda del Instituto de Virología de Wuhan. Ese centro estaba rediseñando coronavirus -experimentos de ganancia de función- y no cumplía los procedimientos y protocolos de seguridad establecidos.

Si la enfermedad, de hecho, se escapó de ese laboratorio, como sugieren las nuevas pruebas, el coronavirus es casi seguro un arma biológica.

Sin embargo, tanto si el coronavirus procedía del laboratorio como si no, Xi Jinping convirtió el patógeno en un arma biológica. Tomó medidas -como mentir sobre la contagiosidad de la enfermedad y presionar a otros países para que aceptaran la llegada de personas procedentes de China mientras cerraba su propio país- para asegurarse de que el virus infectara al resto del mundo. Actuó con malicia y ahora ha matado a casi 2,7 millones de personas fuera de su país.

Canlorbe: En la actual “guerra fría tecnológica” entre China y Estados Unidos, ¿cómo resume los aspectos ventajosos y perjudiciales de la cultura china con respecto a la estadounidense? En cuanto a las empresas occidentales de “Big Tech”, como Facebook, Google, Twitter, Amazon, etc., ¿cree que son aliadas de Estados Unidos contra Pekín y contra sus empresas chinas, como Baidu, Alibaba, Huawei, etc.?

Chang: La cultura tiene poco que ver con los avances científicos y tecnológicos de China. Esos avances son el resultado de la determinación y la concentración de Pekín a lo largo de décadas. Los dirigentes chinos se fijaron el objetivo de dominar la tecnología y emplearon todas las herramientas a su alcance. No se detendrán ante nada para poseer la tecnología del futuro porque entienden que el dominio de la tecnología les dará también el dominio económico y geopolítico.

La aprobación del 14º Plan Quinquenal de China este mes muestra las prioridades de Pekín en materia de tecnología. El gasto en tecnología casi se duplicó durante el quinquenio anterior, y está previsto que crezca rápidamente desde ahora hasta 2025.

China puede innovar y robar. Y lo que es más importante, puede concentrar su atención en los objetivos.

Las grandes empresas tecnológicas no son ciertamente leales a Estados Unidos. Son, como muchas empresas, leales a los beneficios. En otras palabras, son leales a sí mismas.

Van a ir a cualquier parte para ganar dinero -o un yuan- y, de momento, creen que China es una buena presa para ellos. A largo plazo, no lo será, pero así es como analizan ahora la situación.

Los gigantes tecnológicos, como Microsoft, que ayudaron a China a desarrollar sistemas de reconocimiento facial para controlar a las minorías raciales, aparentemente no tienen reparos en ayudar al Partido Comunista Chino a cometer crímenes contra la humanidad. Debemos avergonzarlos, y otros con medios -sobre todo los que tienen autoridad gubernamental- deben detenerlos. Depende de Washington impedir que los gigantes tecnológicos enriquezcan y fortalezcan a un régimen chino hostil.

Canlorbe: En su opinión, ¿qué se debería hacer para convertir a Hong Kong en un estado soberano como Taiwán?

Chang: El Partido Comunista Chino es implacable. Seguirá gobernando Hong Kong hasta que ya no pueda hacerlo. La forma de liberar Hong Kong, en última instancia, es acabar con el Partido Comunista Chino. Una vez que el territorio sea libre, su pueblo podrá decidir si desea obtener un estatus soberano.

Mientras tanto, los estadounidenses tenemos todos los motivos para detener a China en ese territorio. Si Xi Jinping cree que puede apoderarse de Hong Kong sin coste alguno, se envalentonará para ir a por otras zonas. Debemos establecer la disuasión.

Si Xi siente que controla Hong Kong, tendrá más tiempo y recursos para desafiar a Taiwán, Japón, India, Estados Unidos y el resto del mundo.

Las ambiciones territoriales de Pekín crecieron a lo largo de este siglo. Xi Jinping no se detendrá hasta que lo detengan.

Canlorbe: Gracias por su tiempo. En los años 90, muchos directores de cine de Hong Kong llegaron a Hollywood. Luego prefirieron volver a casa, aunque Hong Kong, a partir de entonces, volviera a estar en el seno de la China comunista. ¿Cómo se explica su decisión?

Chang: Dinero, fama, mejor comida china.

Gordon Guthrie Chang es columnista, bloguero y autor. Es miembro de la Junta Consultiva de Gatestone. Es conocido por libros como The Coming Collapse of China y, más recientemente, The Great U.S.-China Tech War. Sígalo en Twitter @GordonGChang.

Grégoire Canlorbe, periodista, vive actualmente en París. Realizó entrevistas para revistas como El Hombre y la Economía, fundada por el Premio Nobel de Economía Ronald Coase, y para grupos de reflexión como el Mises Institute y el Gatestone Institute. Contacto: [email protected]

Este artículo fue publicado originalmente en Gatestone el 17 de marzo de 2021

Autor:  Grégoire Canlorbe.

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