China está planificando una rápida expansión de su programa de modificación del clima y de las condiciones meteorológicas para abarcar una zona más de una vez y media el tamaño de la India.
La decisión, anunciada recientemente por el gabinete, aumentaría cinco veces la mayor operación de siembra de nubes del mundo, que ya emplea a unas 35.000 personas.
India y China están involucrados en una disputa fronteriza en el este de Ladakh desde hace siete meses, y sus tropas ahora se están preparando para un invierno largo y duro en el Himalaya occidental.
Los analistas creen que en áreas de conflicto con temperaturas extremas, un sistema de este tipo podría resultar un arma que daría una ventaja para navegar las duras condiciones climáticas y los terrenos difíciles para el movimiento de tropas.
Lluvia artificial durante las Olimpiadas de Pekín
Durante seis décadas, el régimen comunista ha desplegado aviones militares y armas antiaéreas para unir las nubes con yoduro de plata o nitrógeno líquido para espesar las gotas de agua hasta el punto de que caigan en forma de nieve o lluvia. La tecnología se ha utilizado principalmente a nivel local para aliviar las sequías o cielos despejados antes de eventos importantes, como los Juegos Olímpicos de 2008 o el 70º aniversario de la República Popular China, celebrado el pasado mes de octubre.
Pero la ampliación propuesta tiene una escala que podría afectar los patrones climáticos regionales. El gabinete dijo que quería ampliar el programa de lluvia y nieve artificial para cubrir al menos 5,5 millones de kilómetros cuadrados de tierra para el 2025. El plan a largo plazo prevé que para 2035, la capacidad de modificación del clima del país alcance un nivel “avanzado” y se centre en la revitalización de las regiones rurales, la restauración de los ecosistemas y la reducción al mínimo de las pérdidas ocasionadas por los desastres naturales.
Es consecuencia de un rápido aumento de capacidad en los últimos años. Un plan de 2017 destinó 168 millones de dólares (1.150 millones de yuanes) para cuatro nuevos aviones, ocho naves mejoradas, 897 lanzacohetes y 1.856 dispositivos de control digital para cubrir 960.000 kilómetros cuadrados, aproximadamente el 10% del territorio de China.
Parte de ello es un nuevo sistema de modificación del clima en la meseta de Qinghai-Tibet, la mayor reserva de agua dulce de Asia. Los científicos chinos están trabajando en el ambicioso plan Tianhe (“río del cielo”) para desviar el vapor de agua hacia el norte de la cuenca del río Yangtsé a la cuenca del río Amarillo, donde se convertiría en lluvia.
Dicen que han encontrado canales potenciales cerca del límite de la troposfera que podrían transportar 5.000 millones de metros cúbicos de agua al año. La Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China ha construido, según se informa, cientos de cámaras en la región montañosa -conocida como la torre de agua de Asia- para introducir yoduro de plata en la atmósfera en grandes volúmenes.
Este intento de hidro-ingeniería del cielo podría aliviar la escasez en el norte seco de China, pero podría exacerbar los problemas en el sudeste de Asia y la India si afecta el flujo de los ríos Mekong, Salween o Brahmaputra, todos los cuales tienen sus fuentes en la meseta de Qinghai-Tibet.
Usando el clima como arma
No son nuevas las críticas al régimen autoritario chino por utilizar la manipulación del clima como arma por los riesgos de alteración de los patrones de lluvia.
Si bien India y China comparten el flujo del Brahmaputra (Yarlung Zangpo como se conoce al río en el Tíbet), este último se negó a compartir los datos del río, que son cruciales para emitir alertas tempranas, durante el enfrentamiento de Doklam de 2017. Esto provocó temores de inundaciones en Assam.
Dhanasree Jayaram, profesor asistente del Centro de Estudios Climáticos de la Academia de Educación Superior de Manipal, explicó a Eurasian Times que tal sistema de modificación del clima “afectaría de manera impredecible los ecosistemas locales y transfronterizos, los patrones de precipitación e incluso el clima regional a largo plazo. Estas variables podrían aumentar la importancia del intercambio de información y datos (transparencia) que en ocasiones es rehén de la dinámica geopolítica, como fue el caso durante el enfrentamiento militar de Doklam en 2017 entre India y China, cuando por razones ‘técnicas’, este último lo hizo. no compartir datos de flujo de agua con los primeros“.
Investigadores de la Universidad Nacional de Taiwán dijeron en un documento que la falta de controles y equilibrios para facilitar la implementación de proyectos potencialmente controvertidos podría conducir a situaciones como “robo de lluvia” entre países vecinos.
Hay una creciente preocupación por los extremos a los que la dictadura comunista está dispuesta a llegar en la manipulación de los elementos. En la década de 1970, los generales chinos propusieron utilizar armas nucleares para volar un canal a través del Himalaya para que el aire caliente y húmedo del subcontinente indio pudiera ser desviado hacia los verdes desiertos del centro y norte de China. El país también se encuentra en medio del mayor plan de desviación de agua del mundo, que pretende alcanzar un objetivo similar.