El pesimismo nuclear de China y el futuro control de armas

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Marshall Billingslea, el enviado de la administración Trump para el control de armas, argumentó en 2020 que Estados Unidos sabía cómo ganar carreras armamentísticas y “dejar al adversario en el olvido”. Fue un comentario extraño viniendo de un diplomático, especialmente uno encargado de reducir los peligros nucleares, pero fue revelador. La observación de Billingslea pretendió captar la atención del régimen chino y exponer las consecuencias para Pekín si no participaba, como esperaba Washington, en las conversaciones sobre control de armas nucleares con Estados Unidos y Rusia.

Aunque adoptando un tono menos estridente, la administración Biden también consideró esencial la participación china en el control de armas. El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, declaró recientemente que la administración Biden “perseguirá el control de armas para reducir los peligros del moderno y creciente arsenal nuclear chino”. Académicos y analistas apoyaron los argumentos de la administración, afirmando que Pekín debería unirse a las futuras negociaciones, ya que tanto sus capacidades nucleares como convencionales están en una trayectoria ascendente.

En estos debates falta el análisis de las perspectivas chinas. Para que cualquier esfuerzo por involucrar a China tenga éxito, es vital entender cómo los estrategas y expertos chinos consideran el control de las armas nucleares. En un reciente artículo publicado en la revista Journal of Contemporary China, trazamos la evolución de las evaluaciones chinas durante la última década. Desgraciadamente, las opiniones de la comunidad estratégica china ofrecieron pocos motivos para el optimismo.

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Los estrategas chinos suelen ver el control de armas a través de un prisma fuertemente realista. Muchos no ven los llamamientos estadounidenses al control de armamentos como un esfuerzo por mejorar la estabilidad estratégica y limitar el riesgo de guerra nuclear. Más bien ven una trampa diseñada por Estados Unidos para afianzar su superioridad nuclear, socavar la disuasión nuclear de China y tratar de ganar el terreno moral.

En los últimos años, este escepticismo no ha hecho más que endurecerse. Los analistas chinos ven la agenda de control de armas como un escenario en la creciente lucha política y militar entre Estados Unidos y China. Por lo tanto, incluir a China en el control de armas será un gran desafío. Lo más probable es que los esfuerzos de Estados Unidos fracasen a menos que aborden las capacidades estratégicas no nucleares, como la defensa antimisiles.

La “lucha” por el control de armas

La actitud recelosa de China hacia el control de las armas nucleares no es nueva. Incluso durante el primer período de la presidencia de Barack Obama -cuando las perspectivas del control internacional de armas parecían mucho más prometedoras- los expertos chinos se mostraron muy escépticos. Mientras que los líderes chinos apoyaron de boquilla las visiones de desarme de Obama, los observadores chinos las tacharon de “palabrería hueca”. En la edición de 2013 del autorizado texto Ciencia de la Estrategia Militar (Zhanlüe xue), los autores describieron el control de armas como una “lucha” en la que las grandes potencias intentaban proteger sus ventajas.

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Aunque reconocen que el control de armas entre Estados Unidos y Rusia podría servir a los intereses de China al reducir el riesgo de una guerra nuclear y limitar el gasto militar, los estrategas temen que una agenda de control de armas revigorizada pueda aumentar la presión para que China se adhiera. Los analistas chinos también se mostraron preocupados por los llamamientos a una mayor transparencia -que temían que socavara la disuasión china- y afirmaron que el dominio político de Estados Unidos podría producir una agenda “desequilibrada” diseñada para servir a los intereses estadounidenses.

Los analistas chinos consideraron además que los esfuerzos de modernización nuclear de Estados Unidos eran una prueba de que su pensamiento nuclear no cambió, y que la visión de un mundo libre de armas nucleares era “un mito”.

El escepticismo sobre el control de armas se endureció con el presidente Donald Trump. Muchos analistas chinos creyeron que los llamamientos de Estados Unidos para que China se una a las conversaciones trilaterales con Estados Unidos y Rusia fueron poco más que un intento de culpar a China del colapso del Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (New START).

Los funcionarios de Pekín afirmaron además que las acusaciones de Estados Unidos sobre las trampas rusas fueron un pretexto para retirarse del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF por sus siglas en inglés), y que el verdadero motivo fue tener vía libre para desplegar nuevas capacidades tanto en Europa como en Asia-Pacífico.

Como argumentó Ling Shengli, de la Universidad de Asuntos Exteriores de China, en el PLA Daily, la retirada fue “totalmente lógica”, dado que Estados Unidos sólo se adhirió a los tratados que servían a sus intereses y abandonó los que no.

Además, los estrategas chinos se mostraron muy escépticos sobre la dirección de la política nuclear estadounidense, y consideraron que la Revisión de la Postura Nuclear de 2018 era una confirmación de que Estados Unidos aplicó una política nuclear hegemónica . Además, afirmaron que la revisión señaló que Estados Unidos bajó el umbral para emplear armas nucleares, y consideraron que la reintroducción de armas nucleares de bajo rendimiento en los submarinos de misiles balísticos estadounidenses, formó parte de un esfuerzo para hacer frente al creciente poderío militar convencional chino.

La Revisión de la Defensa de Misiles de Estados Unidos de 2019 confirmó aún más estas sospechas, y los observadores en China vieron otra señal del deseo de Estados Unidos de tener “seguridad absoluta”. La comunidad estratégica en China ha considerado durante mucho tiempo la defensa de misiles de Estados Unidos como la mayor amenaza para su capacidad de represalia, temiendo que tales defensas puedan interceptar cualquier misil chino sobreviviente después de un primer ataque de Estados Unidos.

Hay pocos indicios de que el cambio en el liderazgo de Estados Unidos atenuó las sospechas sobre sus intenciones. Los analistas chinos se muestran escépticos ante las señales de la administración de Biden de que reducirá la importancia de las armas nucleares en su estrategia de seguridad, y señalaron su adopción de la rivalidad entre grandes potencias y su apoyo a los esfuerzos de modernización nuclear.

Los esfuerzos de la administración para asegurar una fuerte financiación para la modernización de las tres patas de la tríada nuclear, junto con un enfoque en el refuerzo de la disuasión de China, harán poco para amortiguar estas preocupaciones.

Además, aunque acogieron con satisfacción la decisión de la administración Biden de prorrogar el Nuevo START, los observadores chinos argumentaron que es probable que utilizó los llamamientos al control de armas para promover su supremacía moral”, pero que al mismo tiempo continúan persiguiendo la superioridad. Los observadores chinos continúan considerando el control de armas como un escenario de competencia política, en el que cada parte intenta impulsar su discurso y presentar sus políticas de manera favorable, a expensas de sus rivales.

Lo que quiere China

La profunda desconfianza de China hace difícil ser optimista respecto a que los esfuerzos de control de armas de Estados Unidos tengan éxito, al menos a corto plazo. Hasta ahora, el diálogo ni siquiera comenzó, ya que, según se informa, China no está dispuesta a mantener conversaciones bilaterales sobre este tema con Estados Unidos. Sin embargo, aunque excesivamente cínico, el escepticismo chino no es totalmente injustificado. Hasta ahora, hubo pocas propuestas concretas por parte de los funcionarios estadounidenses sobre los esfuerzos que podrían convenir a los intereses de China. Si la administración Biden quiere realmente incluir a China, necesita demostrar a los escépticos estrategas chinos cómo el control de armas puede mejorar la seguridad nacional de China.

Es probable que un acuerdo que limite únicamente las armas nucleares sea casi imposible de alcanzar. Los funcionarios y analistas chinos señalaron con frecuencia la gran diferencia que existe entre los arsenales de Estados Unidos y Rusia, por un lado, y China, por otro. Se calcula que el arsenal nuclear de China es actualmente de unos “200“, en comparación con las aproximadamente 3.800 ojivas del arsenal estadounidense y las casi 4.500 ojivas del arsenal ruso. Incluso si el arsenal de China se duplica en la próxima década, como afirma el Departamento de Defensa de Estados Unidos, seguirá existiendo una gran discrepancia. A menos que el umbral se fije muy alto, es poco probable que China acepte un acuerdo que limite su arsenal a cambio de reducciones estadounidenses.

Para atraer a China, es posible que Estados Unidos tenga que ir más allá de las armas nucleares e incluir en las conversaciones las capacidades estratégicas no nucleares que más preocupan a los estrategas chinos. Al igual que otros analistas argumentaron con respecto a Rusia, el compromiso sobre la defensa antimisiles puede ser un requisito previo para un progreso serio. Además de la defensa antimisiles, a los observadores chinos les preocupan las capacidades de ataque de precisión convencionales de Estados Unidos -incluida la posibilidad de que se desplieguen misiles lanzados desde tierra en Asia Oriental- así como la superioridad militar estadounidense en el espacio. Aunque es un reto, puede ser necesario abordar simultáneamente las capacidades nucleares y las no nucleares avanzadas.

Es posible que Estados Unidos tenga que considerar foros más allá de las conversaciones bilaterales o trilaterales. Dado el profundo escepticismo de China respecto a los motivos de Estados Unidos, la presión de este país para que se sume a dichas conversaciones puede resultar contraproducente, ya que es políticamente difícil que los dirigentes chinos cedan. Sin embargo, es más difícil que China deje de lado iniciativas más amplias, como las discusiones sobre el control de armas entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.

Los estrategas chinos llevan mucho tiempo expresando su preocupación por quedar aislados internacionalmente en los procesos de control de armas y desarme, ya que puede perjudicar la imagen internacional de China. Además, los esfuerzos continuos para involucrar a los expertos y analistas chinos son importantes, ya que podrían ayudar a matizar al menos parte del cinismo más extremo de las intenciones de Estados Unidos.

En una época en la que se intensifica la rivalidad entre las grandes potencias, es crucial revitalizar la agenda de control de armas. El control de armas no sólo podría amortiguar la incipiente carrera armamentística entre Estados Unidos, Rusia y China, sino que también serviría como herramienta para crear confianza y aliviar tensiones políticas más amplias. Desgraciadamente, hasta ahora, los observadores chinos ven el control de armamento como un campo de acusaciones mutuas y de reparto de culpas, y como una herramienta que Estados Unidos utilizó para consolidar su hegemonía nuclear.

Este artículo fue publicado originalmente en War on Rocks el 21 de junio de 2021

Autores: Henrik Stålhane Hiim / Magnus Langset Trøan

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