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El régimen chino estudia ocupar una antigua base de EE. UU. en Afganistán

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China consideró la posibilidad de desplegar personal militar y funcionarios de desarrollo económico en el aeródromo de Bagram, quizá el símbolo más destacado de los 20 años de presencia militar estadounidense en Afganistán.

El ejército chino llevó a cabo un estudio de viabilidad sobre el efecto de enviar trabajadores, soldados y otro personal relacionado con su programa de inversión económica en el extranjero conocido como la Iniciativa de la Franja y la Ruta en los próximos años a Bagram, según una fuente informada sobre el estudio por funcionarios militares chinos, que habló con U.S. News bajo la condición de anonimato.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China desmintió los planes de una inminente toma de posesión del aeródromo militar situado a una hora de Kabul, establecido por primera vez por los soviéticos durante su propia ocupación en Afganistán y que, en el momento de mayor presencia militar estadounidense en el país, fue el más activo del mundo.

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“Lo que puedo decir a todo el mundo es que esa es una información puramente falsa”, dijo recientemente, Wang Wenbin, a los periodistas. China negó repetidamente muchos de sus otros despliegues militares más allá de sus fronteras.

Sin embargo, la consideración actual en Pekín no se refiere a ningún movimiento pendiente, sino a un posible despliegue de aquí a dos años, según la fuente. Y no abarcaría la toma de la base, sino el envío de personal y suministros, a invitación del gobierno de Kabul, después de que los talibanes aseguren su dominio.

Además de ampliar su influencia regional, el posible plan de Pekín para Bagram supondría también un golpe devastador para la imagen de Estados Unidos, que considera, cada vez más, a China como su amenaza global más acuciante y desafiante.

“Dada su experiencia pasada, los chinos deben estar ansiosos por hacerse con lo que Estados Unidos dejó en la base”, afirma Yun Sun, director del Programa de China en el think tank Stimson Center.

Pekín reconoció abiertamente la importancia geoestratégica de Bagram. Sus medios de comunicación estatales cubrieron casi inmediatamente la repentina y sorpresiva salida de Estados Unidos del centro logístico clave, el pasado mes de julio, enviando un equipo de vídeo, al que tuvo fácil acceso, para documentar las consecuencias de lo que describió como una “retirada precipitada” y una “humillante derrota”.

La última consideración del régimen chino coincidió con las prácticas habituales que perfeccionó en los últimos años para expandir discretamente su influencia económica y militar más allá de sus fronteras bajo la apariencia de proyectos de inversión en infraestructuras.

Por ejemplo, el Ejército Popular de Liberación -nombre oficial de todo el ejército chino- se aseguró en los últimos años los derechos exclusivos de aproximadamente un tercio de la base naval que respaldó en Ream, Camboya, a través de una ampliación. En Myanmar, proporcionó equipos de radio, radar y otros equipos militares a la junta local en las Islas del Coco, un archipiélago situado a unas 250 millas al sur de Yangon, donde China mantuvo durante las últimas tres décadas, los derechos de arrendamiento. Pekín afirmó que su presencia allí no equivale a una base militar, a pesar de que todo el equipo, el mantenimiento y el entrenamiento que se realizan allí proceden de China.

De hecho, empleó tácticas similares en el vecino Pakistán, con el que reforzó un nuevo acuerdo de seguridad e inteligencia compartida en los últimos años, como informó por primera vez U.S. News. La revelación por parte de los talibanes de que su nuevo gobierno incluirá como ministro del Interior a Sirajuddin Haqqani, el vástago del notorio grupo terrorista pakistaní, Red Haqqani, por el que el FBI ofrece una recompensa de 10 millones de dólares, reforzó aún más la posición de Islamabad como conducto entre China y sus ambiciones en Afganistán.

Es probable que China pueda lograr sus últimas ambiciones para Bagram mediante la ayuda de Pakistán, dice Sun, y añade: “Pero si es factible, estoy seguro de que les gustaría eliminar al intermediario”.

“Si los talibanes solicitan la ayuda china, creo que China se inclinará por enviar apoyo humano. Lo más probable es que lo enmarquen como apoyo técnico o logístico. Hay precedentes de ello en relación con las bases militares extranjeras. Pero una toma de posesión china es poco probable”, señaló.

Al parecer, en previsión del colapso del gobierno respaldado por Estados Unidos, China comenzó en agosto a hacer los preparativos para abrazar a los talibanes como el gobierno legítimo en Kabul en caso de que tomaran el poder en Afganistán, informó por primera vez U.S. News, despejando el camino para el tipo de relaciones amistosas que permitirían que tales despliegues tuvieran lugar. Junto con Rusia, se abstuvo notoriamente de votar sobre una reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se pedía a los talibanes, entre otras cosas, que permitieran el paso seguro fuera de Afganistán a quienes desearan huir.

De hecho, la única instalación militar en el extranjero que China reconoció es su base aérea expedicionaria en Yibuti, cerca de un aeródromo similar gestionado por Estados Unidos que ambos países utilizan para lanzar aviones no tripulados y realizar otras operaciones encubiertas y de inteligencia en el Cuerno de África y los Estados del Golfo y sus alrededores.

La dictadura china restó importancia a su presencia en Yibuti y rechazó rotundamente la idea de que sus otros puestos en el extranjero se conviertan en bases militares, una señal probable de que la política actual del Partido Comunista Chino no permitiría una ocupación abierta en Bagram.

Este artículo fue publicado originalmente en Present Danger China el 7 de septiembre de 2021

Autor: Paul D.Sinkman

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