¿Es la carrera tecnológica una contienda por los datos?

Tiempo de lectura: 7 minutos

Te puede interesar

España ha apostado con fuerza por la tecnología 5G. Se ha convertido en el segundo país más activo de Europa y uno de los 12 estados que ha trazado una hoja de ruta para su despliegue. Ya ha realizado 39 pruebas piloto en su territorio, solo por detrás de Reino Unido.

De hecho, el 1 de septiembre, Telefónica anunció el encendido de su red no autónoma de 5G en España, sin especificar las localizaciones exactas, según informó el Observatorio Europeo de 5G. Y no fue la única, Orange, Masmovil y Vodafone ya tienen activa la red 5G en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla o Málaga, entre otras.

Sin embargo, ignorando las advertencias de Estados Unidos, las redes desplegadas por los principales operadores españoles (Telefónica y Vodafone) incorporan tecnología de proveedores chinos, como Huawei, catalogado por muchos expertos como el ‘Caballo de Troya’ tecnológico del Partido Comunista Chino (PCCh).

Y es que la prisa de los países por activar la red de 5G está eclipsando las serias dudas que esta tecnología plantea en ámbitos tan importantes como la salud y la seguridad. Pero ¿por qué esa urgencia en instalar esta tecnología que no es más que la actualización de la actual 4G?

El 5G “no tiene sentido”

Expertos y medios de comunicación repiten sin parar que la supervelocidad y baja latencia de la conexión a través de la red 5G nos permitirá descargar series en solo segundos, realizar operaciones quirúrgicas a distancia o utilizar vehículos sin conductor.

Sin embargo, la realidad está poniendo en tela de juicio esas expectativas y están surgiendo cada vez más voces que cuestionan ese cambio revolucionario con el que nos bombardean desde hace ya un par de años.

La retórica recalentada se basa en la idea errónea de que la 5G presagia una nueva era de servicios para los usuarios finales. En realidad, el rendimiento que se afirma (cientos de megabits o incluso gigabits por segundo) es engañosa. Los promedios y los números ideales enmascaran enormes variaciones dependiendo de la distancia a una antena, obstrucciones, clima y otros factores. Las velocidades más rápidas requieren un espectro de ‘ondas milimétricas’, que no penetra bien las paredes o el follaje, y generalmente es menos confiable que las frecuencias más bajas que se usan en la actualidad. La onda milimétrica requiere una red de antenas mucho más densa, lo que podría tener un costo prohibitivo fuera de las áreas urbanas densas. Incluso si se supera ese obstáculo, un gigabit por segundo para millones de teléfonos requiere una red capaz de mover el tráfico a esa velocidad de un extremo a otro, que no existe en la actualidad“, afirma el profesor de la Universidad de Pensilvania y autor Kevin Werbach.

Werbach añade, además, que el acceso a conexiones más rápidas no otorga a un estado ninguna ventaja competitiva o estratégica significativa.

Rumania es uno de los 10 países con conexiones de banda ancha fija promedio significativamente más rápidas que Estados Unidos en la actualidad, sin embargo, nadie en Washington parece preocupado de que las empresas rumanas tengan una ventaja dominante“, añade el experto.

Por su parte, Neville Ray, presidente de tecnología de T-Mobile, una importante operadora estadounidense, aseguró que el impacto de la tecnología 5G en Estados Unidos ha sido insignificante y ha ofrecido una experiencia bastante “mediocre” a los usuarios hasta la fecha.

Si somos honestos con nosotros mismos, la 5G realmente no ha tenido ningún impacto real en los Estados Unidos hasta la fecha“, dijo Ray. 

Y no es una estructura barata de construir.

Incluso si esa velocidad en las descargas fuera significativamente mayor, ¿realmente compensaría invertir miles de millones de dólares en actualizar la infraestructura y cientos de miles de millones de dólares en mantenimiento al año?

Objetivo: los datos

¿Y si el objetivo real de esta millonaria inversión no es la velocidad de conexión, sino la obtención de datos que se puedan utilizar en inteligencia artificial, vigilancia y la creación de una nueva versión de ‘humanos’? Ciertamente suena a ciencia ficción, pero ¿quién hubiera creído hace un año lo que estamos viviendo en los últimos meses con la actual crisis sanitaria?

La tecnología nos ofrece un mundo donde decenas de miles de millones de dispositivos “inteligentes” como teléfonos móviles, ordenadores, automóviles, abrepuertas de garaje, relojes Apple, pañales para bebés e incluso nuestros cuerpos físicos estarían interconectados de forma inalámbrica.

Sin embargo, la omnipresencia de las herramientas tecnológicas, que supuestamente tienen como objetivo hacernos la vida más fácil, conllevan un precio que pagamos todos los días, pero del que puede que no seamos plenamente conscientes. 

Las crecientes posibilidades de las herramientas potenciadas por los datos podrían resultar en el uso contradictorio de la tecnología que conduzca al robo de nuestra identidad. Las identidades biométricas, que se utilizan actualmente con fines de seguridad, una vez robadas pueden convertirse en un arma poderosa en manos de actores hostiles“, asegura el Foro Europeo de Ciberseguridad, CIBERSEC.

CIBERSEC, una conferencia anual en la que expertos mundiales analizan “las amenazas, desafíos y oportunidades que siguen al desarrollo de nuevas tecnologías, la expansión del ciberespacio y la digitalización de nuestra vida cotidiana“, debatió sobre este tema durante un webinario que tuvo lugar el 21 de septiembre.

El evento enfatizó en el estudio de caso de la tecnología de reconocimiento facial, los importantes riesgos que entraña y destacó que la confiabilidad debe ser una prioridad clave en la construcción de los sistemas de identidad digital, especialmente dado el rechazo que despierta en la ciudadanía. Más del 50% de la sociedad quiere que el gobierno imponga restricciones sobre su uso por parte de la policía.

El progreso en la tecnología de reconocimiento facial que se ha logrado recientemente nos permite observar en la actualidad muchos casos de uso diferentes, incluido el reconocimiento facial en vivo, en todo el mundo, algunos que ya cruzan la línea de vigilancia y otros son pruebas sobre cómo la sociedad está dispuesta convivir con dicha tecnología a diario. En primer lugar, plantea problemas de seguridad de los datos: cuánto tiempo se guardan los datos, dónde residen, quién tiene acceso a ellos“, según CIBERSEC. 

Además, surge la pregunta importante: ¿cómo podemos prevenir o detener el abuso potencial de los datos por parte de empresas y gobiernos?“, planteó la organización.

El régimen chino en el corazón del Big Data

La implementación de todas estas herramientas de Big Data necesita de la red 5G para funcionar y son las empresas tecnológicas chinas las que llevan la delantera en este aspecto.

Huawei y ZTE aspiran a formar parte de los sistemas centrales de las nuevas redes y por lo tanto a tener acceso a procesar y almacenar todos los datos que fluyan por ellas. Aquí reside uno de los principales peligros: todas las empresas chinas tienen por ley que entregar al régimen del PCCh cualquier información que este les requiera.

En la vertiginosa carrera para instalar la tecnología 5G lo antes posible y ante los elevados costes, empresas como Telefónica o Vodafone han rebajado los estándares de seguridad y han ignorado las advertencias de aliados históricos de España, como Estados Unidos.

“Huawei ya desplegó el núcleo del 3G y del 4G, así que dependemos bastante de ellos [los proveedores chinos]”, explica Andrea G. Rodríguez, analista y miembro de Foro de Ciberseguridad Europea a El Periódico. “Renunciar a Huawei supondría una inversión muy potente y ahora la agenda política está dominada por el covid-19”.

Por su parte, el gobierno español ha bendecido la presencia de las polémicas empresas chinas en la red española y se ha limitado a pedir a Pekín “las máximas condiciones de seguridad, acceso a los datos, autonomía y privacidad”, durante una reunión que mantuvo el 3 de septiembre con un alto funcionario chino.

Sin embargo, confiar en que la dictadura china respete esos principios es, el mejor de los casos, naïve. Sobre todo cuando en julio un tribunal estadounidense revelara que dos hackers chinos, que colaboraban con el Ministerio de Seguridad chino, robaron información de centros españoles que trabajaban en la investigación de la vacuna para el Covid-19.

España expuesta

El año pasado el presidente de Huawei y exmilitar del Ejército de Liberación Popular, Ren Zhengfei, aseguró triunfante que “la red 5G de España va a ser la mejor de Europa”.

Este anuncio y la evolución de los acontecimientos parece indicar que España podría quedar totalmente expuesta ante el régimen dictatorial chino, que acumula una larga trayectoria de espionaje industrial, robo de propiedad intelectual y que, además, se permite extender la represión a minorías fuera de sus fronteras.

Esta semana fiscales federales estadounidenses detuvieron a un oficial de policía de la ciudad de Nueva York por actuar como agente ilegal del gobierno chino y proporcionar inteligencia sobre tibetanos que viven en Estados Unidos a funcionarios del consulado chino.

En este contexto resulta muy inquietante el ambicioso proyecto de reconocimiento facial, único en Europa, que puso en marcha el gobierno de Pedro Sánchez nada más llegar a La Moncloa en 2018.

El programa, denominado AI MARS (Artificial Intelligence system for Monitoring, Alert and Response for Security in events), permitirá rastrear millones de caras por segundo en grandes concentraciones, sean estadios de fútbol, estaciones de transporte, conciertos, centros comerciales, ferias o manifestaciones“, reportó La Vanguardia.

Esta tecnología necesita de la red 5G para poder rastrear millones de caras por segundo y que agentes dotados de gafas con hardware de realidad aumentada (AR por sus siglas en inglés) y de inteligencia artificial puedan distinguir entre una multitud a los sujetos sospechosos.

Esto quiere decir que todos los datos biométricos de los ciudadanos españoles rastreados estarían expuestos a la dictadura del Partido Comunista Chino.

Hay que recordar que hablamos de un régimen totalitario que ha demostrado en los últimos 30 años que no cumple con las reglas del juego económico, político ni militar internacional, además de ser el peor violador de derechos humanos del planeta.

¿Es esto lo que el régimen chino iba buscando desde el principio, el acceso a los datos de todas las redes en las que sus empresas tecnológicas participen? Si es así, es posible que la implantación del 5G deba aplazarse hasta que un debate público y una reflexión serena sobre sus ventajas y sus inconvenientes aporte tranquilidad y seguridad.

Posiblemente sea sabio dar un paso atrás en este tema. Ya dice el refrán que las prisas no son buenas consejeras.

Artículo previo
El PCCh “moldea lo que el público ve” en Hollywood
Siguiente artículo
El Papa se niega a reunirse con el secretario de Estado de EE. UU.

Artículos Relacionados

Otros Artículos