En el manual del EPL “Guerra sin restricciones” se le da una enorme importancia al control tecnológico34, junto al económico-financiero, a la hora de influir en las operaciones en el campo de batalla que, recordemos, está en todas partes. En 2015, se puso explícitamente el foco en el desarrollo tecnológico con el plan “Made in China 2025”35 el primer paso, a diez años, de un plan con el objetivo de convertir a China en el “líder tecnológico mundial” en 2049, fecha en que se conmemora el centenario del ascenso al poder del PCCh. Las fases del plan son: reducir las diferencias con otros países (2025), fortalecer la posición (2035) y liderar en innovación (2045). Con estos objetivos en mente, las autoridades del país aplican políticas favorables a la reestructuración de la industria tradicional manufacturera, con especial énfasis en innovación, propiedad intelectual y desarrollo sostenible, mientras promueven la fusión y reorganización de empresas. El plan coincide con la estrategia de reindustrialización adoptada en los países desarrollados que se basa en la fabricación inteligente como método para incrementar la competitividad. 

Los sectores en donde pretende enfocarse son los siguientes: equipamiento eléctrico, máquina agrícola, nuevos materiales, ahorro energético y vehículos de nuevas energías, herramientas de control numérico y robótica, tecnología de la información, equipamiento aeroespacial, equipamiento ferroviario, ingeniería de equipamiento marítimo y barcos de tecnología avanzada y equipamiento médico.

De entrada, este plan difiere de anteriores en que el enfoque está dirigido al proceso de fabricación completo e incluye también a las industria tradicional y no solo a la novedosa. Si adicionalmente se incluye la pretensión de incrementar la exigencia de componentes básicos de producción local a un 40% en 2020 y a un 70% en 2025 todo indica que se pretende reducir significativamente la inversión extranjera en esta parte de la cadena de suministro. Además, queda claro implícitamente que el plan pretende relanzar las exportaciones como motor dentro de su economía. También incluye la “mejora en la protección de la propiedad intelectual”, lo que no deja de ser sorprendente porque en la mayoría de los países desarrollados la propiedad intelectual se protege en absoluto, no en relativo. El concepto de “mejora” pareciera indicar que seguirá sin ser respetada del todo pero menos que antes, lo que es un reconocimiento implícito de lo que es mundialmente conocido. Adicionalmente, la censura sobre internet a través del “Gran Cortafuegos”, operativo desde 2003, permite el doble objetivo de censura de contenidos y seguridad adicional en sus redes al aislarlas del resto.  

Un factor interesante en este plan es que se asume una posición de China por debajo y lejana de los principales líderes mundiales, como EEUU o Alemania36, planificando un esfuerzo de casi 20 años para superarlos cuando la realidad no es exactamente esa. China superó a EEUU como “líder en fabricación mundial” en 2010, es el líder en tecnologías de supervisión y vigilancia con más de 1.000 millones de cámaras instaladas por todo el país con el objeto de monitorizar el comportamiento ciudadano, es líder en tecnologías de inteligencia artificial en reconocimiento facial,  tiene el ordenador más potente del mundo, el más potente túnel de viento hipersónico y el primer satélite de comunicaciones con encriptación cuántica. Aunque es indudable que todavía hay problemas relacionados con la calidad de los productos, sobre todo en lo relativo a las millones de falsificaciones chinas que inundan los mercados, no aplica igual a todos los sectores; por ejemplo Huawei o Xiaomi tienen productos de alta calidad y competitivos en precio. Por eso, asociamos este enfoque de una China alejada de los líderes mundiales con la narrativa del “ascenso pacífico” o con la célebre sentencia de Sun Tzu “Aparenta inferioridad y estimula su arrogancia”47; otra maniobra de distracción sobre los verdaderos objetivos que se pueden resumir en: (1) convertirse en líderes mundiales en productos tecnológicos de alto valor añadido (5G, semiconductores, vehículos eléctricos y autónomos, energías renovables, etc.) y (2) incrementar el liderazgo en suministro de bienes esenciales (p.ej. equipos médicos o agrarios) con el objetivo último del control del suministro de la mayoría de productos esenciales para el funcionamiento de cualquier país y, en definitiva, el liderazgo geopolítico mundial. Es un plan complementario a “la Franja y la Ruta”, desde la perspectiva de fabricación de productos en lugar de la inversión, pero alineado con el objetivo de garantizar e incluso aumentar las exportaciones e inversiones futuras. 

Apoyando esta teoría, suscrita también por el General Robert Spalding37, en junio de 2018 se aprueba por el PCCh la “Ley Nacional de Inteligencia”38. En ella se le da al Gobierno poderes absolutos para la monitorización de todas las personas, tanto nacionales como extranjeras, y de todas la empresas y organizaciones nacionales y extranjeras dentro de las fronteras de China. También le da el derecho a los oficiales de inteligencia de designar a negocios o individuos como espías. En concreto esto viene en el artículo 14 de dicha ley: “ Las instituciones nacionales de trabajos de inteligencia, cuando lleven a cabo trabajos de inteligencia de acuerdo con las leyes, pueden pedir a instituciones relevantes, organizaciones y ciudadanos su apoyo, asistencia y cooperación”. Por un lado, esta ley provee cobertura legal para hacer lo que sea necesario en el proceso de obtención de tecnología o información valiosa y confidencial. Por otro, los nuevos sistemas de créditos sociales que aplican a cada ciudadano pueden servir de palanca de apoyo para “incentivar” su colaboración; p.ej. si no colaboras no solo es que tu puntuación baje sino que tu hijo no podrá ir a una determinada universidad. Básicamente, tras esta ley, cualquier empresa, organización o ciudadano chino es potencialmente un espía. 

Los modos de obtención de la tecnología varían desde la transferencia tecnológica forzosa39 como coste de entrada en el mercado chino, los ciber ataques, el robo de información por parte de algún empleado u organización, joint ventures con empresas chinas que posteriormente se convierten en competidoras de esa misma joint venture, incluso actividades de sabotaje a través del EPL a empresas extranjeras con tecnologías disruptivas para bajar artificialmente el precio de adquisición beneficiando a las empresas chinas interesadas. La capacidad del Estado para reasignar activos de una empresa china a otra, sin dar ninguna explicación, añade riesgo para cualquier empresa extranjeras que pretenda asociarse con una empresa china. También hay formas más sutiles como el ser becado por algún programa oficial de investigación de China, pasando temporadas largas en el país y transfiriendo conocimiento. 

Indudablemente, China hizo un gran trabajo enfocándose en desarrollar la tecnología 5G y adelantándose al resto de competidores pero el problema que implica es evidente cuando se analiza lo que significa el 5G y sus posibles usos. El 5G no solo mejora lo ya existente, como el paso del 3G al 4G, sino que representa un cambio profundo en la conectividad que permite, por ejemplo, descargar películas en alta definición al instante, conectar a la red vehículos con el objeto de mejorar el tráfico o los aparatos domésticos de una casa e incluso operar a alguien a distancia gracias a robots quirúrgicos que obedecen las órdenes del cirujano al instante. Forman parte esencial del llamado Internet de las Cosas (IoT-Internet of Things) y tiene aplicaciones de tipo civil y militar. Por ello, y habiendo múltiples pruebas de que Huawei o ZTE40 son empresas controladas por el PCCh que han crecido bajo el formato de espionaje corporativo selectivo, permitir que el tráfico de los datos de todos estos equipos, de todo un país, pasen por redes controladas con equipos de estas empresas chinas representa un gigantesco “caballo de Troya” con un potencial destructivo enorme. Sin un ápice de exageración, en esa situación cualquier aparato es potencialmente un arma homicida y el sabotaje de infraestructuras esenciales, como las redes eléctricas, puede facilitar el hundimiento económico y el control remoto completo de un país. Por eso, entre otros, EEUU y Australia han empezado a rechazar su concesión bajo criterios relacionados con la seguridad nacional41. Ante esta situación, es curioso comprobar como parte de las quejas de las empresas chinas están basadas en la violación del principio de libre mercado. En tiempos de Genghis Khan, el ejército mongol aplicaba con frecuencia una estrategia de ataque en cuatro tiempos, lento-lento-rápido-rápido42 y, en cierta forma, la secuencia de grandes planes que ha seguido el PCCh en esta segunda y tercera etapa tiene un esquema similar. El primer lento, de preparación para la guerra, es la conversión del país en la “fábrica del mundo”. El segundo lento, era un montaje para lograr que el enemigo bajara la guardia, y estaría relacionado con la narrativa del “ascenso pacífico” y el crecimiento de empresas locales a costa del resto. “La Franja y la Ruta” haría de puente para el primer rápido, llamar la atención del enemigo con un ataque frontal, que sería “Made in China 2025” y en concreto el despliegue del 5G a nivel mundial. El último rápido es un golpe doblemente veloz desde una dirección inesperada; esperemos que nunca llegue.

 

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