En general se pueden distinguir tres etapas principales; el periodo Mao 1949-1976, de consolidación, el periodo de reforma y apertura económica 1978-2012 iniciado por Deng Xiaoping y el período de expansión coincidente con el mandato del actual presidente Xi Jinping. En la primera etapa, tras un largo periodo de explotación colonial, guerra e invasión de Japón, el PCCh centró su estrategia en unir al país en torno a sí mismo aprovechando la gran masa de campesinos descontentos y mediante varios movimientos, principalmente coercitivos, que resumimos a continuación9:
- A través de la reforma agraria, se elimina a la clase terrateniente (“la tierra para el que la trabaja”).
- A través de las reformas en la industria y el comercio, se elimina a la clase capitalista.
- Se prohíbe las religiones y se persigue a los grupos religiosos, imponiendo el culto al PCCh como el único válido.
- El movimiento anti-derechista ‘de las Cien Flores’ (1956-1957), silencia a los intelectuales mediante el encarcelamiento a los críticos con el régimen.
- En el Gran Salto Adelante (1958) un conjunto de errores gubernamentales, con objetivos de producción irreales, y varias sequías ocasionan la mayor hambruna de la historia reciente de China, con un estimado de 45 millones de personas fallecidas por inanición.
- La Revolución Cultural (1966), con la justificación de que “representantes de la burguesía se han colado en el Partido, el gobierno, el ejército y varias esferas de la cultura y son un grupo de revisionistas contrarrevolucionarios” se inicia una persecución a todos los niveles y un intento de demolición de 5000 años de cultura y tradiciones, con pérdidas irreparables, apoyándose en el culto a Mao y al Partido. Según cifras conservadoras, el número de muertes no naturales llegó a 7.730.000 aunque algunas fuentes hablan de 20 millones.
- Por contra, antes de 1949, el índice de analfabetismo era del 80 % y el promedio de vida de la población era 44 años y, en 1976, el índice de analfabetismo había bajado al 20% y el promedio de vida aumentó a 65 años10.
Mao Zedong, en sus últimos años, perdió influencia en el Partido y tras su muerte incluso hubo críticas oficiales reconociendo algunos errores en su mandato11. Es más, si se analiza los discursos en los XIX Congresos Nacionales del Partido, principal termómetro dogmático del régimen, se comprueba cómo la figura del Partido Comunista tiene una presencia central y permanente, como una identidad grupal independiente, distinta de cualquier líder y con objetivos propios. Es como si en esta partida de weiqi hubieran participado como jugadores, representando al PCCh, los siete presidentes de la República Popular de China con sus asesores y que, en función del estado de la partida, fueran lanzando distintas maniobras tácticas para proteger los intereses del Partido. En este sentido, resulta ejemplarizante los planteamientos y objetivos relativos a la población china en los que, aunque los medios han ido cambiando en función del contexto, no lo ha hecho así el fin último, constante desde el periodo de Mao. Entendiendo la cultura como el alma de una nación, su sustitución por la cultura y culto al Partido ha tenido el efecto de “prisión mental”; si uno piensa más allá del límite establecido, comete un crimen y las instituciones gubernamentales, las fuerzas armadas y los medios de comunicación son utilizados como herramientas para ejercer control. Las violaciones de los derechos humanos siguen siendo una constante12, y hay numerosas pruebas de la existencia hoy de campos de trabajo y “reeducación” en la que la minoría musulmana de los uigures, los practicantes de la vía de cultivación espiritual de Falun Gong, los cristianos u otros son encarcelados por sus creencias. También hay múltiples pruebas del tráfico ilegal de órganos13, en muchos casos, asociados a esos presos.
Tras el periodo Mao, la situación era difícilmente sostenible tanto desde el punto de vista de la estabilidad interna como por el contexto geopolítico internacional. Por ello, en esta segunda etapa se rescató a integrantes del Partido de corte más reformista marginados en la etapa anterior, como Deng Xiaoping, para liderar el nuevo periodo de apertura económica y diplomática. En los primeros pasos, la economía y apertura comercial tuvo un mayor protagonismo como herramienta de obtención de recursos pero, especialmente tras el incidente de Tiananmén en 1989, se detectó la necesidad de una redefinición de la narrativa diplomática que finalmente acabó derivando en planteamientos más sofisticados como el “ascenso pacífico” o “La Franja y la Ruta”. Este proceso de definición fue gradual y ocurrió en paralelo con el redescubrimiento de uno de los grandes patrimonios de la nación china; sus 5.000 años de historia política y militar. Esta revisión histórica permitió por un lado recuperar la idea de gran imperio, aportando legitimidad a los planteamientos expansionistas dentro de la población china, y por otro recuperar un conocimiento de valor incalculable para la competencia, en particular con la actual nación hegemónica, EE. UU., siempre reinterpretando los elementos asociados con la moral y tradición para su encaje con el cuerpo dogmático del “socialismo de características chinas” del Partido. Pillsbury, tras una investigación de cientos de documentos del Partido y del EPL, resaltó la importancia del periodo histórico de los “Reinos Combatientes” en este proceso (que comenzó en el siglo V a.C. y que acabó en la unificación de China por la dinastía Qin en el 221 a.C.), destilando los principales principios de actuación en nueve elementos14:
- Promueve la complacencia para evitar alertar al adversario.
- Manipula a los asesores de tu adversario.
- Sé paciente-durante décadas o más- para lograr la victoria.
- Roba las ideas y tecnologías de tu adversario que favorezcan tu estrategia.
- El poderío militar no es determinante para ganar una competición a largo plazo.
- Reconoce que el enemigo emprenderá acciones extremas e incluso imprudentes para mantener su posición hegemónica.
- Ten presente el shi. Este concepto consiste en dos elementos primordiales: esperar el momento oportuno para el ataque y el engaño para que otros jueguen a tu favor.
- Establece y utiliza mecanismos de medición del nivel de influencia con respecto a otros adversarios.
- Permanece alerta para no permitir que nadie te rodee ni te engañe.
Estos nueve elementos son el motor táctico de donde emanan los planes concretos que, sin duda, han sido definidos e implementados por militares. El EPL depende directamente del PCCh, no del Gobierno, y es quien articula el despliegue operativo según sus órdenes. En función del contexto de cada momento, uno o varios de estos principios son aplicados y su consecuencia son las distintas maniobras en cada uno de los frentes.
Apoyando la implantación de los planes específicos y aportando una gran capilaridad tanto nacional como internacional, está el Departamento de Trabajo del Frente Unido (UFWD por sus siglas en inglés). El UFWD15 es un órgano de alto nivel del Partido Comunista Chino (PCCh) dependiente del Comité Central que tiene la misión de transmitir la narrativa oficial del régimen en China y en el extranjero a través de tres tipos de acciones: neutralizar críticas al partido, difundir propaganda positiva de su gestión y ‘seducir’ a las élites extranjeras para que defiendan los intereses del PCCh en sus países. El organismo fue creado por Mao Zedong pero ha sido con el actual Presidente Xi Jinping cuando ha cobrado una especial relevancia en particular en política exterior. Según la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad de EE. UU.–China, Pekín utiliza el trabajo del “Frente Unido” para coaccionar y neutralizar las fuentes de posible oposición a las políticas y la autoridad del PCCh.
El crecimiento económico era imprescindible como elemento de obtención de recursos y como estabilizador social y, sin duda, tuvo el protagonismo durante los años 90. Es a principios del siglo XXI, en paralelo con la creación de empresas chinas destinadas a ser líderes en su mercado, cuando se desarrolla y divulga la narrativa del “ascenso pacífico”. El concepto es sencillo. Zhen Bijian, miembro del PCCh y presidente del China Institute for Innovation and Development Strategy (CIIDS), lo explica en un artículo de 200416:“¿Cómo podemos integrar la paz con el ascenso? Si hay algún secreto, este radica en que emprendimos el camino de construir independientemente el socialismo con características chinas comprometiéndonos con la globalización económica en lugar de distanciarnos de ella. Con el “compromiso con la globalización económica” quiero decir que no sólo abrimos nuestro mercado interno, sino que además aprovechamos el mercado mundial como modo de asegurar la coexistencia pacífica con el resto del mundo. Buscamos una situación que sea mutuamente beneficiosa para todos, en la que no haya perdedores, sólo ganadores, compitiendo en un terreno de juego nivelado para todos los países por igual, con las mismas reglas y bajo el principio de poder obtener las mayores ventajas mientras evitamos los factores negativos”. Por un lado, con la idea del “socialismo con características chinas” se juega tanto con la diferencia con otros modelos que se demostraron fracasados, como el de la URSS, como con la dificultad para ser comprendido por un extranjero –“no se metan, somos distintos”-. Por otro lado, se apostaba decididamente por la globalización económica y el gana-gana con otros países “bajo las mismas reglas” con el objeto de poder operar en cualquier mercado internacional. No obstante, en paralelo se avanzaba en dos frentes: en el económico, manteniendo la asimetría entre el mercado chino y el resto junto al espionaje industrial y robo de patentes organizado; y en el diplomático, a través del apoyo indispensable del Frente Unido.
El UFWD15, con medios de lo más diverso incluidos los del ejército, se encargó de que la idea del “ascenso pacífico” fuera apoyada por un variado conjunto de la élite de la sociedad occidental incluyendo reputados Think Tanks, políticos, inversores, medios de comunicación y organismos internacionales. Se les hizo pensar que tratar a la China comunista como un jugador más en el tablero internacional traería cooperación, diplomacia y libre comercio e, incluso, que esto inevitablemente llevaría a China a evolucionar hacia un sistema democrático. El proceso como opera el Frente Unido varía desde la influencia “blanda”, brindando oportunidades17 en o gracias al mercado chino, y/o sutiles engaños que a veces pasan inadvertidos, hasta sobornos o, en caso de que fuera necesario, presión directa18 con amenazas de todo tipo. En este esquema, el Ministerio de Asuntos Exteriores y las embajadas tienen un papel muy relevante. Un ejemplo a la vista de todos sería la presencia de China en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas19, algo del todo incomprensible por el numeroso histórico documentado de crímenes contra los derechos humanos.
Desde hace años, se ha sospechado que el presupuesto militar de China era superior al oficial20, que lo ubica como el segundo ejército más potente del mundo tras EE. UU. Ahora bien, si en lugar de usar ese gasto militar en las distintas guerras en las que EE. UU. se ha involucrado se utiliza para estas maniobras en la sombra, la capacidad para ejercer presión y control es tremenda. Y si a esto se le añade todo el aparato de propaganda local e internacional y la falta de réplica de una sociedad como la china, todo favorece que se cree una “densa niebla” que permite al PCCh avanzar en sus planes sin casi oposición. Es indiscutible el éxito conseguido por el UFWD en esta faceta y eso explica que todavía haya controversias en este punto.
La tercera etapa se inicia con Xi Jinping, que nada más llegar a la Presidencia en 2013 lanza el ambicioso plan “La Franja y la Ruta” (“One Belt, One Road”-OBOR- en inglés) y en 2015 lanza el igualmente ambicioso “Made in China 2025”, del que nos ocuparemos en el frente tecnológico. Como contexto, China reaccionó a la crisis financiera de 2008, que impactó de forma muy importante a sus exportaciones (un 40% del PIB), equilibrando su caída con un aumento gigantesco de las inversiones que derivó en 2012, entre otros efectos, en un gran excedente en la capacidad de fabricación y en una reducción de la reserva de dólares. El plan “La Franja y la Ruta” fue lanzado con el argumento de la rehabilitación comercial de la antigua Ruta de la Seda incluyendo la creación de una nueva Ruta de la Seda marítima del siglo XXI21. La iniciativa tiene el objetivo de construir una red de comercio e infraestructura que conecte a Asia con Europa y África a lo largo de las antiguas rutas comerciales de la Ruta de la Seda para buscar el desarrollo y prosperidad comunes. El plan comprende seis corredores económicos (Nueva Eurasia, China-Mongolia-Rusia, China-Asia Central-Asia Occidental, China-Indochina, China-Pakistán, Bangladesh-China-India-Myanmar) y los transportes marítimos. La narrativa es muy similar a la del “ascenso pacífico”, con menciones a las bondades de la globalización, al beneficio mutuo y a la armonía entre los pueblos. Desde un punto de vista táctico, Javier de Carlos45 resume los objetivos de OBOR en (1) reactivar el PIB, (2) conseguir liquidez para la construcción de infraestructuras, (3) reequilibrar las desigualdades regionales internas y (4) ocupar el exceso de capacidad industrial. Los teóricos22 sesenta y cinco países implicados en la iniciativa (no todos participan en ella) acumulaban, de acuerdo con el Banco Mundial, un 30% del PIB mundial, un 62% de la población y un 75% de las reservas energéticas conocidas. Además, salvo Grecia e Italia, el resto son países económicamente vulnerables, pero con un potencial crecimiento de población muy elevado.
La financiación de los proyectos se realiza principalmente a través del Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB), que en marzo de 2018 estaba integrado por 84 países (incluido España). Esto evita que China asuma el coste de la construcción de la infraestructura en otros países. El banco presta el dinero y el país en el que China construye la infraestructura es quien asume la mayor parte del coste. Normalmente los proyectos se aprueban con procesos de licitación poco transparentes y, con el paso del tiempo, la impresión es que casi cualquier proyecto en cualquier país podría tener cabida (de ahí el crecimiento en América Latina). Desde hace unos años, distintos medios usan el término “diplomacia de la trampa de la deuda”23 asociándolo a “la Franja y la Ruta” a través de la experiencia de casos concretos como, por ejemplo, Malasia o Singapur aunque precisamente sean estos excepciones al ser los gobiernos locales los que intentan revertir la situación inicial. Para Javier de Carlos45, la estrategia de China pasa por desarrollar sus propias infraestructuras logísticas en todo el mundo al controlar los puertos, trenes, centros logísticos, etc. indirectamente debido a la deuda impagada por los países receptores, usándolos como propios y garantizando así su tráfico comercial a nivel global, su aprovisionamiento de materias primas y energía y un control geopolítico más allá del comercio. Es indudablemente la primera maniobra explícitamente ofensiva desde 1949.
Uno de los principales puntos débiles de la posición del PCCh en el mundo es su legitimidad respecto al respeto de valores, derechos y libertades de sus ciudadanos. Un Partido que elimina la libertad de credo, con un control tan extremo que incluso prohíbe a los monjes budistas tibetanos reencarnarse sin su permiso, o que elimina cualquier rastro de libertad de expresión, con campos de “reeducación” incluidos, es perfectamente consciente que lo coloca en una posición inadmisible para la mayoría de los países democráticos. De ahí la necesidad, de proteger su posición tanto dentro como fuera de China a través de maniobras que le permitan mantener la continuidad de las relaciones diplomáticas y comerciales con otros países y garantizar el alineamiento de la población con el Partido. La primera, hacia el interior, es la renovación en momentos clave del cuerpo dogmático y su transmisión a la población local. De hecho, las tres etapas descritas están jalonadas por tres doctrinas políticas o “pensamientos” escritos por Mao Zedong, Deng Xiaoping y Xin Jinping46que son los únicos que se añadieron, con nombre propio, a la Constitución del Partido Comunista en toda su historia. El “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era” ha sido profusamente transmitido a la población por múltiples instituciones y medios desde 2017. Además, para que las acciones de control de la población no impidan, tal y como ocurrió tras el incidente de Tiananmen, operar con libertad en los mercados internacionales es necesario mantener el blindaje mediático del país y por eso el control de los medios de comunicación, redes sociales e internet son claves para esta tarea. En esta línea, otra maniobra de protección, fue la promoción al exterior de la cultura del Partido.
Esta ofensiva en lo cultural, enmarcada en la narrativa del “ascenso pacífico”, incluye la creación y promoción de los Institutos Confucio24. La mayoría de estos Institutos están asociados a universidades extranjeras donde enseñan mandarín profesores chinos junto con algunos eventos culturales y otros servicios. Oficialmente, China insiste que los Institutos Confucio son organizaciones sin ánimo de lucro dedicadas a promocionar la cultura y el idioma chino en países extranjeros. Además, son muy baratos por lo que resulta muy atractivo para muchas universidades incluirlos en su oferta educativa. Actualmente hay más de 500 en el mundo. No obstante, con el tiempo la censura en cuanto a las temáticas (prohibido Tíbet, Falun Gong, etc.), la propaganda encubierta y la falta de libertad de enseñanza se han ido poniendo de manifiesto obligando a universidades que apuestan por otros valores a cancelar sus acuerdos. Todas las actividades académicas de los Institutos están supervisadas por Hanban, una agencia estatal presidida por el vice-presidente de la República Popular de China y miembro del Politburó por lo que no debería sorprender las acusaciones de censura y propaganda que, por otra parte, algunas están explícitamente incluidas en los acuerdos de confidencialidad que se firman con las universidades.
En 2009 se decide que “la cultura se globaliza”25 por lo que se lanzan diversas ligas relacionadas con la cultura, se utilizan las embajadas y consulados chinos, centros culturales, los Institutos Confucio y se alienta a las empresas culturales y medios de comunicación chinos a invertir o adquirir empresas en el extranjero. Por ejemplo, desde 2012, Wanda Group ha gastado casi 10.000 millones de dólares para adquirir Legendary Entertainment, AMC, Carmike Cinemas y Dick Clark Productions, productor de los Golden Globe Awards, entre otras. Por supuesto, además de promocionar la cultura del Partido e importar espectáculos extranjeros a China también se vetan otros que vayan en contra de sus postulados o que les resulten incómodos. Un ejemplo de interferencia lo tenemos en España, en el Teatro Real de Madrid que pertenece a la “Liga internacional de Teatros de la Ruta de la Seda” y que, recientemente, canceló un espectáculo ya firmado con la compañía norteamericana de baile tradicional chino Shen Yun por presuntas presiones del embajador de China en España26. En realidad, y a diferencia de “la Franja y la Ruta”, las acciones relacionadas con la promoción de la cultura del Partido tienen un sentido profundamente defensivo y el hecho de que los países democráticos hayan mantenido una tolerancia suficiente a la extrema particularidad de la cultura del PCCh es una muestra de que la estrategia ha sido, al menos en parte, exitosa.
En la etapa de Xi, debido al hermetismo y al extremo blindaje interno, es muy difícil valorar objetivamente si este periodo expansivo es simplemente la consecuencia natural de la etapa anterior, la versión más aceptada, o si también tiene una lectura adicional en clave interna. Hay varias cuestiones que pueden complementar lo anteriormente expuesto. Primero, el estilo en Justicia y Asuntos Exteriores se ha demostrado mucho más duro que en etapas anteriores. La brutal campaña anti-corrupción49 lanzada por Xi poco después de acceder al poder, la más significativa desde los tiempos de Mao, ha tenido como resultado provisional cientos de miles de detenidos en todos los niveles (“tigres y moscas”) del Partido, servicio secreto y ejército y más de millón y medio de funcionarios castigados. También está el papel reforzado del Frente Unido, principalmente en el exterior, y lo que se ha dado en llamar la “Wolf Warriors diplomacy”48(por el título de la película más taquillera en la historia de China), que se refiere al ascenso de una nueva hornada de “ying pai” (ultra-nacionalistas) con un estilo más combativo ocupando las posiciones de mando en el Ministerio de Asuntos Exteriores, como muestra la reciente elección de Zhao Lijian (48 años) como portavoz. Además, la reforma de la constitución del Partido en 2018 que deroga la norma instaurada por Deng Xiaoping de limitar a un máximo de dos mandatos, permite que Xi Jinping se pueda presentar indefinidamente apuntalando su poder y mando en el Partido como ningún líder desde Mao46.
Lo anterior, como decimos, tiene varias lecturas posibles. Además de la más aceptada asociada al sostenido crecimiento económico y tecnológico habría otra complementaria relacionada con la extensión y agresividad de la campaña anti-corrupción dentro del Partido, sobre todo teniendo en cuenta la importancia esencial del PCCh como organismo rector del destino de la nación china. Inevitablemente recuerda la acción de Xi a la de Mao en los tiempos de la “Revolución Cultural”, donde purga y culto a la personalidad se unieron en una maniobra donde la motivación real era retomar el control perdido del Partido. La caída del clan del anterior Presidente Jian Zeming50, podría estar provocando batallas internas dentro de un sistema lo bastante dañado como para haber requerido de una purga de semejantes proporciones. En tiempos difíciles es importante un liderazgo fuerte y quizás esa sea otra de las razones de la acumulación de poder en la figura de Xi Jinping. Además, Hong Kong51, un “living lab” de lo que verdaderamente implica “un país, dos sistemas”, con sus periódicas y actualmente masivas protestas contra el gobierno chino pone de manifiesto la tensión inevitable entre “clases medias vs régimen totalitario”. Quizás los gestos de Xi en lo relativo a la corrupción, la divulgación generalizada de sus “pensamientos” (como si de un plan estratégico se tratara) e incluso la agresividad en su dialéctica diplomática estén dirigidos sobre todo en clave interna, con mensajes de renovación y fortaleza necesarios en un escenario percibido como frágil tanto por la opinión pública china (esa gran desconocida) como por el propio Partido. No olvidemos que el engaño es parte de la táctica del PCCh y, por ello, las muestras llamativas de fortaleza pueden implicar precisamente lo contrario de lo que aparentan.