CHINA, 70 AÑOS DE GUERRA ENCUBIERTA


“Observemos atentamente; aseguremos nuestro puesto; enfrentémonos a las cuestiones; disimulemos nuestra capacidad y aguardemos la oportunidad; intentemos pasar desapercibidos, y no reivindiquemos nunca el liderazgo”.

“Las tropas enemigas están al pie de la muralla. Son más fuertes que nosotros. Tendremos que situarnos básicamente a la defensiva”.

Den Xiaoping1, 1989


El Dr. David Lai, profesor de la Air War College de EEUU, en un informe de 20042, asemeja el juego del weiqi (también conocido como “Go”) a la manera china de hacer la guerra y la diplomacia. Este juego, el más antiguo del mundo, tiene su origen hace 4.000 años y se basa en un tablero cuadrado, concebido para ser la tierra (que en aquella época se creía cuadrada y plana), 180 piedras redondas blancas y negras y dos jugadores que compiten por territorios. El que adquiere más, gana. Las piedras permanecen en su lugar a menos que sean capturadas y retiradas por el jugador contrario por lo que, según avanza el juego, éste se va complicando con más piedras en el tablero convirtiéndose en una guerra con múltiples campañas y frentes de batalla. Las partidas tienen una larga duración y no es fácil saber quién va ganando para el que no conoce bien el juego. Esto lo diferencia del ajedrez, más practicado en Occidente, orientado al corto plazo y a la victoria o derrota total, capturar al rey. Según Henry Kissinger3, en el weiqi “la meta no es tanto la victoria final, sino un progreso estratégico persistente”.

Desde la proclamación de la República Popular de China por Mao Zedong el 1 de octubre de 1949, y como si de una larguísima partida de weiqi se tratase, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha venido desarrollando un plan que apenas ha modificado en lo sustancial desde hace 70 años. Muchos analistas, como el general del Ejército de los EE. UU. retirado y exasesor sobre China para el Pentágono, Robert Spalding4, Michael Pillsbury5, director del Centro de Estrategia China del Instituto Hudson también en EE. UU. o Javier de Carlos Izquierdo45, doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, coinciden en que el objetivo final es la obtención del poder hegemónico a nivel mundial.  Esto no tendría por qué ser algo ilícito si se consiguiera dentro de las normas de gobernanza mundial, respetando los derechos humanos y la libertad individual pero, como se mostrará en el documento, este no es el caso en absoluto. La razón principal por la que esta circunstancia no resulta evidente para la opinión pública es por la naturaleza de las tácticas empleadas y por la extraordinaria paciencia en su aplicación, pudiendo esperar décadas hasta dar el siguiente paso. Según Sun Tzu47 (siglo V a.c.) “el arte de la guerra se basa en el engaño” y etimológicamente Weiqi, 围棋, significa literalmente “juego de tablero de envolvimiento”8. Tanto las tácticas envolventes de largo alcance como el engaño han sido una constante en los planes desplegados lo que hace que, si se estudia cada uno de ellos y su implementación de forma aislada, no sea sencillo distinguir entre la diplomacia de gestos amistosos, sutiles incumplimientos e ilegalidades y resultados desequilibrados normalmente a favor del gobierno chino.   

Del libro “Guerra sin restricciones”6 escrito por Qiao Liang and Wang Xiangsui, Coroneles del Ejército Popular de Liberación, en 1999, se extraen varias reflexiones de interés para entender parte del ‘modus operandi’. Se afirma por ejemplo, que los nuevos principios de la guerra ya no se aplican “usando la fuerza armada para obligar al enemigo a someterse a la voluntad de uno“, sino “usando todos los medios, incluida la fuerza armada o no armada, militar y no militar, y medios letales y no letales para obligar al enemigo a aceptar nuestros propios intereses “. Más adelante, sigue: “Cuando de repente nos damos cuenta de que todas estas acciones que no son de guerra pueden ser los nuevos factores que constituyen la guerra futura, tenemos que encontrar un nuevo nombre para esta nueva forma de guerra; una guerra que trasciende todos los límites y limitaciones, en resumen: una guerra sin restricciones. Si se establece este nombre, este tipo de guerra significa que todos los medios estarán listos, que la información estará omnipresente y que el campo de batalla estará en todas partes”. Teniendo en cuenta que el objetivo del Ejército Popular de Liberación (EPL) es la consolidación del estatus de mando del Partido Comunista7, su publicación bajo la editorial del EPL, es significativo no solo porque su contenido representa implícitamente la posición del Partido sino porque es uno de los pocos ejemplos explícitos de la naturaleza combativa de su posicionamiento global. 

Este documento pretende dar una visión panorámica del plan general del PCCh, en los distintos frentes político, económico y tecnológico junto con un parte actualizado de la guerra encubierta que lleva librando desde 1949. Solo mostrando todos los principales planes y tácticas en su conjunto, lo que Pillsbury llama “La Maratón de los 100 años”5, se puede distinguir un plan maestro profundamente insolidario de casos aislados con interpretaciones diversas.  

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