El Departamento de Trabajo Frente Unido (UFWD por sus siglas en inglés) es un órgano de alto nivel del Partido Comunista Chino (PCCh) dependiente del Comité Central y que tiene la misión de transmitir la narrativa oficial del régimen en casa y en el extranjero a través de tres tipos de acciones: neutralizar críticas al partido, difundir propaganda positiva de su gestión y ‘seducir’ a las élites extranjeras para que defiendan los intereses del PCCh en sus países.
De acuerdo con un informe publicado en agosto de 2018 por la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos – China, Beijing utiliza el trabajo del “Frente Unido” para coaccionar y neutralizar las fuentes de posible oposición a las políticas y la autoridad del PCCh.
“El Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh, el organismo responsable de coordinar este tipo de operaciones de influencia se centra principalmente en la gestión de los posibles grupos de oposición dentro de China, pero también tiene una importante misión de influencia en el extranjero.
Para llevar a cabo sus actividades de influencia en el extranjero, el UFWD dirige el “trabajo de los chinos en el extranjero”, que trata de coaccionar a los individuos y comunidades de origen chino que viven fuera China, mientras que otras organizaciones afiliadas clave, guiadas por la estrategia más amplia del Frente Unido de China, llevan a cabo operaciones de influencia dirigidas a actores y estados extranjeros.
Algunas de estas entidades tienen conexiones claras con la estrategia del Frente Unido del PCCh, mientras que la vinculación de otras es menos explícita. En la actualidad, las organizaciones relacionadas con el Frente Unido desempeñan un papel cada vez más importante en la política exterior más amplia de China bajo la dirección del presidente de China y secretario general del PCCh Xi Jinping.
La naturaleza de la labor del Frente Unido consiste precisamente en buscar influencia a través de conexiones difíciles de demostrar públicamente y en obtener una influencia que está entrelazada con cuestiones delicadas como la identidad étnica, política y nacional, lo que hace que quienes tratan de identificar los efectos negativos de esa influencia sean vulnerables a las acusaciones de prejuicios“, asegura el informe.
Esta idea no es nueva, de hecho, el Departamento de Trabajo del Frente Unido fue creado en los tiempos de Mao Zedong, que a su vez lo copió de la Unión Soviética, y fue calificado por él mismo como una “arma mágica” para derrotar a un enemigo manifiestamente superior durante la Guerra Civil china a principios del siglo XX.
Las tácticas del frente unido son tan antiguas como el comunismo mismo, y se remontan a la Revolución Rusa. El concepto es simple: reunir una coalición de partes afines o de intereses mutuos para vencer a un adversario más poderoso, incluso si estos aliados no están perfectamente alineados con la ideología.
¿Por qué es tan peligroso el Frente Unido?
Lo principal aquí sería identificar a ese “enemigo más poderoso” al que el PCCh tiene en su mira para derrotar a través de todas estas técnicas y redes de influencias para identificar cuál es el papel de España en este proceso.
A través de numerosos informes, libros y documentos internos del PCCh investigadores y funcionarios de alto nivel estadounidenses han revelado una verdad que estaba escondida a plena luz del día: el enemigo a derrotar es el poder hegemónico actual, Estados Unidos.
Y es que desde que China se ‘abriera’ al mundo tras la muerte de Mao Zedong de la mano del líder comunista Deng Xiaoping en 1978 y más tarde se uniera a la Organización Mundial del Comercio en 2001, las élites de occidente han ‘comprado’ la cara amable que el régimen comunista ha ofrecido de una nación devastada por la explotación colonial, la guerra y la invasión de Japón que únicamente busca modernizarse para sacar de la pobreza a una población de (entonces) casi mil millones de personas, como muy exhaustivamente recoge Michael Pillsbury, el director del Centro de Estrategia China en el Hudson Institute y asesor de ocho presidentes de los EE. UU. en su libro ‘La Maratón de 100 años’.
Occidente pensaba que tratar a la China comunista como un jugador más en el tablero internacional traería cooperación, diplomacia y libre comercio y esto inevitablemente llevaría a China a evolucionar hacia un sistema democrático, pero ese no era el plan del PCCh en absoluto, más bien lo contrario.
El partido comunista, y eso queda reflejado en numerosos documentos, libros, informes internos y discursos recogidos por Pillsbury, se marcó como objetivo convertirse en el poder hegemónico mundial para 2049 para exportar su sistema autoritario al resto de países a través de la ocultación de su verdadero objetivo y su verdadera fortaleza.
Según Pillsbury, la estrategia de engaño constante del PCCh se creó inspirándose en el período chino conocido como ‘Los Reinos Combatientes’ y tiene nueve elementos principales:
- Promueve la complacencia para evitar alertar al adversario – El oponente no debe ser provocado prematuramente, por ello hay que mantener ocultas las verdaderas intenciones hasta el momento en que se esté preparado para atacar.
- Manipula a los asesores de tu adversario – Los estrategas chinos destacan la necesidad de manipular a los consejeros y asesores dentro de su propio equipo para volverlos contra tu adversario.
- Se paciente – durante décadas o más – para lograr la victoria – Durante el periodo de los Reinos Combatientes las victorias llegaban en ocasiones tras décadas de cuidadosa y calculada espera. Los líderes del PCCh, que no responden al electorado cada cuatro años, no tienen ningún problema en esperar lo que sea necesario.
- Roba las ideas y tecnologías de tu adversario que favorezcan tu estrategia – El régimen chino lleva décadas robando propiedad intelectual gracias a la que se ha convertido en una potencia en determinados sectores estratégicos y tecnológicos con un coste muy bajo y con total impunidad.
- El poderío militar no es determinante para ganar una competición a largo plazo – Este punto explica por qué la China comunista no ha invertido más en aumentar su poder militar, en su lugar, el régimen comunista chino apuesta por apuntar a los puntos débiles del adversario y esperar el momento oportuno.
- Reconoce que el enemigo emprenderá acciones extremas e incluso imprudentes para mantener su posición hegemónica – Los estrategas chinos son conscientes de que EE. UU. tratará de eliminar a los oponentes que amenacen su seguridad.
- Ten presente el shi – Este concepto consiste en dos elementos primordiales: engañar a otros para que jueguen a tu favor (incluso en contra de sus propios intereses) y esperar al momento oportuno para atacar.
- Establece y utiliza mecanismos de medición del nivel de influencia con respecto a otros adversarios – Los estrategas chinos dan mucha importancia a medir su poder e influencia, tanto en tiempos de paz como de guerra, en una gran variedad de frentes, no solo el militar. Esto es algo que Estados Unidos no ha hecho nunca, según Pillsburg.
- Permanece alerta para no permitir que nadie te rodee y te engañe – Los ‘halcones’ comunistas viven en una suerte de paranoia según la que todos los estados quieren engañarles y destruirles por lo que ellos deben responder con esa misma duplicidad, como sucedió durante el período de los Reinos Combatientes en la antigua China.
Pillsbury explica en su libro que la mayoría de los elementos estratégicos de la Maratón de Cien Años fueron diseñados por militares. Cuestiones que en cualquier democracia caen dentro el ámbito de la administración civil como la planificación familiar, los impuestos o la política económica, en China son diseñadas por altos mandos militares.
Esta estructura de poder y desarrollo no está orientada a gestionar los recursos de la nación para mayor bienestar de la población o incluso de sus líderes, como en cualquier dictadura clásica.
El diseño y estructura de la sociedad, su tejido industrial, la gestión de sus recursos o su política económica son solo engranajes de una gigantesca maquinaria de guerra en crecimiento en espera del momento oportuno para asestar un golpe letal al enemigo.
En este contexto, el Departamento de Trabajo del Frente Unido cumple varias funciones vitales para el objetivo final: manipular a los asesores del adversario y facilitar el saqueo de ideas y tecnologías que debilitarán al adversario y fortalecerán la maquinaria nacional de guerra mientras neutraliza cualquier oposición y crítica tanto en casa como en el extranjero.
Los más reconocidos Think Tank internacionales, partidos políticos, medios de comunicación, universidades o la industria del entretenimiento y la cultura occidentales son los sectores donde los ‘halcones’ del PCCh han enviado agentes infiltrados con un doble objetivo:
Por un lado, seducir a estas élites para que contribuyan a la difusión de la narrativa del régimen comunista y su ‘cara amable’ y así contribuyan a evitar que se descubran sus verdaderas intenciones.
Por otro lado, estas élites, convenientemente seducidas con dinero o con engaños, atacarán a cualquier compatriota que trate de revelar la verdadera naturaleza de esa infiltración y los planes reales de conquista del régimen totalitario de Pekín.
Desafortunadamente, en este punto los ‘halcones’ del régimen y el Frente Unido están teniendo un gran éxito, incluso dentro del propio Estados Unidos, donde las élites financieras continúan invirtiendo enormes capitales en China ignorando el hecho de que así están financiando la maquinaria de guerra que, cada vez más fuerte, amenaza peligrosamente nuestro sistema de libertades.
En este contexto, los medios de comunicación, los organismos internacionales como la ONU o la Unión Europea y las democracias occidentales analizan esta ‘guerra comercial’ entre EE. UU. y Pekín de manera muy simplista en clave puramente económica; están tocando ciegamente ‘la pata del elefante’ y evitan mirar al elefante entero, por esta razón no son capaces o no quieren enfrentar el verdadero peligro que supondría la emergencia de la China comunista como la potencia hegemónica mundial.
De hecho, en medio de una polarización política entre las fuerzas conservadoras y las autodenominadas ‘progresistas’ o socialdemócratas en el tablero internacional, muchos países de la UE y muchísimos medios de comunicación se asoman al conflicto entre Estados Unidos y el régimen comunista chino con una visión de embudo suicida e incluso se posicionan del lado de Pekín por aversión al presidente Trump.
Sin embargo, la pregunta no es ¿quién ganará esta ‘guerra comercial’?, la pregunta que todos deberíamos hacernos es:
¿Qué pasaría en el mundo si esta contienda la ganara el régimen más asesino y represor de la historia de la humanidad?