¿Existe una clara distinción entre los laboratorios biológicos y los de armas biológicas? He aquí cómo el documento, escrito por un estudiante del Instituto Tecnológico de Massachusetts, discute la cuestión:
“El argumento no es extraño, ya que se refiere a la estrecha línea por la que caminan los científicos que pueden deslizarse (y muy ocasionalmente lo han hecho) de las útiles contramedidas biológicas a las engañosas armas biológicas. La creación de estas últimas, mientras se reivindica la primera, se conoce como investigación de doble uso. En la década de 1950, los científicos fueron acusados de este comportamiento cuando desarrollaron una nueva versión del virus de la polio, utilizada para crear la vacuna contra esta enfermedad. Los críticos argumentaron que la liberación de este virus podría diezmar a una población no preparada, mientras que los científicos trataron de asegurar que sólo era para la causa beneficiosa de un tratamiento milagroso”.
En 2002, tras los atentados del 11 de septiembre y las cartas con ántrax, Estados Unidos destinó dinero a la construcción de dos laboratorios de biología de máxima contención. Denominados instalaciones de nivel de bioseguridad 4 (BSL-4 por sus siglas en inglés), estos laboratorios se construyeron para investigar nuevas vacunas, diagnósticos y tratamientos para enfermedades infecciosas emergentes, posibles armas biológicas, y para contribuir a la biodefensa de la nación. Estos laboratorios no fueron la primera reacción dramática a la amenaza de la guerra biológica y, de hecho, son un producto de una larga historia de la polémica relación del país con las armas biológicas.
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Esta discusión fue esbozada en una tesis escrita en 2013 sobre una instalación BSL-4 que se está considerando construir en el corazón de Boston. Estos laboratorios pueden ser controvertidos incluso cuando los gobiernos son totalmente transparentes, y ciertamente serán controvertidos cuando los gobiernos son reservados, porque aunque estén diseñados y pensados para el bien público, estos laboratorios pueden ser convertidos fácilmente para fines nefastos, de doble uso.
Es lo que muchos creemos sobre el Instituto de Virología de Wuhan, en China, donde podría haberse originado y filtrado el COVID-19. Es probable que el laboratorio de Wuhan realizara alguna investigación científica, pero una parte de las instalaciones también estaba bajo el control del Ejército Popular de Liberación (EPL), realizando investigaciones sobre armas biológicas.
La conclusión es que la investigación biomédica, como se ha indicado anteriormente, puede proporcionar enormes beneficios, pero también puede producir patógenos horribles que pueden matar a millones de personas. ¿Cómo distinguir cuando se sospecha que un país puede estar desarrollando armas biológicas y se quiere poder evitar que tengan éxito? Ese es el dilema exacto en el que se encuentra el mundo hoy en día.
El debate sobre los bio-laboratorios y las armas biológicas se convirtió en un tema tan candente que pasó a formar parte de lo que podría llamarse la guerra de propaganda entre Rusia, China y Estados Unidos. El asunto es tan potente, que el senador estadounidense Marco Rubio, vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, advirtió con razón que Rusia podría estar preparando un pretexto para un ataque de “falsa bandera”, después de que Rusia alegó recientemente que Ucrania trabajó con EE. UU. en un programa secreto de armas biológicas.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, afirmó que una de las razones por las que Rusia necesitó invadir Ucrania fue por los peligrosos laboratorios biológicos ubicados en el país con posibles reservas de armas biológicas. No es la primera vez que Rusia hizo esta afirmación. Hizo la misma acusación sobre un laboratorio en la República de Georgia en 2018. Del mismo modo, el Partido Comunista Chino (PCCh) señaló a la instalación de investigación biomédica del Ejército de Estados Unidos en Fort Dietrick, en Maryland, y afirmó que era una fuente potencial del virus COVID-19.
Por su parte, Estados Unidos destacó el trabajo realizado con coronavirus en el Instituto de Virología de Wuhan como una de las posibles fuentes del virus COVID-19. Esta admisión dio lugar a un intenso debate sobre si el virus se manipuló o se desarrolló de forma natural”.
Es irónico que la guerra en Ucrania provocó que el gobierno chino, a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores, pidió que se aclare lo que hacen los bio-laboratorios estadounidenses y que se permitan las inspecciones multilaterales. El gobierno comunista chino calificó el trabajo en estas instalaciones como militarización biológica. También es irónico porque en el caso del Covid 19, el gobierno del Partido Comunista Chino restringió el acceso al laboratorio de Wuhan, destruyó información y retrasó el intercambio de información sobre el virus con la comunidad mundial. El laboratorio de Wuhan nunca se abrió a un equipo de inspección multilateral e independiente a pesar de que el mundo experimentó más de seis millones de muertes por COVID-19.
Mientras tanto, el Partido Comunista Chino se mostró claro sobre sus propias intenciones de desarrollar y utilizar potencialmente armas biológicas. El coronel Guo Ji-wei y otros investigadores científicos del EPL promovieron las armas biológicas y la guerra “de base biológica” en revistas militares chinas. En “The Unnatural Origin of SARS and New Species of Man-Made Viruses as genetic Bioweapons” [El origen no natural del SARS y las nuevas especies de virus creados por el hombre como armas biológicas genéticas], los científicos militares chinos incluso manifestaron que la Tercera Guerra Mundial se librará con armas biológicas.
En cuanto a los laboratorios biológicos de Ucrania, Estados Unidos tiene sus propias explicaciones. Después de la caída de la Unión Soviética, según PolitiFact, el Programa de Reducción de la Amenaza Cooperativa del Departamento de Defensa de Estados Unidos proporcionó apoyo técnico a laboratorios de salud pública en Ucrania similares a nuestros Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Los laboratorios son gestionados por los países anfitriones, en contra de lo que se afirma, y las personas citadas por PolitiFact dicen que las acusaciones son pura propaganda de Rusia y China sin ninguna base.
De hecho, el gobierno de Biden se mostró tan despreocupado por estas afirmaciones que Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, dio una torpe respuesta a una simple pregunta sobre el programa en un testimonio ante el Senado. Su respuesta lo aprovechó inmediatamente Russia Today, controlada por el Estado ruso, y por Glenn Greenwald, que es un importante crítico del apoyo a Ucrania.
Con el COVID-19, el laboratorio de Wuhan, una guerra caliente en Europa y el creciente debate sobre las armas biológicas -sea propaganda o tenga algunos elementos de verdad- las principales potencias mundiales deben ser más transparentes y directas en lo que respecta a la investigación biomédica. Los actuales avances médicos están revolucionando los tratamientos sanitarios al alcance de todo el mundo. Sin embargo, un simple paso en falso o un error de cálculo podría someter al mundo a una aterradora pandemia que podría crear daños mucho mayores que el virus COVID-19 o la actual guerra en Ucrania. Ahora es el momento de que los líderes mundiales respondan a esta amenaza emergente con mayor transparencia. Mañana puede ser demasiado tarde.
Este artículo fue publicado originalmente en Gatestone el 10 de marzo de 2022
Autor: Pete Hoekstra