Xi Jinping Presidente de la República Popular de China habla en la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra. 18 de enero de 2017. Foto de la ONU / Jean-Marc Ferré vía Flickr utilizada en blanco y negro.

El PCCh exporta totalitarismo: Xi Jinping busca un sistema global de permisos de viaje

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El dictador comunista chino, Xi Jinping, presionó el sábado durante la cumbre virtual del G20 a la comunidad internacional para imponer un sistema global de permisos de viaje de código QR global que determine el estado de salud y decida quién puede viajar y quien no en el contexto de la actual pandemia de coronavirus.

Xi pidió un “mecanismo global” para el coronavirus que gestione el reconocimiento internacional de los certificados de salud en forma de códigos QR para permitir que las personas viajen ‘libremente’, según los medios de comunicación estatales.

El dictador afirmó que el sistema puede basarse en “los resultados de las pruebas de ácido nucleico en forma de códigos QR aceptados internacionalmente“, informó la agencia de noticias estatal Xinhua.

Necesitamos armonizar más las políticas y estándares y establecer ‘vías rápidas’ para facilitar el flujo ordenado de personas”, afirmó Xi. “Esperamos que más países participen” en este sistema global de permisos de viaje, añadió.

Los códigos QR son códigos de barras diseñados para ser leídos por los teléfonos móviles, una herramienta de seguimiento y control utilizada en la China comunista.

China lanzó su notorio sistema de crédito social en 2019 para vigilar a sus propios ciudadanos e imponer castigos basados en el comportamiento personal y la lealtad al Partido Comunista. Ahora busca imponer algo similar a nivel mundial y lo preocupante es que tiene suficiente control de los organismos internacionales como para lograrlo.

El ‘Gran Hermano Chino’

El Sistema de Crédito Social de China es similar a como funciona un puntaje de crédito regular. Ahora un puntaje de crédito normal sólo se ocupa de su estado financiero actual y su historial financiero. Un puntaje crediticio típico se decide por cinco factores diferentes: historial de pago, utilización, duración del historial de crédito, actividad reciente y capacidad general. Sin embargo, el puntaje crediticio social de China expande el sistema típico de puntaje crediticio a todas las formas de vida.

De acuerdo con el gobierno chino, el sistema está diseñado para vigilar e impulsar un mejor comportamiento a nivel individual y a nivel de negocios. El sistema premia el buen comportamiento, que conduce a una mayor puntuación, y castiga el mal comportamiento, que conduce a una menor puntuación.

En el caso de China, un mal comportamiento puede conducir a que un niño no pueda asistir a la escuela, una persona no pueda aplicar a un trabajo o que no tenga permitido viajar.

Aplicado al supuesto control de la pandemia, el esquema que China ha empleado desde febrero establece que los usuarios reciben un código de salud estilo semáforo, con un código verde que permite que alguien viaje libremente y un código naranja o rojo que indica que necesitan estar en cuarentena por hasta dos semanas.

Los códigos se basan en una combinación de macrodatos e información enviada por los propios usuarios a través de sus dispositivos, cuya localización es controlada en todo momento.

Sin embargo, esta propuesta de un sistema global de permisos de viaje, ha hecho saltar las alarmas en críticos que ven cómo este sistema podría ser una herramienta de ingeniería social que, con la excusa de la salud, se convierta en un caballo de Troya para el control y la exclusión social.

Kenneth Roth, director ejecutivo de la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch, alertó de que el sistema QR de Pekín podría usarse para “vigilancia política” en un tuit: “Tengan cuidado con la propuesta del gobierno chino de un sistema global de códigos QR“.

Un enfoque inicial en la salud podría convertirse fácilmente en un caballo de Troya para un seguimiento político más amplio y la exclusión, similar a los peligros asociados con el sistema de crédito social de China“, añadió Roth de acuerdo con el medio británico Express.

Creando el problema, controlando la reacción y ofreciendo la solución

Lo realmente preocupante es que, desde el inicio de esta crisis sanitaria, el régimen totalitario chino ha exportado todas y cada una de las draconianas y anacrónicas medidas que empleó para, supuestamente, controlar el virus que el mismo régimen se encargó de diseminar por todo el mundo desde Wuhan.

Como señala Michael P. Senger en un análisis de estas medidas sanitarias ‘exportadas’ (confinamientos, distanciamento social, cuarentenas forzosas, entre otras…), el Partido Comunista Chino (PCCh) realizó una masiva campaña de propaganda en medios de comunicación y redes sociales para presionar a las democracias occidentales a que impusieran estas destructivas medidas.

El PCCh usó cuentas falsas en los medios sociales y otras tácticas de desinformación para promocionar su propia respuesta a la pandemia de coronavirus y atacar a sus detractores“, explicó el abogado y autor del informe La campaña propagandística global de confinamiento de China.

Imágenes de personas desplomándose en medio de la calle, hospitales saturados, ancianas que era perseguidas por drones por no llevar la mascarilla y agentes vestidos con trajes protectores arrastrando a personas al interior de ambulancias inundaron los informativos de todo el mundo a principios de este año.

El régimen chino confinó el 23 de enero en sus hogares a 57 millones de residentes de Hubei. En ese momento, los observadores de los derechos humanos expresaron su preocupación. Como dijo un experto al New York Times, “el cierre conduciría casi con toda seguridad a violaciones de los derechos humanos y sería manifiestamente inconstitucional en los Estados Unidos“.

Sin embargo, bajo la protección de la Organización Mundial de la Salud, la respuesta de China a la crisis lejos de ser condenada fue imitada en casi todo el mundo occidental.

De hecho, el 29 de enero, el director de la OMS, Tedros Adhanom, dijo que estaba “muy impresionado y animado por el conocimiento detallado del brote por parte del presidente [Xi Jinping]” y al día siguiente elogió a China por “establecer un nuevo estándar en respuesta al brote”.

Ni un solo reproche por haber ocultado el virus, por haber permitido vuelos internacionales y sin cuestionar ni una coma de las inverosímiles cifras oficiales del régimen- solo 4.000 muertos en un país de 1.400 millones de habitantes – que asegura ahora que ya ha ‘vencido al virus’.

La adopción de estas medidas, cada vez más cuestionadas por científicos de todo el mundo, está abocando a las economías occidentales al borde de la quiebra económica.

Ahora, la dictadura china propone crear un sistema que, con la excusa de la pandemia, permitiría a Pekín acceder a los datos más sensibles de los ciudadanos de todo el mundo.

China controla la ONU

Si se mira con detenimiento la omnipresencia del régimen comunista en puestos de responsabilidad en las Naciones Unidas, se comienza a vislumbrar un patrón de influencia ciertamente inquietante.

Actualmente la dictadura china tiene agentes en la dirección de 10 de los 15 organismos especializados de la ONU, además de en la Organización Mundial del Comercio.

De estas 10 instituciones los agentes chinos son los máximos responsables en cuatro: en la Organización de Aviación Civil Internacional, la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la Unión Internacional de Telecomunicaciones y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Aún más preocupante en términos de credibilidad del máximo organismo internacional, el régimen chino tiene un representante en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, desde donde se permite hacer recomendaciones sobre derechos humanos a democracias consolidadas como Estados Unidos.

Recientemente se ha sabido que una abogada de derechos humanos, Emma Reilly, denunció que la oficina de derechos humanos de la ONU en Suiza entrega habitualmente al régimen dictatorial chino los nombres de activistas críticos con Pekín.

Reilly, una empleada de la ONU que denunció por primera vez esta grave irregularidad en 2013, reveló en una carta del 21 de octubre del año pasado dirigida a altos diplomáticos y miembros del Congreso de Estados Unidos:

“La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH) aparentemente continúa adelantando a China los datos de los activistas de derechos humanos que tienen planeado asistir a declarar a reuniones” en Ginebra.

Es decir, la dictadura más represora e invasiva del planeta controla la dirección de los organismos internacionales encargados de la alimentación, la industria, la aviación civil y las telecomunicaciones, además de permitirse dar lecciones de derechos humanos al mundo.

Volviendo a la propuesta del código QR que propone el dictador chino, cabe destacar que la secretaria general de la Organización de Aviación Civil Internacional es, desde 2015, la china Fang Liu.

Esto augura que, a nivel de este organismo, la propuesta de crear este sistema global de permisos de viaje que controlaría los datos de los ciudadanos de todo el mundo encontraría todo el apoyo necesario.

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