La firma del pacto de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), en esta coyuntura es un grave error estratégico de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), Japón, Australia y Nueva Zelanda en el contexto internacional general.
Surge la pregunta de si China es considerada como una amenaza o como un socio con un pensamiento regional y global compartido por los países miembros. ¿Ven con preocupación las ambiciones hegemónicas de China? A su juicio, ¿están esas ambiciones impulsadas por el fenomenal crecimiento económico de China que le ha proporcionado el valor para despreciar los intereses legítimos de los demás y auto engrandecerse a sí misma en todos los dominios? De no ser así, ¿Qué lecciones han aprendido estos países del comportamiento expansionista de China, especialmente bajo el mandato del presidente Xi Jinping?
Las invasiones territoriales y las negociaciones dilatorias de China sobre el código de conducta en el Mar de China Meridional, las acciones agresivas contra Japón en el Mar de China Oriental, su conducta en el Pacífico occidental que ha obligado a Japón, Australia y otros países a pedir la libertad de navegación y de vuelo aéreo en el Mar de China Meridional y a respetar el derecho internacional, son cuestiones inseparables del alcance de los vínculos económicos con China.
China intensificó la presión militar sobre Taiwán, intervino en Hong Kong en violación de su tratado con Gran Bretaña, esgrimió descaradamente el arma económica contra Australia, e incluso impuso sanciones adicionales pocos días antes del acuerdo RCEP. Tanto Australia como Nueva Zelanda ven con preocupación las incursiones chinas en las islas del Pacífico.
El presidente Trump, aunque impulsivo y errático, entendió el juego de China. Su guerra comercial y tecnológica contra China significó el comienzo de una lucha por el poder global. El hecho de que Japón, Australia y algunos países de la ASEAN, en su calidad de aliados y socios militares de Estados Unidos, fueran ambivalentes en esta lucha de poder y aplicaran estrategias de cobertura en favor de China, puede tener ventajas a corto plazo, pero resultará costoso para el futuro, dada la naturaleza del poder chino, su sistema político autoritario, la supresión de las libertades en las que se apoya, etc. El enfoque correcto sería frenar colectivamente las ambiciones hegemónicas de China alimentadas por su fuerza económica y no facilitar su materialización abriéndole más puertas económicas.
La pandemia de Wuhan puso de manifiesto la necesidad apremiante de poner fin a la dependencia de un solo país de las cadenas de suministro críticas, ya que China, el centro de fabricación mundial, controló muchas de esas cadenas. La estrategia preferida ha sido la de reforzarlas, acercándolas a su país o a otros países de la región. Esto debería significar la reducción de los vínculos económicos con China, no la expansión, como es el objetivo de RCEP.
Firmar el acuerdo RCEP cuando EE. UU. está en transición electoral envía un mensaje peculiar, como si el cambio de la administración allí no fuera material. El proyecto de la Asociación Transpacífica (TPP por sus siglas en inglés) de Obama, destinado a mantener a China fuera, Trump lo descartó. Se espera que Biden mire de nuevo a su acuerdo revisado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (CPTPP por sus siglas en inglés), pero la firma del RCEP lo ha adelantado. China, irónicamente, es el punto de apoyo de RCEP y EE. UU. está fuera. Esto tiene implicaciones para el concepto Indo-Pacífico y el Quad (EE. UU., Australia, Japón e India), en cuanto a la profundidad del compromiso de Australia y Japón con ellos como iniciativas para cercar las ambiciones perturbadoras de China. Tratar de contrarrestar a China en el ámbito de la seguridad marítima y atarse a ella aún más económicamente autolimitando la capacidad de reaccionar a sus políticas ofensivas en el futuro es una contradicción.
Para los chinos, la RCEP es un gran éxito diplomático. RCEP muestra que China puede aplicar sus políticas económicas y políticas agresivas sin costo alguno, que no puede ser aislada y que el mundo no puede desvincularse del mercado chino. ¡Imagínese si India no se hubiera liberado de la RCEP y tuviera que firmarla en el contexto de la agresión de Ladakh!
Autor: Kanwal Sibal, exsecretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de la India.
Este artículo fue publicado en The Economic Times el 17 de noviembre de 2020.