El régimen del Partido Comunista Chino promovió el consumo interno de las marcas locales y llamó a la población a hacer un boicot contra las empresas extranjeras por su veto al algodón de Xinjiang, pero los expertos dijeron que es poco probable que la medida tenga un impacto duradero y alertaton que incluso puede ser contraproducente.
Empresas como H&M, Nike y Adidas, fueron algunos de los minoristas extranjeros objeto de una acalorada campaña de boicot, después de que la Liga de la Juventud Comunista arremetiera contra las principales marcas de ropa por suspender el uso de algodón procedente de la provincia de Xinjiang, debido a la preocupación por el uso de trabajos forzados.
Varias marcas nacionales, como Li Ning y Anta Sports, aprovecharon la oportunidad para mostrar su lealtad al régimen chino promoviendo el uso del algodón de la región. Posteriormente, vieron subir el precio de sus acciones, lo que hizo especular que la campaña de boicot fue una medida para promover la circulación interna encendiendo el patriotismo.
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Las marcas extranjeras siguieron siendo populares en China a pesar de que sus precios fueran más altos, lo que demostró que los consumidores chinos no tienen mucha confianza en los productos locales y que es poco probable que el boicot dure, comentó el analista económico Law Ka-chung.
Es poco probable que las marcas chinas se hagan con la cuota de mercado de sus homólogas extranjeras, a no ser que las autoridades prohíban directamente estas últimas, dijo Kevin Tsui, profesor asociado de economía de la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur.
De hecho, todo indicó que la campaña está perdiendo fuerza. Se pudo observar que en la plataforma china de comercio electrónico, De Wu, las ventas de productos Nike incluso aumentaron.
Además, la campaña de boicot también pudo ser contraproducente, ya que provocó que los inversores internacionales reevaluaran el riesgo de invertir en China y retirar su capital. Las marcas mundiales no pueden seguir adoptando una estrategia de postura política en medio de las crecientes diferencias entre Occidente y China, dijo Law.
El aumento del coste de la mano de obra y de la producción en China también impulsó a las empresas internacionales a trasladar sus líneas de fabricación a otros lugares, señaló Tsui. Desde el pasado mes de abril, el gobierno japonés concedió subvenciones para animar a las empresas japonesas a trasladar sus fábricas a su país o a otras regiones de Asia. Otros países están considerando políticas similares.
Una oleada de retirada de inversiones extranjeras puede suponer un gran golpe para la economía china, que no puede compensarse únicamente con la circulación interna, dijo Tsui.
Este artículo fue publicado originalmente en Apple Daily el 15 de abril de 2021.