La estrategia cero-COVID de China: Parte II

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Qué oculta la política ‘Cero COVID’ de China: Parte I

Las “armas blandas” del PCCh para controlar a los ciudadanos

En los últimos dos años, el Partido Comunista Chino (PCCh) demostró una estrategia estricta de “cero- COVID”. Implementó bloqueos completos y cuarentenas con repetidas pruebas obligatorias de COVID. Esta estrategia de bloqueo total creó muchas crisis humanitarias en China, como se ejemplificó recientemente en Shanghái. (1)

Sin embargo, para los responsables políticos y los investigadores de estudios sociales, vale la pena plantearse una pregunta: ¿Cómo pudo el PCCh promulgar tal política, mientras que el mundo libre no pudo hacerlo?

El secreto para aplicar el enfoque “cero-COVID” es el control total del PCCh sobre la población china. El virus es invisible y no recibe órdenes de las autoridades, por lo que el PCCh opta por centrarse en lo que puede controlar: el pueblo de China. Durante las últimas décadas, el PCCh construyó una infraestructura masiva y sistemática, similar a una prisión para controlar al pueblo chino, y este sistema se utilizó por completo y se amplió aún más durante la pandemia.

También cabe preguntarse por qué el PCCh se aferra al enfoque “cero-COVID” en lugar de la alternativa, coexistir con el virus, que crea muchos menos desastres humanitarios. La respuesta es que el PCCh tiene un miedo innato al COVID. Este miedo no está motivado por su preocupación por el pueblo chino o por su deseo de evitarle el sufrimiento. Más bien, el virus representa una amenaza para el control del poder por parte del PCCh. De hecho, muchos chinos se hartaron de las tiranías del PCCh y no toleran mucho los errores del régimen. Una explosión de muertes relacionadas con el COVID podría provocar una oleada de protestas públicas, haciendo tambalear el control del PCCh sobre el poder, por lo que el PCCh hará todo lo posible para suprimir el virus en China.

Sin embargo, cuando se trata de controlar la propagación del virus, la practicidad y la eficacia de los cierres del PCCh son cuestionables, sobre todo teniendo en cuenta lo altamente transmisible que es la variante Omicron. Dicho esto, en este artículo no discutiremos los méritos o defectos del enfoque de bloqueo desde una perspectiva epidemiológica. En su lugar, adoptaremos una visión sociológica de los mecanismos de control de la población del PCCh.

En la primera parte de esta serie se analizaron las “armas duras” empleadas por el régimen del PCCh para controlar y vigilar a la población. Estas incluyen el poder del régimen en todos los niveles de los gobiernos estatales y locales, el ejército y la policía, así como sus mecanismos únicos como los administradores urbanos y los administradores de red.

Este artículo, la segunda parte de la serie sobre el “cero-COVID”, analiza las “armas blandas” del PCCh: los medios de comunicación estatales, los censores en línea, los comentaristas de la web encargados de crear noticias falsas y las soluciones de alta tecnología, como la aplicación obligatoria para teléfonos inteligentes “Código de Salud”. En conjunto, estas herramientas convierten al país en algo parecido a una enorme prisión, obligando a la “cooperación” del pueblo chino.

IV. Las “armas blandas” del PCCh

IV – A. La “pluma” del PCCh

El PCCh controla todos los medios de comunicación en China. El Departamento Central de Propaganda del partido marca la pauta de la información y las publicaciones, mientras que la Administración Nacional de Radio y Televisión supervisa las industrias de la radio, la televisión, el cine y las publicaciones. Para controlar Internet, el PCCh creó una administración especial del ciberespacio. Esa oficina tiene dos títulos: “Oficina del PCCh de la Comisión Central de Asuntos del Ciberespacio” y “Oficina Estatal de Información de Internet” (SIIO por sus siglas en inglés). Estas dos afiliaciones de una entidad, una que depende del Comité Central del PCCh y otra del Consejo de Estado (el gobierno), garantizan el control del partido sobre Internet y legitiman su poder administrativo.

Los principales medios de comunicación de China, como el Diario del Pueblo, la Agencia de Noticias Xinhua y la Televisión Central de China (CCTV por sus siglas en inglés), están controlados por el PCCh. Los Comités del Partido del PCCh o los gobiernos locales también son propietarios de algunas empresas de comunicación. En China no hay ningún medio de comunicación puramente privado. Las empresas de Internet y las redes sociales, como WeChat o Weibo, son de propiedad privada, pero tienen que seguir las estrictas directrices del PCCh y crear sus propios equipos de censura para poder eliminar de forma proactiva las publicaciones que contradigan el tono establecido por la oficina de propaganda del PCCh.

Mientras que los occidentales gozan de libertad de expresión, el pueblo chino sólo puede escuchar una voz: la del PCCh. Cualquier historia o comentario que pueda tener un efecto negativo en la “gloriosa” imagen del PCCh se “armoniza” [se limpia]. Cuando los medios de comunicación informan, se centran en los aspectos positivos de la historia para glorificar al PCCh, minimizando el lado negativo o denunciando que las noticias indeseables (por ejemplo, protestas o incidentes masivos) son rumores.

A veces, los medios de comunicación cooperan directamente con otras entidades gubernamentales para fabricar noticias sobre acontecimientos falsos con el fin de engañar al público. Esto puede utilizarse para suscitar la animosidad del público contra un grupo o una idea que sea objetivo del PCCh. Por ejemplo, la autoinmolación escenificada en la plaza de Tiananmen se utilizó para incitar al odio contra Falun Gong, una práctica espiritual de tradición budista que defiende los principios básicos de verdad, compasión y tolerancia. El 23 de enero de 2001, cinco personas que se hicieron pasar por practicantes de Falun Gong se prendieron fuego en la plaza de Tiananmen. La CCTV difundió inmediatamente el vídeo al público, haciendo creer a muchos chinos que Falun Gong promueve el suicidio, e incitando al odio contra los practicantes de Falun Gong. Un análisis minucioso reveló que el incidente era un montaje: se trataba de una colaboración entre la policía y el equipo de vídeo de la CCTV.

El vídeo muestra a policías y bomberos llegando con extintores segundos después de que comenzara la inmolación, sin embargo, en un día normal no había ni un solo extintor a la vista en la plaza de Tiananmen. El vídeo también muestra muchos primeros planos, lo que indica que los camarógrafos estaban preparados para el evento, situándose justo delante de los actores que se prendieron fuego. Además, esos actores ni siquiera eran practicantes de Falun Gong. Un reportero del Washington Post visitó el pueblo de Liu Chunling, que murió durante el incidente. En entrevistas con los vecinos de Liu, el reportero se enteró de que “ninguno la vio practicar Falun Gong”. {2} De hecho, Falun Gong está en contra del suicidio.

El trasfondo de la autoinmolación escenificada es que el entonces jefe del PCCh, Jiang Zemin, lanzó una persecución contra Falun Gong el 20 de julio de 1999, con el objetivo de eliminar a Falun Gong en tres meses. Esto no tuvo éxito, ya que, a finales de 2000, millones de personas seguían practicando Falun Gong (a pesar de que decenas de miles de practicantes habían sido encarcelados). El fracaso de los esfuerzos de persecución del régimen es lo que motivó que la policía colaborara con la CCTV para fraguar el incidente de la autoinmolación; para hacer que el pueblo chino odiara y luchara contra los practicantes de Falun Gong.

A lo largo de la pandemia de COVID-19, la CCTV y otros medios de comunicación importantes de China hicieron todo lo posible por transmitir los mensajes del PCCh al pueblo chino. La estrategia inicial para hacer frente al brote del COVID en Wuhan fue ocultar la información; en los primeros días, los medios de comunicación se centraron en ayudar a las autoridades chinas a atacar a los denunciantes Dr. Li Wenliang y Dr. Ai Fen, diciendo que estaban difundiendo rumores.

Más tarde, 25 horas después del bloqueo inicial de Wuhan, comenzó a circular un artículo en línea en China y en los medios de comunicación chinos de ultramar. Este artículo contaba la historia de los aldeanos de Eyam que, durante la Gran Peste de Londres (1665 – 1666), se vieron afectados por el virus y decidieron aislarse para salvar a los demás del virus. Aunque todos los aldeanos perecieron a causa de la peste, el resultado de su decisión de aislarse fue que se impidió que la peste bubónica entrara en Escocia. La historia en línea elogió a los aldeanos de Eyam por estar dispuestos a sacrificarse en beneficio de otras personas. {3}

Obviamente, el artículo tenía una agenda oculta para el momento oportuno: Animar a los chinos, especialmente a los encerrados en Wuhan, a seguir el ejemplo de los aldeanos de Eyam, sacrificándose para contener la propagación del COVID-19. Este artículo se distribuyó ampliamente entre los principales periódicos chinos y los medios sociales, como Weibo y WeChat. Extrañamente, este gran artículo de “energía positiva” era de un misterioso autor llamado “Caminando entre extraños caminos”. Se desconoce qué otras obras publicó el autor o dónde publicó inicialmente este artículo de Eyam Village.

Durante el bloqueo inicial de Wuhan, este artículo pudo haber inspirado a los residentes de la ciudad, así como a los 346 equipos médicos y a los 42.000 miembros del personal médico de 29 provincias y ciudades que el PCCh ordenó que acudieran a Wuhan como voluntarios. Poco después de que las autoridades reconocieran la pandemia, los medios de comunicación chinos se ocuparon de informar sobre lo grandes que eran estos voluntarios y lo valientes que eran bajo el gran liderazgo del PCCh

IV – B. El cibercontrol del PCCh

Para controlar el ciberespacio, el PCCh emplea a la ciberpolicía, a los comentaristas de la red y al ejército juvenil de la red. Estas fuerzas permiten controlar la web tanto dentro como, en cierta medida, fuera de China.

La ciberpolicía de Pekín está formada por personal del Ministerio de Seguridad del Estado y del Ministerio de Seguridad Pública. Esta policía opera un sistema de “Escudo de Oro”, que filtra automáticamente Internet, bloqueando a los chinos de la información a la que el PCCh no quiere que accedan. La Policía Cibernética también vigila todas las actividades cibernéticas de los ciudadanos chinos, tanto dentro de China como en el extranjero. Pueden eliminar rápidamente cualquier publicación no deseada en el ciberespacio chino y rastrear los contenidos en la red hasta la persona que los publicó originalmente.

Por ejemplo, un usuario de Weibo publicó un artículo sobre cómo la gente tenía opiniones diferentes a las orientaciones de las autoridades sobre la separación y clasificación de la basura. Como resultado, los policías le acosaron en múltiples ocasiones a partir del día siguiente. {4}

El largo brazo de la ciberpolicía del PCCh llega incluso fuera de China. Por ejemplo, un estudiante chino que estudió en Canadá fue acosado tras registrar una cuenta de Twitter con un nombre falso y género femenino. Después de que volviera a publicar tres tuits de otros, que se referían a la corrupción y a la violación de los derechos humanos por parte del PCCh, la policía cibernética china le llamó y le amenazó por teléfono. La policía también acosó a sus padres en China. {5}

Hay cerca de dos millones de comentaristas en la red repartidos por todo el país. Por ejemplo, sólo en la Universidad de Fudan, en Shanghái, hay más de 2.000 comentaristas en la red. A estos comentaristas de la red se les llama a veces los miembros del “Partido de los 50 céntimos (五毛党)” porque en el pasado se les pagaba 50 céntimos por cada artículo que publicaban para apoyar el “tema principal” del PCCh. Hoy en día, el sistema de recompensas para ellos es más complicado. Además de sus sueldos, se les conceden remuneraciones en función del número de posts que crean y de la influencia que tienen esos posts.

El Comité de Información y Seguridad Cibernética del PCCh recluta y entrena a estos comentaristas de la red para que escriban y publiquen comentarios que distraigan la atención del público de acontecimientos delicados o para crear y difundir rumores que influyan en la opinión pública de forma beneficiosa para el PCCh.

Por ejemplo, el 12 de marzo de 2020, el portavoz del PCCh, Zhao Lijian, tuiteó que “tal vez los militares estadounidenses trajeron la pandemia a China”. Poco después, los comentaristas de la red en China empezaron a hacer circular muchos artículos en las redes sociales chinas apoyando el argumento de ese tuit; esto llevó a muchos chinos a creer que el coronavirus se originó en Estados Unidos, no en China.

Recientemente, Ryan Fedasiuk, investigador del Centro de Seguridad y Tecnología Emergente de la Universidad de Georgetown, reveló que China tiene un Ejército de la Red Juvenil formado por unos 20 millones de voluntarios. Adoctrinados por la propaganda del PCCh, estos jóvenes voluntarios publican activamente muchos comentarios y artículos en línea a favor del PCCh; creen que lo que hacen es bueno para su país y para el pueblo chino. Dada la avalancha de publicaciones falsas en la web en China, es difícil saber qué opiniones representan realmente la voz del pueblo chino y cuáles son sólo ruido.

IV – C. La “aplicación del código sanitario” del PCCh, una herramienta de alta tecnología

A raíz de la pandemia de COVID, el PCCh desarrolló una aplicación para teléfonos inteligentes “Código de Salud”, que es obligatorio instalar en los teléfonos móviles. Utilizada para el seguimiento de los casos de COVID-19, esta aplicación muestra uno de los tres colores que indican el estado de exposición a la COVID del propietario del teléfono. Cuando la pantalla de la aplicación es amarilla o roja, el titular del teléfono tiene prohibido entrar en las instalaciones, por no hablar de tomar vuelos, trenes, autobuses o taxis. (Para más detalles sobre el Código Sanitario, véase la primera parte de esta serie).

Aparentemente, las autoridades utilizan algoritmos de alta tecnología y big data, incluyendo el seguimiento de la ubicación del teléfono móvil y el rastreo automático de contactos, para establecer el color de la aplicación del Código Sanitario de cada individuo. Sin embargo, dado que las autoridades pueden controlar el color de la aplicación, en la práctica esto significa que los códigos sanitarios de las personas pueden cambiarse por motivos punitivos.

El PCCh utilizó la aplicación del Código Sanitario para abusar de los abogados de derechos humanos, disidentes políticos y otras personas que no les gustan. Por ejemplo, el abogado Xie Yang, de la ciudad de Changsha, provincia de Hunan, era amigo de Zhang Zhan. Zhang Zhan fue detenido por ir a Wuhan a hacer un reportaje sobre la situación real durante el bloqueo de Wuhan (ver más detalles en la sección V – B). El Sr. Xie planeó a Shanghái el 5 de noviembre de 2021 para visitar a la madre de Zhang. Compró un billete de avión por Internet, pero muy pronto dos policías le visitaron y le pidieron que cancelara el viaje. El Sr. Xie se negó. A la mañana siguiente, se encontró con que su Código Sanitario pasó repentinamente de verde a rojo a las 5:29 horas, lo que le impidió tomar el vuelo a las 7:55 horas. El Sr. Xie no salió de Changsha y en Changsha no hubo casos de COVID durante un tiempo. La única explicación lógica de que su Código Sanitario se pusiera en rojo era que las autoridades lo emplearan manualmente para impedirle ir a Shanghái.

El 4 de enero de 2022, el gobierno de Xi’an cambió las normas de la aplicación del código sanitario: En lugar de utilizar el color amarillo para indicar que una persona estuvo posiblemente expuesta a un paciente de COVID, el gobierno estableció el código en amarillo para aquellos que no se sometieron a una prueba de PCR del COVID. El gobierno de la ciudad de Zhengzhou, en la provincia de Henan, siguió su ejemplo. En un discurso en vídeo, un funcionario dijo que si un ciudadano se saltaba dos pruebas de PCR, obtendría un color rojo en su aplicación del Código Sanitario y se lo llevarían, enfrentándose a un duro castigo.

V. ¿Cómo ha conseguido el PCCh el “éxito cero de COVID”?

¿Realmente el PCCh logró un gran éxito en la aplicación de su estrategia “Cero-COVID”?. La respuesta tiene dos partes.

Por un lado, el feroz bloqueo del PCCh podría haber funcionado en algunas ciudades cuando sólo había un pequeño número de casos de COVID; en tales circunstancias, el bloqueo de toda una comunidad pudo detener la propagación. Sin embargo, después de que el COVID se generalizara, el bloqueo de toda una ciudad y el hecho de obligar a muchas personas, tanto infectadas como no infectadas, a permanecer en cuarentena en las mismas instalaciones podría aumentar la posibilidad de que los no infectados se infectaran.

Esta mayor posibilidad de exposición no molesta al PCCh, ya que éste no se preocupa por cuestiones humanitarias como la vida o la muerte de su pueblo; su principal preocupación es su control del poder y su prolongado reinado sobre China. Mientras el virus se contenga en una ciudad determinada y no se extienda a las regiones vecinas, al PCCh no le importa cuántas personas de esa ciudad mueran. Incluso puede considerar que el recuento de muertes mereció la pena.

El enfoque de bloqueo del PCCh fue como amputar un miembro cuando sólo había una llaga, a pesar de que la mayor parte del miembro sigue estando sano.

Por otra parte, el PCCh subestimó en gran medida las cifras de infecciones y muertes, contribuyendo a una ilusión color de rosa en el año 2020 y 2021 de que China ganó la batalla contra el COVID “bajo el liderazgo del partido” mientras que ningún otro país lo logró. Sin embargo, en el año 2022, muchos países han vuelto a la normalidad gracias a la vacunación y a la inmunidad comunitaria, pero China sigue luchando con su feroz bloqueo.

La gestión del PCCh en el cierre de Wuhan y Xi’an nos mostró su verdadera labor de “Cero-COVID”.

V – A. Infravaloración de los datos COVID

El primer bloqueo de Wuhan por parte del PCCh fue del 23 de enero al 8 de abril de 2020. Los datos oficiales publicados en Tencent.com afirmaron que 50.333 personas fueron infectadas, y 3.869 fallecieron durante los 76 días de bloqueo.

Los internautas señalaron que los datos del PCCh no podían ser reales; las tasas de mortalidad mostraban un patrón matemático perfecto: entre el 22 y el 24 de enero, la tasa de mortalidad rondó exactamente el 3,1% del recuento total de infecciones, y luego bajó a casi exactamente el 2,1% durante los cinco días entre el 30 de enero y el 3 de febrero. Los internautas bromearon diciendo que “el virus debe ser bueno en matemáticas”. De hecho, todos los hospitales de Wuhan eran un gran caos hasta que Pekín envió 6.200 médicos y enfermeras voluntarios de 13 provincias el 8 de febrero. ¿Cómo es posible que la tasa de mortalidad haya descendido del 3,1% al 2,1%, siguiendo un patrón matemático perfecto, durante un tiempo en el que los hospitales estaban fuera de control?

Algunas cifras publicadas accidentalmente revelaron los números reales. Tencent.com y NetEast.com mostraron que para el 26 de enero de 2020, China ya tenía 15.701 casos de infección y 2.577 muertes, lo que indica un 16,4% de muertes entre las infecciones reportadas.

El 1 de febrero de 2020, apareció otra serie de estadísticas en Tencent.com: hasta la medianoche de esa fecha se produjeron un total de 154.023 casos de COVID y 24.589 muertes resultantes. Los datos filtrados pintaban un cuadro de una tasa de infección unas 10 veces superior a la comunicada por las autoridades, así como un recuento de muertes 80 veces superior y una tasa de mortalidad 16 veces mayor. Estos datos filtrados coincidían mucho más con las cifras estimadas por muchos expertos. Aunque el PCCh eliminó rápidamente esas cifras y negó su validez, mucha gente las consideró más fiables.

El 2 de enero de 2022, Forbes publicó dos artículos donde se afirmó que, según el modelo de un economista, la tasa global de mortalidad por COVID-19 en China debió ser unas 170 veces superior a las cifras comunicadas por el PCCh. El artículo también señalaba que el PCCh sub-informó intencionadamente la mortalidad para volver a presentarse como el “líder inequívoco en la lucha mundial contra el virus”. {6}

V – B. Periodistas ciudadanos revelan la situación real de la pandemia en Wuhan

A pesar de los grandes esfuerzos del PCCh por ocultar la información sobre la pandemia, los ciudadanos publicaron espontáneamente una gran cantidad de artículos de noticias breves, fotos, vídeos, comentarios y otros tipos de contenido en WeChat, Weibo y otros medios sociales. Cuatro voluntarios que actuaban como reporteros de noticias. y que, por tanto, fueron llamados “periodistas ciudadanos”, publicaron muchos informes documentales en línea, incluso en medios de comunicación extranjeros como YouTube, Facebook, Twitter, etc. Estos periodistas ciudadanos fueron pronto detenidos, ya que sus informes se oponían a la agenda del PCCh.

  • El primer periodista ciudadano que informó sobre la pandemia de Wuhan fue el Sr. Fang Bin. El 24 de enero de 2020 declaró a Voice of America que el número de personas infectadas en Wuhan era incalculable. Unos días después, el 1 de febrero, visitó al menos cinco hospitales y descubrió que muchos pacientes infectados habían fallecido antes de ser sometidos a la prueba del COVID, lo que provocó su exclusión del recuento oficial de muertes por COVID. En el Hospital Nº 5 de Wuhan, gravó un video en el que se veían ocho cadáveres sacados del hospital en cinco minutos y otras dos bolsas de cadáveres abandonadas en el hospital. Fang publicó su video en YouTube, lo que provocó una visita de la policía esa misma noche. Le confiscaron el teléfono móvil y el ordenador portátil y lo llevaron a una comisaría. Debido a la presión del público, la policía lo liberó poco después. El Sr. Fang continuó informando sobre sus descubrimientos todos los días desde el 4 de febrero hasta el 10 de febrero, cuando la policía irrumpió en su casa y lo volvió a detener. Su familia no lo ha visto ni ha recibido ningún documento legal oficial desde la detención.
  • Chen Shiqiu era un abogado que se convirtió en periodista ciudadano. El 24 de enero de 2020, víspera del Año Nuevo chino, Chen fue a Wuhan para documentar la incipiente pandemia. Recibió muchas llamadas telefónicas de advertencia de la policía y, finalmente, un equipo de seguridad se lo llevó el 6 de febrero. Después de estar encarcelado sin juicio durante casi 20 meses, reapareció en público el 30 de septiembre de 2021. Se le ordenó no mencionar su caso en público.
  • Li Zehua fue otro periodista ciudadano que fue a Wuhan en los primeros días de la pandemia. Renunció a su puesto de presentador de noticias de la CCTV para poder cubrir e informar sobre los acontecimientos sin necesidad de seguir las normas del PCCh. Li visitó las instalaciones funerarias y algunas comunidades de Wuhan, e incluso intentó investigar el Instituto de Virología de Wuhan. Lo que hizo aterrorizó al PCCh; las autoridades lo arrestaron rápidamente el 26 de febrero de 2020.
  • La señorita Zhang Zhan era otra periodista ciudadana que también había sido anteriormente abogada. Fue a Wuhan el 1 de febrero de 2020 e hizo numerosas publicaciones en Twitter y YouTube sobre lo que vio en hospitales e instalaciones funerarias, así como acerca de lo que aprendió sobre el Instituto de Virología de Wuhan. Fue arrestada el 14 de mayo de 2020 y sentenciada a cuatro años de prisión el 22 de noviembre de 2020.
  • En un trabajo llamado “Diario de Wuhan”, una escritora china llamada Fang Fang relató sus experiencias personales durante el encierro. Dado que el PCCh no permitió que la versión china se publicara en China, Fang Fang publicó su diario en inglés. Los miembros del “50 Cent Party” y el Youth Net Army la denunciaron enérgicamente, diciendo que había “menospreciado a China”. Estos comentaristas de la red no se dieron cuenta de que Fang Fang estaba tratando de ayudar a los chinos a quienes el PCCh decidió sacrificar y a quienes no se les dio la oportunidad de hablar.

Estos periodistas ciudadanos, junto con muchos otros, expusieron escenas trágicas provocadas en Wuhan por el virus COVID y el confinamiento del PCCh:

  • En una comunidad residencial, los trabajadores clavaron tablas de madera en las puertas de los apartamentos para evitar que las personas que estaban adentro pudieran salir.
  • En un hospital, los cuerpos de los cadáveres en bolsas se alineaban en los pasillos, esperando ser trasladados a las instalaciones funerarias.
  • Policías armados custodiaban hospitales modulares, asegurándose de que el número de fallecidos permaneciera en secreto.
  • En otro hospital, dos personas con trajes médicos para materiales peligrosos arrojaron cuerpos en bolsas a una camioneta; dentro de la furgoneta, las maletas estaban apiladas.
  • Una noticia circuló en las redes sociales que decía que a Wuhan le faltaban bolsas para cadáveres; otra noticia decía que los equipos de apoyo habían llevado incineradores móviles a Wuhan.
  • En una instalación funeraria, una trabajadora dijo que ella y sus compañeros estuvieron trabajando continuamente para incinerar cadáveres, sin apenas tener tiempo para dormir durante varios días.
  • En WeChat, algunos residentes encerrados pidieron a otros que ayudaran a sus familiares que eran pacientes en hospitales locales; estos residentes no podían salir de sus casas, ni hablar de ir a visitar un hospital.
  • En Facebook , hay una larga lista de nombres bajo el epígrafe “Aquellos que no están registrados”: aquellos que murieron de COVID-19 pero que no fueron incluidos en ningún recuento oficial.

VI – Práctica dinámica “Cero-COVID” de la ciudad de C. Xi’an

Durante un brote del COVID en diciembre de 2021, la ciudad de Xi’an anunció su objetivo de llegar a cero casos de COVID para el 4 de enero de 2022. Las autoridades idearon una forma “creativa” de cumplir este objetivo: todos los residentes de las comunidades con casos de COVID que tomaran “voluntariamente” autobuses para ir a instalaciones de cuarentena fuera de la ciudad. Después de trasladar a estas “personas problemáticas” fuera, la ciudad anunció un recuento cero de COVID en la ciudad. {7}

Otras ciudades siguieron el ejemplo de la ciudad de Xi’an. Por ejemplo, el 15 de enero de 2022, la ciudad de Tianjin transportó a todos los residentes de las comunidades con casos de COVID a un centro de cuarentena fuera de la ciudad, logrando así su objetivo de cero COVID.

Esto se convirtió en un juego de números. Después de que Shanghái sufriera un fuerte aumento de casos del COVID en marzo de este año, preparó un número de autobuses, para trasladar a las personas, tanto infectadas como no infectadas de la misma comunidad, fuera de la ciudad a instalaciones de cuarentena u hospitales modulares. Al estar fuera de la ciudad, esas personas fueron excluidas del recuento de infecciones de la ciudad. A las autoridades no les preocupó cómo se encontraban ni si se exponían a un alto riesgo de infección al estar sentadas en autobuses junto a otras personas. Dado que estas instalaciones se establecieron fuera de la ciudad, es posible que incluso carecieran de algunos servicios básicos, como los de Internet. Esto significó que las personas que estaban allí no podían quejarse ni publicar en la web sobre sus condiciones de vida o cualquier maltrato. Algunas instalaciones carecían de equipos o servicios médicos, lo que podía provocar muertes o incluso muertes masivas; por ello, algunas personas llaman a esas instalaciones “campos de concentración”.

VI. “La gran cooperación de toda la sociedad”

En julio de 2020, el Dr. Zhang Wenhong, un experto médico, líder en el grupo de trabajo anti-COVID de Shanghái, dijo que la política “cero-COVID” del PCCh se basa en dos de las características únicas de China: “gran capacidad de gestión comunitaria” y “gran cooperación de toda la sociedad”.

En la Parte I de esta serie, analizamos con gran detalle la “fuerte capacidad de gestión comunitaria” del PCCh. Examinemos ahora la noción de “gran cooperación de toda la sociedad”. Nos centraremos en el origen de esta cooperación: ¿qué motiva al pueblo chino a cooperar con el PCCh?

VI – A. El resultado del lavado de cerebro

Desde que el PCCh se hizo cargo de China en 1949, utilizó la propaganda para inculcar en la población china la sensación de que el PCCh liberó al pueblo chino. A todos los chinos se les enseñó a cantar la canción “Sin el PCCh, no hay una nueva China”, y el PCCh se pintó a sí mismo como su salvador. Impulsó una falsa equivalencia lógica entre “amar a China” y “amar al PCCh”.

Como resultado de este lavado de cerebro, el pueblo chino coopera con las órdenes del PCCh, aunque algunas personas tienen opiniones diferentes. Al pueblo chino se le hizo creer que ser patriota es ser leal al PCCh y que una persona que no sigue las órdenes del PCCh es un traidor contra China.

La juventud china está aún más profundamente envenenada, ya que crece bajo la influencia de una máquina de propaganda que maduró con el tiempo. En casa, sus padres no pueden enseñarles los valores chinos tradicionales, ya que ellos también se empaparon de la cultura del PCCh.

La prolongada práctica del PCCh de violar los derechos humanos hace que la gente no tenga en cuenta los derechos de los demás ni los suyos propios. Durante la pandemia, la opinión pública siguió la narrativa de las autoridades: Está bien encerrar a la minoría (los individuos de alto riesgo) para proteger a la mayoría. No importa lo mal que se trate a la minoría; mientras esta práctica aporte seguridad a la mayoría, el sacrificio merece la pena. Este enfoque de amputación puede sonar bien al principio, pero una vez que más personas se convirtieron en la minoría a ser amputada, empezaron a darse cuenta de cómo se les privaba de los derechos básicos y de cómo la teoría del “sacrificio” legitimaba al PCCh para meterse con cualquiera que quisiera y destruirlo. Para entonces ya era demasiado tarde. Fueron encerrados y sufrieron las consecuencias del aislamiento total, la insuficiencia de alimentos y la falta de tratamiento médico.

VI – B. Voluntarios convertidos en matones

Durante los cierres, muchos residentes se ofrecieron como voluntarios para apoyar los esfuerzos de respuesta a la pandemia de su ciudad. Algunas personas se inscribieron como voluntarios con la esperanza de asegurar mejores condiciones para ellos y ganar puntos políticos durante el confinamiento. Por lo general, a los voluntarios se les permitía participar en actividades fuera de sus hogares y ejercer cierto grado de poder; para la mayoría de los civiles, la alternativa sería quedarse en casa mientras dure el cierre. El relativo aumento de la libertad que suponía el voluntariado era tentador para muchos.

Una grabación de una conversación telefónica reveló que una señora estaba encerrada en la casa de un hombre al que estaba visitando. No había nadie más en casa y el hombre no quería acoger a la señora durante un periodo prolongado, así que llamó a la oficina comunitaria para pedir ayuda. El consejo que recibió fue que la señora trabajara como voluntaria para que pudiera salir de su casa y volver a la suya.

Los esfuerzos de lavado de cerebro realizados por el PCCh durante mucho tiempo hicieron que los voluntarios sintieran poca simpatía por los civiles encerrados. Algunos voluntarios oprimieron, intimidaron o incluso golpearon a los residentes. A continuación se exponen varios ejemplos de maltrato a los residentes por parte de los voluntarios durante los encierros en la ciudad:

  • Al día siguiente del inicio del bloqueo de Xi’an, a finales de diciembre de 2022, cinco voluntarios golpearon a una persona en un lugar de pruebas de PCR por un pequeño desacuerdo. Los voluntarios intentaron coaccionar a los residentes para que se sometieran a las pruebas de PCR golpeando ruidosamente los timbres de puerta en puerta.
  • A principios de enero de 2022, un joven se escapó de su comunidad bloqueada en Xi’an para comprar comida, ya que no almacenó suficientes provisiones en su casa cuando repentinamente comenzó el bloqueo. Los voluntarios le sorprendieron en la puerta de la comunidad cuando regresaba con varios bollos al vapor; le golpearon y tiraron su comida al suelo. {8} Poco después, un residente se escapó de otra comunidad para comprar comida y también fue atrapado por los voluntarios de la comunidad de Xi’an. En lugar de golpearlo físicamente, prepararon una humillación pública para el hombre: revelaron su nombre y dirección al público y lo obligaron a leer una confesión, y luego transmitieron la confesión a la comunidad y la publicaron en línea. {9}

VI – C. “Cooperación” forzada

El régimen del PCCh forzó la llamada “cooperación”, tanto en la sociedad como en el ciberespacio; el PCCh invirtió importantes recursos y mano de obra para controlar lo que sucede en China. Como se anunció en una conferencia de prensa organizada por el gobierno provincial de Shaanxi el 31 de diciembre de 2021, la ciudad de Xi’an envió 29.000 policías para ayudar en el control de la pandemia, incluyendo 20.352 en control de la comunidad, 3.709 en puestos de control y patrullaje, 1.095 en gestión de cuarentena en hoteles, 3.296 en control de tráfico y 894 en los sitios de pruebas de PCR.

Curiosamente, en la conferencia de prensa también se mencionaron 260 casos administrativos, que son demandas o denuncias presentadas por los ciudadanos contra la violación de sus derechos por parte de las autoridades.

Por último, el anuncio de Xi’an también decía que se eliminaron 188 artículos de noticias negativas publicados en la web, y que se localizó y responsabilizó a 70 personas que publicaron esos artículos. Sólo se mantuvieron en línea las “noticias positivas” que apoyan las políticas y posiciones del PCCh. Aunque haya muchas personas que no estén de acuerdo con el PCCh, se ven obligadas a guardar silencio. Así, el PCCh produjo una “cooperación total” para que el público la vea.

VII. ¿Qué podemos aprender de la estrategia de “Cero-COVID” del PCCh?

Tras la oleada inicial de COVID en 2020, China pudo reanudar la producción de las fábricas antes que otros grandes países; el PCCh atribuyó este “éxito” a la “ventaja del sistema comunista”. Ser el primer gran país en volver a la normalidad en 2020 permitió a Pekín recoger más pedidos del mundo, alcanzando un récord de exportaciones globales y un superávit comercial récord frente a Estados Unidos. Algunos portavoces del PCCh dijeron que “el gran partido llevó a la gente a ganar la batalla contra el COVID”.

Sin embargo, lo que ayudó al PCCh a mantener un bajo recuento del COVID en el pasado no fue su “ventaja de sistema”, sino su naturaleza inhumana. Utilizando sus diversos mecanismos de control del pueblo, construyó campos de concentración del COVID para el pueblo chino, algo que ningún país democrático lo haría. El “éxito” del PCCh es a costa de la vida de las personas y de la privación de sus derechos humanos.

En segundo lugar, el enfoque brutal del PCCh puede fracasar cuando se enfrente a un virus extremadamente contagioso; Shanghái fue derrotado por la variante Omicron de COVID. El PCCh recurrió a encubrir las cifras de infección y el recuento de muertes para salvar la cara ante el pueblo chino y la comunidad internacional.

En tercer lugar, el PCCh introdujo la aplicación Código de Salud, una herramienta para el seguimiento del estado de salud de las personas. Como el gobierno puede ajustar el Código Sanitario de una persona de forma arbitraria, la aplicación puede utilizarse para controlar los movimientos de las personas. La capacidad de esta aplicación de ocultar la información permite a las autoridades congelar a las personas en cualquier momento y lugar, por ejemplo, imponiendo restricciones de viaje a los disidentes políticos o a cualquier persona que no les guste.

En cuarto lugar, el PCCh puede utilizar la “prevención del COVID” como excusa para imponer encierros y desplazamientos, por ejemplo, imponiendo una dura persecución a los uigures en Xinjiang, si lo desea.

Por último, el PCCh creó y puso en práctica varios mecanismos de control de la población. Así, se sofocan las protestas masivas y se obliga al pueblo chino a “cooperar”. Durante este período de COVID-19, el pueblo chino fue condicionado a ser obediente, y el PCCh realizó muchas sesiones de práctica en ciudades de toda China.

Este artículo fue publicado originalmente en China Scope el 15 de mayo de 2022.

Autor: Huai Ning(怀宁)

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