Beijing está enviando aviones a las proximidades de Taiwán, casi todos los días, con indicaciones para que se posicionen en las cuatro direcciones.
- “Hu Xijin no sólo está instando a China que inicie una guerra para asesinar a millones de taiwaneses, sino que quiere que China sea también capaz de matar a millones de estadounidenses”. – Richard D. Fisher, Jr., analista militar y miembro principal del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia con sede en Virginia, (Taipei Times) 21-09-2020
- Por lo tanto, el gobierno de China necesita algo para distraer al inquieto pueblo chino y a los infortunados líderes de alto nivel. Podemos pensar que Xi Jinping, debería ser cauteloso, pero desde su punto de vista, tiene incentivos para iniciar una crisis, especialmente si cree que el presidente Trump, que busca ser reelegido, no responderá.
China, violando los acuerdos previos, ha estado enviando durante este mes un gran número de aviones de combate y bombarderos al espacio aéreo de Taiwán.
Al mismo tiempo, el Partido Comunista Chino está lanzando amenazas. Los vuelos de aviones militares no son advertencias, afirmó el periódico Global Times del partido comunista en una editorial el pasado 18 de septiembre: “Son ensayos para tomar el control de Taiwán. Lo que se necesita es una razón política que pueda convertirlo en una verdadera batalla para aplastar a las fuerzas de independencia de Taiwán“.
Afortunadamente, se acerca el mal tiempo. El período de noviembre a enero no es propicio para realizar invasiones a través del Estrecho de Taiwán. Sin embargo, China se está preparando claramente para la guerra.
Beijing llama a la Isla territorio chino “sagrado“, pero Taiwán nunca ha sido parte de la China comunista, de la “República Popular”. De hecho, Taiwán nunca ha sido reconocido formalmente como parte de ningún estado chino. La gente de la Isla, según numerosas encuestas llevadas a cabo, se considera abrumadoramente “taiwanesa”, no “china”.
Sin embargo, Beijing insiste en que tiene soberanía sobre Taiwán, que formalmente se llama a sí misma la República de China. La República Popular [China] ha estado enviando aviones cerca del territorio de Taiwán en señal de provocación militar.
El mes pasado, el mensaje estaba dirigido a Washington. Mientras el Secretario de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., Alex Azar, visitaba, Taipei, la capital de Taiwán, China ordenó que los aviones sobrevolaran cerca de la Isla.
Este mes, las incursiones de China han sido mayores. El 18 de septiembre, Pekín envió 18 aviones a través de la línea que divide el Estrecho de Taiwán en dos. Al día siguiente, 19 aviones chinos, incluidos bombarderos H-6 con capacidad nuclear, sobrevolaron el espacio aéreo de Taiwán. En el pasado, el ejército chino ha volado con H-6 en provocativas acciones de “patrullas de cerco de control de islas“.
Las grandes incursiones del día 18 fueron especialmente significativas. Un piloto de combate chino entró en un programa de radio para desmentir que hubiera una línea divisoria y que durante años, ambos lados se habían respetado para evitar contactos accidentales. El piloto, rompiendo la práctica, también hizo una declaración política, llamando a Taiwán “peón de fuerzas extranjeras“.
Los analistas se preguntaban si las transmisiones beligerantes estaban autorizadas o sólo era un acto de un piloto deshonesto. No tuvieron que esperar mucho tiempo para averiguarlo. El 21 de septiembre, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin, anunció que “no existe la llamada línea media en el Estrecho de Taiwán“.
Desde entonces, la situación se ha deteriorado. Cuando, Keith Krach, Subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente, visitó la Isla para asistir al servicio conmemorativo del ex presidente taiwanés Lee Teng-hui, conocido en China como el “padrino del secesionismo taiwanés” y en el resto del mundo como “Sr. Democracia“, los aviones de China sobrevolaron nuevamente la línea media del Estrecho de Taiwán.
Ahora, Beijing está enviando aviones, casi todos los días, cerca de Taiwán con instrucciones concretas de acercamiento en las cuatro principales direcciones.
Al mismo tiempo, los chinos están intensificando la retórica. “Los Estados Unidos y Taiwán no deben juzgar mal la situación, o creer que el ejercicio es un engaño”, declaró el mismo editorial del Global Times. “Si continúan haciendo provocaciones, inevitablemente estallará una guerra”.
“El despliegue del ejército estadounidense en Taiwán significa el comienzo de una guerra a través del Estrecho”, anunciaba otra editorial del periódico.
De manera muy siniestra, Hu Xijin, editor del Global Times, escribió que China está “moralmente justificada” para hacer la guerra a Taiwán.
“Hu Xijin, no sólo está instando a China a iniciar una guerra para asesinar a millones de taiwaneses, sino que además quiere que China sea capaz también de matar a millones de estadounidenses”, escribió el analista militar chino Richard Fisher en el Taipei Times el 21 de septiembre.
Fisher, investigador principal del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia con sede en Virginia, dijo a Gatestone el 26 de septiembre, que Pekín “puede que no tenga todavía la capacidad general para invadir Taiwán pero que está repitiendo peligrosos ejercicios militares para aterrorizar a Taiwán y asustar a Estados Unidos.
En resumen, los dirigentes chinos, al enviar aviones cerca de Taiwán, se arriesgan a un incidente. Además, a medida que Pekín aumenta las posibilidades de un encuentro con comunicados de propaganda, está justificando las muertes.
¿Por qué ahora?
Una explicación es que el líder de China necesita una victoria rápida. El Ejército Popular de Liberación se apoderó del territorio indio a principios de mayo en Ladakh, en el Himalaya, mientras que las tropas indias no estaban preparadas para el ataque sorpresa. Desde finales de agosto, India ha recuperado el terreno perdido y, en el proceso, ha humillado a los chinos, que se han demostrado incapaces de contraatacar. Las perspectivas de nuevos avances contra las feroces tropas indias no son altas.
Especialmente después del incidente con la India, Xi Jinping, parece expuesto políticamente. Desde que se convirtió en el secretario general del Partido Comunista a finales de 2012, ha acumulado un poder casi sin precedentes por lo que ahora ostente toda la responsabilidad. No hay, por desgracia para él, nadie más a quien culpar por las debacles. Además, ha cambiado el sistema político de China aumentando los costos del fracaso.
Xi, por lo tanto, sabe que si falla, podría perderlo todo: el poder, la libertad, los bienes, la vida.
La legitimidad del Partido Comunista dependió una vez de la continua entrega de prosperidad. Ahora, sin embargo, Xi, sabe que su economía, que enfrenta una ola de bancos y empresas en quiebra, está tambaleándose. Su sociedad también se ve acosada por otra serie de problemas derivados de las enfermedades, la degradación del medio ambiente y la disminución de la demografía. Al mismo tiempo, China, está perdiendo apoyo en todo el mundo.
Este es el clásico caso de una potencia agresiva que enfrenta una ventana de oportunidad que se está cerrando. La agencia oficial de noticias Xinhua de China publicó en enero un artículo titulado “Xi, enfatiza la carrera contra el tiempo para alcanzar el sueño chino”.
En estas peligrosas circunstancias para el partido comunista, su única base segura de legitimidad es el nacionalismo. El nacionalismo en la práctica significa desventuras militares en el extranjero.
Por lo tanto, el gobierno de China necesita algo para distraer al inquieto pueblo chino así como a los descontentos altos dirigentes. Podemos pensar que Xi Jinping, debería ser cauteloso, pero ahora desde su punto de vista, tiene incentivos para iniciar una crisis, especialmente si cree que el presidente Trump, que busca su reelección, no responderá.
Esa crisis, al menos en este momento, parece que va a pasar por Taiwán.
Por Gordon G. Chang.
El Sr. Chang es el autor de The Coming Collapse of China, un distinguido miembro superior del Instituto Gatestone y miembro de su Consejo Asesor.
Este artículo fue originalmente publicado en el Gatestone Institute el 29 de septiembre de 2020.